Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

La mejor noche del año 2008


Acabo de inventarme otra tradición para Estatuas Verdes: desde ahora, todos los posts del día 31 de diciembre se titularán “La mejor noche del año”, en honor del bello telediario de Antena 3. Pero tranquilos, que hoy no voy a volver a hablar de los cotillones y demás, algún otro año puede que vuelva a caer el tema, pero no este.

De hecho esta Nochevieja no creo ni que vaya a salir, no me apetece lo más mínimo, por diversos motivos que sería aquí tedioso de contar. Pero es la última noche del último día del año y eso de algún modo hay que celebrarlo. O por lo menos dejar constancia, conmemorarlo para que no pase sin más. La Nochebuena, por ejemplo, en una ciudad lejana, la hizo especial mi madre a base de jamón serrano, caña de lomo y turrones, yo que pensaba cenarme un whopper del Burger King (nada de patetismo aquí, ¿eh?, yo estaba encantado y descojonado con la idea). Pero al final no hubo quien nos librara del mensaje de S.M. el Rey y del especial de ¿humor? a cargo de Josema Yuste y Florentino Fernández.


Acaba el 2008, amigos, habría tanto que decir, ¿eh? Anoche en el programa nuevo de chusco-zapping de Antena 3 hicieron un chusco-villancico del año con unos dibujitos animados con lo más previsible: Viva Rafa Nadal, viva Joan Laporta, viva Solbes… A mí este año me ha caído medio bien, gracias a Dios la crisis no me ha afectado, a lo mejor es por eso. Pero constato en la peña una especie de inquina, una saña desconocida por cazar al 2008 cual chivo expiatorio de todos sus males, cazar al año, digo, y ¿meterlo en la cazuela para la cena de Nochevieja quizás?

Yo este año lo recordaré con cariño, si me apuras. Me ha traído marronas, si queréis, como mi traslado a Cosica y mi gélido exilio rural, pero también me ha permitido (ahora que no nos oye nadie) viajar a Portugal, Jordania, Italia, Irlanda y Londres (dos veces). Este año no se me ha muerto nadie (gracias a Dios, tengo gente cercana a la que sí) y aunque es verdad que ha habido experiencias duras, ¿qué año no las ha habido? Ha sido un año interesante de lecturas y estímulos culturales en el que he visto publicados mis primeros poemas. He tenido oportunidad de trabar contacto con personas interesantes, retomar viejas amistades y afianzar otras nuevas. Y en lo profesional me ha reportado más satisfacciones que disgustos (esto lo digo ahora que estoy en casita, calentito, etc, sabéis).

Y sin embargo, hoy recibo un mail de un amigo felicitando el año y diciendo algo así como “a ver si tenemos un feliz 2009 porque el 2008 ha sido una puta mierda”. Si tú lo dices… Luego va el hombre del tiempo y suelta: “El último día del 2008 habrá nubes, será un día gris como lo ha sido el resto del año”. Entiendo que es una clara referencia a la crisis, pero claro, de la crisis nos acordamos ahora, no cuando hubo que votar o el día que España ganó la Eurocopa.


Pero vaya, que si la moda es poner verde al 2008 estas Estatuas os prestan un poco de su verdor para que pintéis con él si queréis al año 2008 en vuestras imaginaciones, y lo pongáis a caer de un burro (uno de esos pollinos que no me dejan dormir en Cosica, for example). En cualquier caso os deseo a todos un muy feliz año venidero 2009, y a ver si este resulta mejor para todos, en especial para los bancos, que con todo y crisis no dejarán de tener beneficios. Ah! Se me olvidaba… y recordad: antes de las campanadas vienen los cuartos… ¡no os atragantéis!

martes, 30 de diciembre de 2008

Narratología y vida


Este post iba a titularse “Aprendiendo de la gente”, pero al final lo he llamado “Narratología y vida”, que queda mucho mejor. Atención, amigos, Porerror ha vuelto y desde la última vez que os habló se ha comprado tres libracos de Estudios Culturales. ¡Temblaaaaad!!!

Como todos sabéis, hay dos formas de contar una historia: en una, una voz (narrador) te cuenta lo que pasa en plan “Fulanito era un señor muy malo” y en la otra, se muestran acciones en plan “Fulanito le pegó a un niño, como hacía todas las mañanas”, y ya de ahí tú sacas tus conclusiones. Eso lo entendemos todos, aunque no sepamos que se llaman “diégesis” y “mímesis” respectivamente. Esto también es aplicable en la vida real, al menos hasta cierto punto, y es lo que trataré de explicar aquí.


Qué bonito sería que la vida (para no entrar en filosofías, llamémosle así a esa experiencia intuitiva que tenemos todos acerca de la peli o novela de la que somos protagonistas) tuviera un narrador omnisciente en tercera persona, ¿verdad amigos? Uno que estuviera por encima de nuestras conciencias, que lo supiera todo acerca de nosotros y de las personas que nos rodean, y cuando digo todo es TODO, lo que hicimos, lo que hacemos, lo que haremos, hasta lo que se nos pasa por dentro de la cabeza. “Porerror se pegó una ducha, como hacía todas la mañanas. Ese día estaba preocupado porque bla bla bla…” ¿Sería bonito, verdad? ¿O sería un coñazo?

Claro, amigos, si nuestras vidas fueran así, no serían vidas reales sino jodidas novelas del siglo XIX. Y gracias a Dios no es el caso. Hay una peli que mola mogollón, del director de Quantum of Solace (2008), esta otra se llama Más extraño que la ficción (2006) y trata precisamente de eso, de un pavo que vive su vida hasta que de pronto se da cuenta de que solo es un personaje creado por la mente de una escritora, etc, etc. Todo muy postmoderno, sí (el arte postmoderno se ocupa de estas cuestiones), pero no dejéis de verla porque es muy buena (pese a estar protagonizada por el ingracioso Will Ferrell) y no es tan cultureta como parece.



Es muy bonico pensar que en realidad los seres humanos solo somos personajes soñados por otra imaginación superior, si os fijáis esto es una idea poderosísima, porque abre una espiral infinita, en plan una foto de un nota que tiene en la mano una foto de otro nota que tiene en la mano la foto de otro nota que tiene en la mano la foto de otro nota que tiene en la mano… Y no es tan descabellado pensarlo, quiero decir, es fácil de imaginar. Si nosotros podemos hacer y deshacer vidas de papel (modernamente, también de celuloide), y podemos inventar personajes que inventan personajes que inventan personajes, etc, ¿por qué no vamos a ser nosotros mismos creaciones de otros que lo mismo van y son creaciones de otros, etc? Esta idea fascinaba, por ejemplo, al rarito de Borges.

Hace poco menos de un siglo, entre que una serie de gurús le desmontaron el chiringo a la Iglesia (Marx, Nietzsche, Darwin, Freud) y que la gente en general ya no estaba para milongas, a algunos escritores les dio por pensar que no era honesto narrar historias en plan cuentito “Pepito estaba agobiado” porque no era así como uno percibía la realidad, sino más bien como [Dentro del cerebro de Pepito] “Mañana tengo un examen, ¡qué agobio más grande! ¡Uf! A ver si me concentro… esto son doscientos folios… qué buena está la del jersey rojo…” Lo malo fue que empezaron a escribir así, y sus novelas son un auténtico coñazo de leer. Pero tranquilos, que este estilo (llamado, por cierto, Modernismo) no triunfó: que se lo digan a Ken Follett o a Dan Brown.


Todo esto venía a cuento de una lamentación: que en la vida real no hay narradores ni procedimientos artificiales que te vayan radiando el partido y explicándote lo que pasa, lo que está pasando a tu alrededor, lo que estás sintiendo, lo que está sintiendo la persona que hay sentada a tu lado… aunque sea a posteriori. Los cabrones de los Modernistas en esto sí que tuvieron razón, la experiencia vital es caótica, incompleta y fragmentaria, no hay narrador que valga que le dé sentido a todo. Y la verdad, cuando me puse a escribir el post lo iba a hacer para quejarme sobre este hecho pero a medida que lo voy terminando casi que me parece que me alegro. Igual no te llegas a enterar de qué va la película, pero también así te quedas más tranquilo. O puedes figurarte lo que te dé la gana, que eso de pensar en explicaciones totalizadoras está ya muy pasao de moda.

domingo, 21 de diciembre de 2008

El tiesto del cosa este de la Navidad


“Ya llegó la Navipeich, aquí en Chiquitistán…”
-Lucas Grijander






Quería empezar el post de hoy diciéndoos que lo siento. ¿El qué? Pues que este año tampoco os va a tocar la Lotería de Navidad.

Así empecé el post de hace justo un año, y creo que todos los años este día lo voy a empezar así. Pero tranquilos, que hoy no voy a hablaros de “El gran fraude de la Navidad” (vulgo “lotería”). De lo que sí vengo a hablar hoy es del Navidismo. La Navidad, ¿eh? Habría tanto que decir que no sé por dónde empezar. Navidad y Religión; Navidad y Compras; Navidad y Turrones; La Navidad: ¿Error de Dios?; Navidad: Relación (si la hubiera) con la Felicidad.

Ahora está de moda meterse con la Navidad, meterse por meterse, y yo podría sumarme a esa moda fácilmente pero no voy a hacerlo. Tampoco entiendo a esa gente que utiliza estas fechas como pim pam pum para sus chistes de repertorio (el cuñado en la cena de Nochebuena, etc..). Para mí la Navidad, hasta hace un par de temporadas, era mi época favorita del año, simple y llanamente. Recuerdo haber tenido discusiones con una persona muy cercana a mí que odiaba la Navidad, y haberle reprochado su cinismo y falta de entusiasmo. Para esa persona, la Navidad y toda la parafernalia que acarrea representaban todo lo que más odiaba: la familia, los niños, la felicidad obligatoria, la conformidad con los gustos de la mayoría. Yo no lo entendía, y sin decir que ahora odie la Navidad, sí puedo decir que ya lo entiendo.


A veces pasan en la vida cosas malas que te hacen replantearte un montón de otras cosas, a veces esto te toca los pilares mismos que te sustentan: familia, amor, relaciones, expectativas, el sentido de la vida. A mí me han ocurrido cosas así de malas, me ocurrieron hace tres años, y vaya esto no como una queja sino como una constatación de que es posible cambiar el punto de vista sobre muchas cosas “esenciales” en un espacio de tiempo relativamente corto. La Navidad, por lo que conlleva de familia y felicidad obligatoria, es una de esas cosas que puede dejarte tocado si no andas fuerte.

Ayer mismo estuve tomando café con un amigo de la infancia que también lo está pasando mal y me decía: “La Navidad para mí ha pasado de ser una fecha para disfrutar a ser una fecha para recordar. Y nunca se acuerda uno de ‘¡Coño, qué buenas fueron las navidades de tal año!’: siempre se acuerda uno de lo malo”. ¿Exagerado? Tal vez, pero un buen pellizco de razón creo que no le falta. Entonces, yo no excluyo la posibilidad –incluso mayoritaria- de que la Navidad resulte fantástica para mucha gente, solo digo que ya entiendo por qué no lo es para mucha otra, y no me parece que se trate de la Navipeich en sí, sino de las cosas a las que la asociamos.

Yo intento poner buena cara, y aunque estoy lejos de amargarme, deprimirme o similar, admito que voy teniendo poquísimo espíritu navideño. Dicen que la Navidad son los niños, y claro, como yo no tengo y ya dejé de ser uno, esa dimensión se me escapa lejísimos. Ni mi lugar de trabajo, ni el pueblo de Cosica ni mi vida en general exhiben demasiado ambiente para esta época, con lo que mi estado de ánimo podría calificarse como “anavideño”.


Es probable que estéis leyendo esto el mismo día 22, el de la Lotería de Navidad, y que este añito tampoco nos haya tocado (yo llevo decenas de euros, ¿qué creíais?) Para quitarme de encima el lastimoso escenario de una Navidad pupita en casa me voy de viaje unos diítas, estaré de vuelta el fin de semana, pero seguramente no habrá más posts hasta entonces. Y ya solo me queda desearos Feliz Navidad a vosotros, y lo digo sin una pizca de mal rollo. Para mí la Navidad será medio feliz –espero-, pero me alegrará mucho que para vosotros lectores resulte feliz del todo, y que seáis de los que todavía le veis el punto. Lo dicho.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Noticias de una guerra


No voy a mentiros, Camaradas: la cosa está muy mala. Últimas noticias del Frente de Cosica. La batalla contra el Frío por el control del pueblo se está librando encarnizada calle por calle, casa por casa, brasero por brasero. Se combate cuerpo a cuerpo, incluso sobaco a sobaco, y también con armas pesadas. El enemigo acecha detrás de cada esquina, no puede uno estar seguro ni en su propio hogar. Pero semos fuertes.

Es innegable que se han hecho progresos, hemos estudiado sus tácticas, ahora sabemos combatirlo mejor (más eficazmente). Lejos quedan ya los aciagos días de mediados de noviembre, cuando nos cogió por sorpresa la invasión del Frío. El nuevo armamento ha sido de mucha utilidad, a finales de noviembre llegaron a nuestra unidad dos radiadores de aceite de 2000 W, aunque hasta hace bien poco no hemos aprendido a sacar el máximo partido de su operatividad. Actualmente uno de ellos se halla emplazado en la zona “dormitorio chiquinino de abajo”, donde las horas de más violencia son la medianoche y el alba. El otro, que ha sufrido daños considerables por ser el más expuesto, presta servicio en “salón”, con diferencia la zona más peligrosa del Frente.


A diario tienen en esta zona misiones de “búsqueda y destrucción” del Frío (hasta tres misiones al día), y los mayores éxitos se han obtenido poniendo en práctica la técnica del ataque coordinado. En estas acciones no han podido evitarse cotidianos estornudos, moquitos, toses y tiritonas, pero la actuación combinada de la bajada de persianas (3), el cierre de puertas (5), el uso del radiador pesado a máxima potencia y el concurso de varios chalecos de lana de las Fuerzas Especiales de El Corte Inglés ha logrado excelentes resultados. Imprescindible se han hecho en esta zona el apoyo táctico simultáneo de una bata de andar por casa y una manta de lana modelo Mohair.

La implantación del uniforme de invierno (camiseta interior, calcetines de lana gordos, bufanda y guantes de lana) y la obligatoriedad de su uso a todas horas –incluso dentro de la casa y el lugar de trabajo- han conseguido frenar en parte la sangría de hielo que venía experimentándose desde hacía un mes. En este sentido, también se ha contado con las unidades de refuerzo llegadas más recientemente: una boina siciliana, un forro polar de asalto del GAP estadounidense y dos nuevos chalecos pesados de lana de El Corte Inglés. El flanco de los pantalones es el que quizás haya quedado más desatendido; en este sentido se está estudiando el traslado de efectivos con más grueso blindaje para comienzos del año entrante.


El sector del Frente llamado “cocina” sigue siendo el más desprotegido y, ante la imposibilidad de controlarlo se ha optado por una táctica de incursiones rápidas en la zona que limiten su duración al mínimo imprescindible, seguidas de una retirada ordenada. La importancia de “cocina” para nuestro aprovisionamiento es vital, por lo que dichas incursiones siempre se realizan con el uniforme de invierno completo (bata y bufandas incluidas), lo que no evita que se hayan sufrido enormes tiritonas y castañeteo de dientes. El “cuarto de baño”, otra zona clave, continúa siendo objeto de preocupaciones por parte del Estado Mayor. El éxito de la unidad móvil de calefacción aérea (Tropicano 8C de Taurus) ha sido limitado, mostrándose insuficiente para temperaturas inferiores a 5ºC.

El desafortunado hecho de que por las condiciones del terreno las tropas deban despojarse de sus uniformes en este área ha garantizado frecuentes episodios de “frescor no deseado”, sobre todo al alba en el subsector “bañera” y a cualquier hora del día en el subsector “váter”. Aun así, el control sobre “cuarto de baño” es satisfactorio comparado con las zonas del Frente controladas por completo por el enemigo. Entre estas se encuentran “pasillo”, “zaguán”, “patio de luces”, “patio trasero”, “dormitorio de matrimonio” y toda la “planta de arriba”, lo que supone más del 75% del territorio total del Frente.


“Dormitorio chiquinino” es la zona del Frente donde más espectaculares progresos se han logrado, sin duda gracias al radiador pesado RA-2000 de Saivod, los tres edredones de plumas nórdicos y el ocasional uso de una botella de agua hirviendo en forma de ovejita. Estos refuerzos han permitido abandonar la obsoleta táctica de penetrar en el subsector “cama” con chalecos de lana o forros polares. En la actualidad, el uniforme “pijama gordo de invierno” (+ camiseta interior, of course!) resulta suficiente para conciliar el sueño en esta zona.

Recomendaciones del Estado Mayor:
1) Limitar al máximo la imprescindible salida a “patio de luces” que cada mañana tiene lugar al alba con el fin de asegurar la alianza con “bombona de butano”.
2) Evitar en la medida de lo posible los grifos-trampa a que es tan aficionado el Frío, y el contacto con el agua que no proceda de “bombona de butano”.
3) Trabar contacto con los Frentes de Gullate y Mordor para intercambio de noticias y tácticas de combate contra el Frío.

Cosica, a 18 de diciembre de 2008

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El castigo de Antena 3: ¿Cal o arena?


No finjáis, que vosotros también lo visteis. Parece ser que lo vio media España, me refiero a la miniserie El castigo (2008), dirigida por Daniel Calparsoro, que emitió Antena 3 entre este lunes y este martes pasados. Fue el espacio de ficción más visto del 2008. Voy a entrar a analizar y valorar la serie o telefilme, habrá spoilers, pero si no la visteis pienso que ya da igual (aunque todavía puede verse en la web de Antena 3).

La trama es simple: en el Pirineo leridano funciona una granja-reformatorio regentada por unos sádicos que con métodos brutales pretenden re-educar a una pandilla de mocosos pijos y odiosos. Uno de ellos es el más gallito del corral, y logra protagonizar un intento de fuga exitoso. Al parecer, la serie está basada en hechos reales destapados hace un par de años.


En principio la serie ofrece algo para todo el mundo: he leído en una crítica en El País que es imposible empatizar con los brutales cuidadores, con los niñatos o con sus padres. Esto es falso. El que escribió la crítica parece ofendido por el hecho de que los terribles acontecimientos tuvieran lugar en Lérida y se esmera en decir que es una provincia de puta madre. Enhorabuena, ¿y? ¿Vio usted la serie, maestro? Como digo, la serie ofrece algo para todo el mundo: los equívocos chavales, jovenzuelos perversos, pueden actuar como modelo alternativamente positivo o negativo para la juventud actual, sedienta de emociones fuertes. Los padres inhibidos o simplemente “en la parra” que, no habiendo sabido enfrentarse a los problemas a tiempo optan por enviar a sus hijos esta institución no del todo legal, pueden hallar eco en muchísimos progenitores de hoy en día, desorientados ante las barbaridades de sus retoños. Ojo, no digo que toda la juventud sea así, es minoría, pero hay mucho con lo que sentirse identificados, a distintos niveles.

Tal vez los únicos con los que resulte imposible la identificación o la empatía del espectador sean los “guardianes”, mitad educadores mitad torturadores. Su maldad y crueldad no deben ser atractivas para el espectador medio, pero no dejan de estar retratados de forma no grosera sino más o menos sofisticada. La gobernanta, sádica, con toques de sadismo sexual incluso, tiene detrás una historia de frustración y venganza por un hijo que le mataron unos niñatos. El marido sumiso, bailando al son que ella le marca y un tercer guardián, que representa el brazo ejecutor y la fuerza bruta, pero también cuestiona la idoneidad de los métodos de “castigo” de la jefa, que él mismo implementa.


Los jovenzuelos son sometidos a todo tipo de castigos y vejaciones, auténticas torturas físicas y psicológicas: duermen en jaulas, son encadenados, mal alimentados, realizan absurdos trabajos forzados, tienen restringida la higiene y el acceso al cuarto de baño, son apalizados, colgados boca abajo, sufren torturas de asfixia, humillaciones vebales, y un latgo etcétera. Todo con el objeto de “reeducarlos”: quebrarles la voluntad y hacer de ellos buenos muchachos sumisos, obedientes y respetuosos.

¿Y qué han hecho estos angelitos para merecer (o no) semejante trato? Los padres ignoran la realidad de la granja, solo les interesa el “producto acabado” de sus niños reformados, pero los han enviado allí porque algún que otro plato sí que han roto. Ejemplos de cositas que habían hecho los chavales: conducir sin carnet y a toda leche el coche de papi (cogido sin permiso) y matar a un hombre, drogarse y beber sin cuento, en el caso de las niñas zorrear como poseídas (incluso hacer estriptis por dinero), insultar a sus padres, grabarles mientras mantenían relaciones sexuales, todo esto bajo el manto de sus caritas de ángeles y sus uniformes de colegios de pago.

Es un hecho innegable que lo que les hacen a estos jóvenes (edades entre 18 y 19 años) es una salvajada y no se justifica (en cuanto los padres tienen conocimiento los sacan de allí y se procesa a los responsables). Pero también es cierto que estos mocosos son unos hijosdeputa de marca mayor y que se les habían ido a sus padres de las manos. Y ahora, ¿quién le pone el cascabel al gato? No digo que ningún chaval que haya visto la serie se vaya a poner a atropellar gente pero… ¿y a conducir sin carnet fumando un porro mientras le tocan la pirola? ¿Y que una niña le diga a su padre “Te odio, eres un cabrón”? Tampoco es ciencia ficción, amigos, abramos los ojos.


La miniserie (que considero correctamente rodada, estupenda en lo narrativo –intercalando presente e historias del pasado, en plan Perdidos-, con la suficiente caracterización psicológica de todos los personajes, con su poquito de intriga) plantea un problema que está en nuestra sociedad, y no podemos mirar para otro lado. A menudo se clama que la mala educación de hoy hará que mañana se caigan los puentes y sean ineptos los doctores. Creo que eso es una tontería. Lo que sí hará la mala educación de hoy (ya lo está haciendo) es que los jóvenes adultos sean unos desaprensivos, ultrahedonistas, carentes de empatía, egocéntricos y que se crean con derecho a todo.

Al final (debo contarlo, lo siento), los chiquitinos quedan libres (incluida una que no duda en planear follarse al primero que pilla –literalmente- para quedarse embarazada y largarse del reformatorio). Han sufrido mucho, un castigo desproporcionado. Está claro que algo había que hacerles, merecían un escarmiento, pero ¿les ha servido para algo? Aparentemente han vuelto felices al redil, son hijos cariñosos, responsables y modélicos, han aprendido la lección. Jóvenes de hoy, atractivos, de buena familia, perfectamente integrados. La última escena (homenaje a La naranja mecánica, 1971) nos devuelve a la brutal realidad: los jóvenes quedan en pandilla para dedicarse a apalizar indigentes.


Era solo una miniserie, pero ojo, amigos, estos son los que queman luego los cajeros con gente dentro.

martes, 16 de diciembre de 2008

The Kinks, ¿eh?


El pasado 8 de diciembre tuvo lugar un mini-hito en el mundo discográfico. Por fin vio la luz (como dicen los cursis) una caja recopilatoria o box-set que antologiza la carrera del (sshh! que no nos oiga nadie) mejor grupo inglés de todos los tiempos: los Kinks. Esta caja, llamada Picture Book (2008), extrae material de las cuatro décadas de carrera del grupo: por primera vez se han puesto de acuerdo las –que yo sepa- cuatro discográficas de los Kinks a lo largo de los años para aportar canciones y dar al conjunto… pues eso, una visión de conjunto.

Siguiendo la tradición bien reseñada por Xabipop del box-set y el “autoregalo”, el viernes pasado me hice con la cajita, y tengo que decir que mi reacción ante ella ha sido un poco perpleja. Leí en la web de The Guardian que esta caja estaba muy bien (porque los Kinks están muy bien) pero que no se entendía a qué público iba dirigida. Para el fan acérrimo, la caja contiene una inmensa mayoría de temas que ya se conocen y se tienen, y su contenido en rarezas (maquetas, directos, tomas alternativas) es magro.

Para el oyente casual –expresión que me encanta, sacada de All Music Guide- la box-set supone tamaña abundancia de material que llega a abrumar, y aunque la disposición es cronológica, escuchar la caja entera (6 CDs, gracias!) nos garantiza una cantidad de morralla que nos puede estallar la cabeza. Para hablar de Picture Book, por tanto, no me queda más remedio que disociarme o esquizofrenizarme, para hablar de ella alternativamente BIEN y MAL.


BIEN: Con decir que en Picture Book vienen todas las canciones buenas de los Kinks ya estamos diciendo que merece muchísimo la pena. Tópicos aparte (los Kinks eran dos hermanos del Norte de Londres, Ray Davies se creía mejor que Lennon y McCartney juntos, inventaron el rock duro, inventaron el music hall, inventaron el chicle…) lo que nos queda de los Kinks son las canciones. El tema de este grupo es que entre 1964 y 1968 sacaron la que posiblemente sea la mejor racha de singles de toda la historia del pop, y luego en 1968 les dio por hacer discazos y no pararon hasta 1972. Y luego les dio por el teatro musical, y aunque se les fue la olla, hay muchísimo material salvable de esta época que es excelente (y está en la caja).

MAL: Quitémonos la careta, con el Village Green Preservation Society (1968) –cuyo concierto homenaje dio lugar a una sabrosa polémica “virtual”- y con un par de recopilatorios se puede uno hacer una excelente idea del legado de los Kinks. Si ya te gusta tener todos los álbumes y además te compras Picture Book, esperas un valor añadido. La verdad, no es la primera box-set que adquiero, y se han visto maravillas: esa serie de cajas Nuggets, con ensayos a cargo de Lenny Kaye, Greg Shaw o Greil Marcus, en especial esa reciente de San Francisco Nuggets (2007), con un cuidadísimo folleto de papel satinado lleno de fotografías de gran calidad. En esta box-set de los Kinks la presentación no es muy cuidada. Hay fotos chulas, pero pocas. El papel del libreto es endeble y la información interior, regulera y poco novedosa (básicamente dice que los Kinks eran dos hermanos del Norte de Londres, etc…).


MAL: Musicalmente, he hablado de “morralla” en el sentido de ciertas composiciones de las décadas de los 80 y 90. No sé si es justo o no, pero sí sé una cosa. Mientras que en los 60 y 70 los Kinks eran un grupo de referencia (hasta a los punks les llegó su onda), hace diez o quince años ya solo importaban a sus fans más incondicionales. Su prestigio no ha disminuido, me refiero a la relevancia de su música nueva. Además, si bien la caja Picture Book incluye algunos cortes descartados o “donados” a otros artistas y algo de prehistoria Kinks, uno echa en falta un verdadero trabajo arqueológico en plan Beatles Anthology (1995-96).


BIEN: No pienso acabar un post sobre los Kinks hablando mal de ellos (no sea que venga algún “juez virtual” y me ponga a caldo), el sabor de boca quiero reservarlo para la maravillosa música de los hermanos Davies. Varias de sus canciones se cuentan entre mis favoritas absolutas, y ellos como nadie me hicieron comprender que éxito y honestidad artística no iban de la mano en el mundo del rock. Solo con escuchar los tres primeros CDs de la caja Picture Book le puede a uno entrar jaqueca ante tantos y tantísimos temazos buenos. En conclusión, y por zanjar el debate: esta caja de los Kinks, ¿hay que tenerla? La kinkera respuesta es que ni sí ni no, sino todo lo contrario.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Un día en la vida de un inspector de la SGAE


Estatuas Verdes presenta hoy en rigurosa primicia un documento de excepcional importancia: se trata de fragmentos del todavía inédito Diario de un inspector de la SGAE.





22 de noviembre (Santa Cecilia, patrona de la Música)

7:15- Comienza la jornada con desayuno en un bar. Café y porras. De fondo, el odioso programa de Jiménez Losantos en la COPE (¡qué fastidio!) –Más allá de su envenenado mensaje, detecto en prosa locutor/doberman rítmica cadencia rayana en lo musical. Nota: mirar si se le puede cobrar por esto.

8:35- A la puerta de un colegio sorprendo a un niño de la E.S.O. silbando “Como un lobo” de Miguel. Amonestación verbal, colleja y aun le saco 37 céntimos que llevaba en el bolsillo (en concepto de canon).

9:30- Cita con el odontólogo.- Un empaste nuevo y se me ha movido el puente. La broma iba a salir por 250 euros pero al final se ha quedado en 50 (a mi favor), que el dentista me deja a deber por las canciones del hilo musical de la sala de espera.


11:17- Llamada de Teddy.- Me intereso por ver cómo va lo de la Feria de Sevilla. Me dice que va bien, pero que falta dejar atada la cuota por interpretación del “Pobre de mí” en los Sanfermines de Pamplona..

12:13- Escucho el tono Nokia por la calle. Enorme reprimenda.- El infractor no llevaba suelto y lo dejo marchar a cambio de escribir 100 veces “No reproduciré gratis música de la que no soy autor”.

14:45- Almuerzo de trabajo con Ramoncín. Pollo frito y botellines de El Águila (robados por él)- Hablamos de su último libro (un ciclo de novelas sobre el origen del Universo narrados en monólogo interior). A los postres, surge la chispa: El teatro barroco del Siglo de Oro se representaba salpimentado de canciones. ¿Sería posible meter pezuña ahí? Nota: localizar herederos Lope, Cervantes, Calderón, Rojas Zorrilla, etc.


16:13- Ideea geniaal (posible fruto de la siesta). Sirenas de la policía: ¿pagan por algún lado? En España debe haber miles de coches patrulla, sumando Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado + Autonómicos y locales.- Extensible a ambulancias/bomberos/protección civil?

17:25- Encontronazo con una vieja en plaza pública. Le saco 100€ entre lágrimas (suyas)- ¿y si le llega a dar por comprarse un iPhone y lo utiliza para reproducir música descargada ilegalmente? Nunca se sabe!


18:00- 1er encargo del día: boda en Parroquia de San Dimas (el Buen Ladrón). Ave Maria de Schubert, padrenuestro de Simon & Garfunkel, Marcha Nupcial de Mendelssohn y jotas extremeñas (consultar autoría).-
-Disfraz de amigo gay de la novia: éxito total. Convite pasable: aperitivos de pie (ibéricos y fritos), vinos, cup, cerveza y refrescos.
-El cura silba un fragmento de zarzuela que no me da tiempo a identificar!!!!
Ensalada tibia de aguacataes y langostinos. Sopa de marisco. Sorbete de limón y cava (para cambiar la palatalidad), Solomillo al beicon con champiñones. Tarta nupcial (bizcocho mal descongelado).
Marqués de Cáceres y Martín Códax. Café y copa de Bailey’s.
-Amigos del novio interpretan coplilla bufa de contenido obsceno (la madrina abona 5€).
--Barra libre primeros intérpretes: Bisbal, Shakira, Chayanne, Alejandro, Rosariyo, “Follow the Leader”, “Sufre mamón”, Los Rodríguez, Alaska… (calcular importe para Teddy); antes me tomaré un gin tonic más, solo uno solo-

4:37- …..Te-ddy….. di-ne-roooooo……..



domingo, 14 de diciembre de 2008

Palabra


Publico aquí este texto como favor a un amigo, que es su autor:




Hola, amigos. Mi nombre no importa, tampoco otros detalles de mi filiación. Baste decir que soy un ciudadano del mundo virtual –como gustan de decir los cursis-, mi vida es la red de redes (otra cursilada) o lo que viene a ser el Internismo.

Perdonad mi pobre expresión plagada de tópicos del lenguaje: es impropia de mí (será que se me está pegando al leer casi a diario Estatuas Verdes). Digo que es impropia porque mi estilo de escritura es mucho más excelso, podría decirse que soy poeta. Bueno, qué caray, serlo lo soy, otra cosa es que se me reconozca como tal. Soy amigo de Porerror, mi nombre no lo revelaré pero sabed que él suele a referirse a mí como “el buen XXXXXXX”. Leo con asiduidad Estatuas Verdes, pero también soy un fijo de Almanaque de Otoño, Critícamelo, Auditorio Ryman, Siete Piezas, Baile Cadera, Planeta Cúbico, La Hora Frisky, Orphangirl, Boys Just Wanna Have Fun, No te perdono…, Doin' the POP, El Gallo Verde, El Perro Lunar y muchísimos otros blogs que resultaría aquí tedioso listar.


Menciono esto porque para mí es de suma importancia la blogosfera, igual que yo lo soy para ella. Yo os leo a vosotros a diario, pero lo que hasta hora no sabíais es que vosotros también me leéis a mí. ¿Cómo así? ¿Tienes un blog? No, no, no… mi obra es más evanescente, más transitoria, es poesía de guerrilla urbana. Mi obra es como esa palabra obscena de la pintada en el metro de aquel tema de Paul Simon (por hacer un símil friki-cultureta a lo Porerror). Mi obra son las palabras, pero nunca obscenas. A diario la leéis casi sin reparar en ella: soy el autor de las palabras de verificación que Blogger os exige para dejar un comentario. ¿Sorprendidos? ¿Acaso pensabais que estas pequeñas palabrillas las generaba automáticamente un ordenador?

¿No habíais detectado en ellas el hálito de la poesía? Son pequeñas gemas, perlitas destiladas en las horas febriles de la creación poética: la madrugada, los atardeceres, determinadas noches de tormenta. Debo producir millares al día, Blogger me las reclama. En ocasiones las Musas me visitan y no doy abasto, por ejemplo hace un mes llegué a inventar más de 18.500 en un solo día. Sin embargo, ¡el aciago día del 24 de septiembre no se me ocurrió ninguna! En tales duros momentos hay que tirar de las reservas…


En cuanto a mi obra: no me engaño, la mayoría de la gente no presta la merecida atención a mis humildes creaciones. Pero ando en conversaciones con una importante editorial para publicar una antología de estas “greguerías electrónicas”, y si no, ya me caerá por ahí alguna subvención de la Junta de Andalucía. El negocio de las palabras de verificación es un poco lento: verdad es que se precisan miles y miles de estas palabras al día, pero también lo es que el género cuenta con unas estrictas reglas. Por ejemplo, deben evitarse las formas que resulten malsonantes, e incluso las parónimas con algún vocablo existente.

Mi obra maestra, la palabra de la que estoy más orgulloso es “reozois”, aunque no desdeño otras creaciones inspiradas como fueron “pirdaut”, “staliget” o “unymptiv”. Mi sueño –no lo oculto a nadie- es convertirme en un creador de éxito, de los de verdad. Para lograrlo, me estoy preparando las oposiciones a “Bautizador de operaciones policiales”, con la esperanza de algún día ponerle nombre, cual autor vicario, a alguna de las obras del Juez Garzón. Como poeta, suplico vuestra benevolencia. Y mientras tanto (“ovansu”, “delroi”, “extyeh”, “pseatade”, “etholob”, “promav”, “untwort”, “nochenc”, “aeming”, “subwhin”), no paro de crear.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Los estados carenciales


De vez en cuando se agradece un libro fácil de leer pero que no sea ramplón, que no deje de aportarte algo. Es el caso de la novela Los estados carenciales (2002) de Ángela Vallvey. Este libro le valió a su autora el Premio Nadal de aquel año, y aunque confieso que no he leído Nada (1944) de Carmen Laforet, no puedo evitar pensar en cuánto ha cambiado la sociedad española –y en especial la situación de la mujer- desde aquella primera ganadora del Nadal hasta doña Vallvey.

¿Es un libro de y para mujeres? Para nada, pero sospecho que encierra una carga femenina que a mí se me ha escapado por ser tío. Describámoslo cursimente como una poesía o un ritmo interno secretos que a mí se me han escapado en ocasiones, pese a ser plenamente consciente de que estaban ahí (algo parecido a escuchar una conversación a través de una pared: te enteras de todo lo esencial pero te pierdes cosas). Lo que no se entiende del todo siempre resulta fascinante, más que lo que no deja resquicios o cabos sueltos. Y tiene la ventaja de que, al entenderse, no te deja sensación de ser idiota.



Como os he visto nerviosos al nombrar a Ángela Vallvey deseo tranquilizaros: ella parece ser de derechas, pero es tertuliana de Cuatro o sea que los progres la podéis leer sin problema. Por otro lado atisbo que la suya es una escritura muy femenina (si es que eso existe) pero en ningún caso llega a ser feminista: los que seáis más conservadores tampoco habéis de temer nada con esta mujer. Es Los estados carenciales un libro que pretende ser una disertación novelada acerca de la Felicidad, lo cual no es decir poco. Y felices –o infelices- podemos ser todos, todo el mundo tiene intuiciones de lo que es o no ser feliz, y pienso que en eso radica gran parte del éxito del libro: que puedes llegar a sentirte emocionalmente implicado.

Me acerqué a esta novela movido por la errónea impresión de que era una sátira de los libros de autoayuda, cosa que no es, pero no hay mal que por bien no venga (un inciso, si queréis una sátira cojonuda de la autoayuda leed las dos partes de El diario de Bridget Jones -1996 y 1999-: obras maestras en su género). Más que la autoayuda (psicología barata) este libro indaga en la filosofía barata y la propone como medio lícito de investigar acerca de la Felicidad, que a veces equipara al Bien. Lo que salva Los estados carenciales de ser solo filosofía barata es que se sustenta sobre un andamiaje de Filosofía de “pata negra”, convenientemente descafeinado aquí por la autora para ponerlo al servicio de su trama de amores y relaciones. En otras palabras, esto no es Lo mejor que le puede pasar a un cruasán (2001, Pablo Tusset), aquí se ha leído a Schopenhauer, Séneca, Epicuro, Diógenes, etc.


Sin embargo, no se me asusten. Aunque Los estados carenciales tiene sus cositas curiosas en cuanto a estilo y estructura (varias partes a lo postmoderno -aunque cronológicas-, leves cambios de voz y punto de vista, adjetivación valiente) no es un libro vanguardista ni sesudo, es muy fácil de leer. Tiene lo mejor de ambos mundos: la suficiente trama de amores, rencores, sexo, humor, relaciones, costumbrismo, realismo sucio de marcas de yogur, que se le pide a un best-seller junto con un mínimo de rigor intelectual, píldoras filosófico-reflexivas y dignidad en el estilo literario. En resumen, Ángela Vallvey ha querido hacer Literatura, estoy seguro, pero también tiene que comer la señora.

De todos modos hay un detalle que me fascina y no sé si me preocupa. Leo pocos libros españoles, pero todos los que leo encuentro que son como las pelis españolas: relaciones truncadas, amigotes, cama, gin-tonics, artistas frustrados, más cama, algún minimisterio que le dé emoción… y todos parecen tener un ojo puesto en la gran pantalla, ser fácilmente adaptables a guiones de cine. Le ocurre a David Trueba –admitámoslo-, le ocurría al citado Tusset, le ocurre a Vallvey. Me reitero: se ve que de algo tiene que comer esta gente.


Por último, quisiera detenerme en el humor, para mí lo más importante de cualquier libro. El humor o su ausencia y el tratamiento que se les dé es lo que a mi juicio hace o desbarata una obra de arte. Los estados carenciales tiene presente el humor, pero está puesto de una manera que a mí no me acaba de satisfacer. Es como una tostada con muy poquita mantequilla: de acuerdo, la mantequilla está ahí, y engorda poco, pero no te acabas de relamer. No es que piense que todos los libros hayan de ser graciosos ni de comedia, pero sí que este (el mencionado humor) es un elemento imprescindible, y, ya que presente, debe estar bien dispuesto. Pero es un defecto nimio, en realidad esta novela se preocupa de otras cosas mayoritariamente antes que del humor: de la vida, de la Felicidad y de cómo encontrarla.

No he hablado de la trama y es a propósito: no creo que aportara mucho a mi crítica. Básteos saber que si os interesan los libros en plan Más Platón y menos Prozac, Lo que Platón le diría a Woody Allen, Más Woody Allen y menos Platón y los de esta onda, y si sois “personas humanas” que se esfuerzan por ser felices, a lo mejor este libro es para vosotros. Para mí, desde luego (en pequeñas dosis): leeré más de esta autora.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Lenguaje


“¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?”
-Lamentaciones de Jeremías




“Hay una cosa que se llama lenguaje, amigos. Esta simple aseveración se ha convertido –podría decirse- en uno de los axiomas que rigen mi existencia. El resto no os los digo, porque están sacados todos de la serie Búscate la vida (1990-1991) o de películas de los Hermanos Marx. Tamaña perla de sabiduría (la del lenguaje) nos fue impartida a otro colega y a mí en nuestra época universitaria, y no precisamente por un profesor.

En la universidad, lo más importante era las películas que se veían y los libros que se leían, nunca la materia de los estudios. Para ver películas había un organismo que prestaba videoproyectores o cañones de vídeo o cosas con pantallas y cables colgando. Como veis, no soy experto en la terminología de la electrónica/imagen y sonido (ya lo dijo C3PO: “No me vengas con tecnicismos”). Mi amigo tampoco lo era, y el día que fuimos al Servicio de Promoción Cultural de la uni a pedir “un cable de esos adaptador, con tres pinchos”, el chupatintas de turno nos soltó, “Eso se llama salida RCA. A ver si pedimos las cosas por su nombre: ¿sabéis? Hay una cosa que se llama lenguaje…” Gracias, señor Electroduende, le pido mil disculpas.


La verdad es que a mí el nombre de los cables y los cachivaches “me importa un vatio” (como cantó Alaska), y yo pensaba que RCA era la compañía discográfica de Elvis Presley. Siempre he desconfiado de los supuestos árbitros o puristas de la lengua (el lingüista americano Steven Pinker los llamaba “Jeremías del lenguaje”, en alusión al profeta Jeremías, siempre quejándose y anunciando catástrofes). Para que me entendáis, siempre he considerado la saga de El dardo en la palabra de F. Lázaro Carreter como libros de humor (UUuuuuuuuuuuuuhhhh! Perdón, don Carreter, que “saga” no es una “serie” sino la “historia de una familia”… ¿vendrá usted a atormentarme esta Navidad?)

Hablo con esta soberbia de temas lingüísticos porque puedo (con perdón), soy profesional del tema y tengo estudios. Esto lo digo no por irme de sobrado sino para que comprendáis que me suda el ojjj… la opinión de los demás porque he podido formarme una propia (no me ocurre en casi ningún otro campo del saber, en que soy muy papanatas). Entre los mayores terroristas del lenguaje se encuentra la RAE o Academia de la Lengua Española, cuya sola mención hace que me lleve la mano a la cartuchera. La RAE, amigos, viene a ser la SGAE de la lengua: ellos dicen lo que está bien y lo que está mal, hasta el punto de que los jueces a menudo acuden al diccionario de la RAE para dirimir puntos del lenguaje que podrían dar lugar a diferentes sentencias.

Nada que objetar a esta labor descriptiva de la RAE (que, recordemos, “Limpia, fija y da esplendor”), lo malo es cuando se echa encima otras que no le atañen, llamémoslas prescriptivas: dictar “lo que se debe decir y lo que no”. Acabáramos. Como todo el que mantiene una milonga autosostenida, (religiones, farmacéuticos, psicólogos…), la RAE pretende convencernos de que son imprescindibles. De que si ellos no existieran todos moriríamos, perderíamos la facultad del lenguaje y se nos caería la lengua. Porque sin ellos, amigos, la lengua se corrompería!!!!! Iííííííííí!!!! Afortunadamente, no todo el mundo en la profesión lingüística seria piensa así .


En la carrera asistí a conferencias enteras dedicadas a burlarse de lo mal hecho (desde el punto de vista lexicográfico) que está el diccionario de la RAE. Y si no me creéis, mirad en el DRAE por ejemplo la palabra “jilguero” y partíos el ojete. También fui a conferencias de “papones” de la RAE que clamaban ora por la buena salud, ora por la desintegración de la lengua española. Y despreciaban a la bárbara lengua inglesa, que se permite –oh pecado- no tener una Academia de la Lengua, y por lo tanto Dios la está castigando, Nueva Babel, con la ininteligibilidad mutua de sus hablantes. (Esto es rigurosamente cierto, el pavo ponía como ejemplo que un británico y un americano apenas eran ya capaces de entenderse en inglés… ¿no sería más bien que él era incapaz de entenderlos a ambos?)

Las Academias son cosas de mucha seriedad y no hay que burlarse de ellas: ahí están la Academia de Platón o su émulo, la Academia de Vili del libro Los estados carenciales (2002) de Ángela Vallvey. En otra ocasión, a mi colega el cinéfilo y a mí un borracho nos pidió con mucha dignidad compartir una litrona. Como no accedimos, el hombre nos disciplinó con una perla filosófica, diciendo “Todo es de todos”. Seguimos sin darle cerveza pero mi amigo y yo automáticamente bautizamos a aquel tipo como “el Académico” (por su sapiencia). Los saberes del Académico bien pudieran aplicarse a la RAE, para recordarles que el lenguaje no es de su propiedad. Todo es de todos, ¿no?


En esto creía hasta el día de hoy, en que he visto el anuncio de la nueva campaña del gobierno para que la juventud use condón. “Tronco, yo no corono rollos con bombos”, etc. ¿Quién ha escrito ese rap, la abuela de El Chojín? ¿El ministro Bernat Soria? ¡Viva la RAE! Lázaro Carreter, ¿por qué nos has abandonado!

martes, 9 de diciembre de 2008

Discos ocultos: Sabrina


Hoy tomo prestado el título de una sección del blog Almanaque de otoño para traeros todo un clásico de la música popular. Mucho me temo que al buen Fran G. Matute se le va a pasar por alto un disco tan excelso como este, me refiero a Sabrina (1987) de la artista italiana Sabrina Salerno.

El género de este álbum podría encuadrarse dentro del pop discotequero, o Eurobeat, que tan de moda estuvo durante la década de los 80. Artistas como Bananarama o Kylie Minogue fueron los máximos exponentes de este estilo bailongo que tanta grima daba a gente como Mark Knopfler (se burlaba en su canción “Twisting By the Pool”). Las máximas armas de Sabrina, empero, no eran las musicales, y antes de que os pongáis a hacer chistes de tetas ya los he pensado yo todos.


El tetazo de Sabrina en TVE1, ¿eh? Habría tanto que decir… Nochevieja del 88, Martes y Trece… a lo largo de estos años he leído tantas y tantas sandeces acerca de aquel pechonal momento televisivo. Que si fue el verdadero momento de la Transición en España… la llegada de la Democracia… nuestro punto álgido de libertad de expresión… A Sabrina se le salió una tetica y se vio en la tele… simbólico, ¿eh? Todo el que se acuerde, que levante el pubis.

Volviendo a la música en sí, el álbum Sabrina nos ofrece una serie de temazos, mezcla de originales y de versiones, como hacían los propios Beatles (y ellos fueron famosos, ¿no?). Megahits como “Sexy Girl”, el mencionado “Boys” o “Hot Girl” hicieron de la estrella italiana una celebridad mundial (Número 1 en Europa, nos recuerda la simpática pegatina que acompaña al disco). Sabrina fue muy famosa, a mí me cogió pequeño para palotizarme con ella, pero entiendo que fue un gran sex symbol para toda una generación. Cómo sería que llegaron a sacar un chicle “de Sabrina” que traía pegatinas con fotos de la chorba (mirad bajo los pupitres de mi colegio, a ver qué encontráis).


A partir de 1989 la carrera de Sabrina ha ido un poco lenta, podría decirse. Podría decirse que ya solo se la escucha en el gimnasio de Cosica. Podría decirse todo eso, pero en aquel disco del 87 no se atisbaba ni la más mínima señal de agotamiento. Junto a esos originales de baile, Sabrina (o sus productores) escogieron exquisitos temazos para versionarlos con las tetas fuera (permítaseme la expresión). Así, en este disco encontramos power pop (“My Sharona”), el funk de Prince (“Kiss”), rock clásico setentero (“Da Ya Think I’m Sexy”) o sonido disco (“Lady Marmalade”). Ante tamaña panoplia de estilos, la gran Sabrina logra lo imposible: cargárselos todos o peor aún: hacer que suenen iguales.

Soy desde hoy el orgulloso poseedor de una valiosísima copia de tamaña joya. Según he leído en un blog, “el valor de este disco es incalculable”. Pero no su precio. Me ha costado 2 euros en una liquidación de la única tienda de discos que había en mi barrio. Al verlo, comprenderéis, no he podido resistirme. Ha sido bizarro: Sabrina, el LP, pero más bizarro aún ha sido cuando mi novia me ha insistido en que hoy tenía el deber moral de escribir sobre este tema. Por fin un post de música en el que podéis comentar, ¿eh, enanos viciosos? Boys, boys, boys…

lunes, 8 de diciembre de 2008

Enlaces


“Cada día puede ser un gran día, pero hay días más grandes todavía.”
-Quique González





Creo que fue en el post de Bélgica donde anuncié mi intención de escribir un post sobre las bodas. Por petición popular, helo aquí. Bodas, bodas, bodas… ¡habría tanto que decir! Una vez oí decir que el efecto de una boda en una persona (sumando estrés, incomodidades, comilona, cansancio, borrachera y resaca) era comparable al de un vuelo transoceánico con su jet lag y todo. Y que por eso todas las bodas se hacían en sábado.

Me gustaría poder hablar sobre las bodas con desapasionamiento, y una vez lo hice en un relato que tal vez un día os deje leer. Mientras tanto, no puedo por menos que mojarme: bodas, bodas, bodas… la Última Frontera. Ojalá no me gustaran y ojalá no fuera a tantas pero tengo que admitirlo, a mí las bodas me encantan. Tranquilos, que en todas las bodas encuentro a alguien que me afea la conducta y me censura. “¿Cómo pueden gustarte las bodas?” ¿Será porque todo el mundo va elegante, se come y bebe de puta madre, se echa un buen rato de risas con parientes/amigos a los que no se ve a menudo, se baila, se canta, se cuentan chistes y, en general, es una fiesta? Pues yo soy así de pervertido, señora, qué vamos a hacerle: me encanta una boda.


Confesémoslo ya: este fin de semana he tenido una. La anterior fue a mediados de septiembre, pero ya sabía que estaba esta última en el horizonte y he querido esperar a que pasara para escribir el post. Y no, tampoco ha faltado quien, tratando de darme conversación me haya soltado “¡Qué horror las bodas, no?” Y yo he tenido que contradecirla. Criticar las bodas está tan de moda que se ha convertido en un tópico, como quejarse del calor en verano, de la Navidad, de las corridas de toros o del gobierno de Aznar. Pues sí, puesí… Las bodas me molan, otra cosa es que te encajes en un bodorrio que ni te va ni te viene, de gente que no conoces, obligado, por compromiso y demás incomodidades.

En esos casos, señora, el problema lo tiene usted, no las bodas. Decir que las bodas son caca solo porque haya bodas coñazo (e ineludibles) serían como decir que viajar en general es una mierda solo porque usted sea viajante. Además que las bodas ofrecen infinitas oportunidades etnológicas de estudio y observación, para el que quiera verlas. Y si no, fijaos. En todas las bodas SIEMPRE hay un hippy. Por “hippy” me refiero a alguien ataviado inapropiadamente, sea rollo alternativo, rastafari, cani o borroka. Las dos últimas bodas a las que he acudido no han sido una excepción. Chanclas, rastas, trajes estrafalarios… ¿tienen cabida en una boda? Uno por boda, siempre.


Otra cosa curiosísima de las últimas bodas a las que he ido (creo que 10 en tres años) es la tendencia de los curas a irse de locos en la homilía. Ya sabemos que “el Amor todo lo puede, y todo lo perdona” y todo lo que dijo San Pablo, pero es que además últimamente constato que los sacerdotes suelen tener querencia por mostrar cuán enrollados son (en plan obispo de Ávila). Que si “Demos gracias a Dios por Internet y los móviles” (os lo juro), que si “para que un matrimonio tenga éxito es necesario que la pareja se vaya de vacaciones con sus hijos” o que “él no llegue a casa diciendo que se ha liado en la oficina y en realidad venga de haberse liado con otra”

No hay cosa peor que un cura viejo y rancio dándoselas de “enrollado” (os lo dice uno que es católico y estudió en un colegio de curas). Curiosamente, la única boda “enrollada” de verdad a la que he asistido fue gracias a un sacerdote jesuita joven y brioso, amigo de los novios, tal vez por eso resultó tan emotiva. Este hombre glosó, a modo de homilía, un fragmento del poema “Piedra de sol” de Octavio Paz, y no se privó de recordar a los asistentes que igual la frase “amar es combatir” nos sonaba más por ser el título de un disco de Maná. Pues esta boda moló, y es que hasta en las bodas donde menos “he pintado” he podido encontrar mi sitio y guardar un buen recuerdo. Por ejemplo, gracias a una boda en El Puerto de Santa María tuve oportunidad el pasado año de ver la casa de Rafael.


Otra cosa que me hace muchísima gracia de la gente que critica las bodas es que dicen que son una institución rancia y caduca (puedo llegar a estar de acuerdo, el post trata sobre las celebraciones, no sobre el sacramento/contrato) salvo que se trate de bodas gayer, en cuyo caso es importantísimo que se casen y lo dejen en papeles por escrito. ¿En qué quedamos? Seguro que estos defensores lo que no quieren perderse es el convite/recepción/banquete, como se le llama según se sea de cursi. También escuché decir a uno una vez que en las bodas se pasaba muchísima hambre. Será en las macrobióticas, chulo, o será que no te has sabido dar cuenta de por qué puerta salían los camareros con las bandejas. Fundamental acosar a la camarería en plan batalla naval, en plan Cavite o Santiago de Cuba, para formar una barrera humana y no darles escapatoria.

Luego las comidas/cenas las hay más o menos copiosas o espléndidas, pero os diré que todavía estoy por ver una sola boda en la que se coma mal. Para empezar, porque los novios se preocupan mucho de que sus invitados (compromisos, sí, pero en su mayoría familiares y amigos) lo pasen guay y estén bien comidos. Me encanta ese otro clásico de las bodas: las señoras, que, habiendo leído el menú en las tarjetitas y habiéndose puesto hinchas de alcohol y aperitivos, se jaman todos los platos que les ponen por delante y fingen hacerse las sorprendidas cuando les sirven el solomillo. ¡Haberme avisao! Una carne tan rica y me la voy a tener que dejar… Me he tenido que desabrochar el botón y todo. ¡Aaaaaaay! Me encanta.



Y ¿qué me decís de esos camareros déspotas que continuamente te están enchufando (cual mangueras) en las copas el agua mineral, el blanco, rosado, tinto o cava, para que nunca te quedes sin bebida? Son como fontanas etílicas. ¿Y esa otra gigante polémica de paletillos/gente poco afecta al protocolo?: “¿Cuál es mi pan, el de la izquierda o el de la derecha?”. ¡Ay, amigo! Que no es la primera boda a la que te invitan… Cada vez se ve menos la bizarra escena de los nuevos esposos cortando la tarta nupcial mandoble en mano. Cada vez se ve menos la tarta nupcial, qué narices. Podría seguir hablando del chimpún, con esa música “hecha a base de ritmos latinos, viejos éxitos y canciones de moda mal digeridas”, como leí en alguna parte. Podría seguir hablando de la barra libre, pero es que a esas horas servidor ya no está para nadie. Madre, madre, qué fiestuqui. ¡Cásense, coño! (E invítenme).

viernes, 5 de diciembre de 2008

Leninismo y zambombas


“Deja los libros, que hoy queremos descansar”
-Torrebruno




No, amigos, no me he vuelto loco. Y no, buen Migue, no estaba de resaca esta mañana (lo digo porque anoche no hubo post). Anoche no hubo post por culpa del puro y duro cansancio, casi nunca me puede pero anoche sí. Hoy vengo a hablaros de dos temas tan palpitantes como son el Leninismo y las zambombas.

A menudo en la prensa surge el tema de la educación en España a nivel secundario (los institutos, vamos), también en las tertulias de café surge, y en ciertas cenas. La educación es como el fútbol: todos tenemos nuestras propias ideas sobre ella, y todos sabemos más que los profesionales. Para colmo, como todo el mundo ha tenido una experiencia de paso por el sistema educativo, parece que nos vemos aún más capacitados para tener una fuerte opinión. Lo curioso es que a la consulta del médico también hemos ido todos muchísimas veces y no se nos ocurre ir por ahí sentando cátedra sobre medicina. A casi nadie, por lo menos.


Algún día os contaré por qué, pero tengo bastantes amigos profesores de instituto, entre ellos el buen Harvest (cuya opinión sobre el concierto de Dylan causó tanta polémica aquí), que me nutre de muchas anécdotas. Harvest me ha contado esta semana dos historias que se refieren a los dos extremos de la Educación Secundaria, el escalón más alto y el más bajuno. Me refiero a 1º de la ESO y a 2º de Bachillerato, en el primer curso los niños entran con 12 ó 13 años, del otro salen (con suerte) con 18, aunque pueden estar hasta los 21. A 1º de la ESO se llega sabiendo hacer apenas la “O” con un canuto, de 2º de Bchillerato se debe salir listo para la Universidad (o sea, la “O” con un canuto con mejor caligrafía).

Me cuenta el buen Harvest que le ha tocado en suerte este año una clase de Refuerzo de Lengua Española (pese a no ser esa su especialidad), en la cual hay media docena de niños problemáticos. Estos chiquitines no llegan ni a ser simpáticos, que es lo mínimo que se les pide a los alumnos de estas edades. Hay entre ellos dos de una etnia muy famosa en España cuyo nombre me ha pedido Harvest que no revele para que no se le acuse de “racista”. Estos chicos, de 14 años ya, poseen un nivel académico diagnosticado como de 1º de Primaria (6 años). Baste decir que uno de ellos es sordomudo y, con su edad, muy amigo de ir al instituto en coche (conduciendo él mismo) y que el otro es muy fan de Bruce Lee pero no tanto de Gloria Fuertes. Ah, y también es fan de gritarle a su profesor y tirarle a la cara su cuaderno de trabajo.



Los otros de esa clase son fans de la caza, las motos y coches de gran cilindrada y la imitación de sonidos animales. Pero hay uno que no se porta mal, que no finge disparar a las tórtolas en clase ni llama “hijos de puta” a sus compañeros. Quedito, con muchísimo esfuerzo, realiza sus tareas (de manera desastrosa, pero bueno..) y aún tiene tiempo de hacer de traductor entre Harvest y el simpático alumno sordomudo. Tiene evidentes dificultades cognitivas, de aprendizaje, o como se les llame ahora. En palabras de una profesional especialista en psicopedagogía: “Ese crío es zambombín”. Amigo Zambombín, yo te saludo con respeto. Serás torpe, serás lo que usted quiera, pero con tu actitud de esfuerzo continuo y entrega desinteresada estás dando una lección más alta que cualquiera que pudiera dar tu profe Harvest.

En el extremo opuesto del escalafón educativo, en la supuesta aristocracia (por edad y conocimientos académicos) se hallan los chiquitines de 2º de Bachillerato. A estos se les supone la madurez como el valor a los militares. Pero la realidad es que suelen destacar por su poca vergüenza y su tendencia al fiesterismo. Me cuenta Harvest que este año, los mayores de su instituto, con la milonga del Plan Bolonia han encontrado un filón. Cada dos por cuatro te recogen firmas y te organizan una huelga para faltar por el puto careto bajo el paraguas de la acción reivindicativa. Y luego, vaya usted a quejarse y a dar la materia por dada. Como bien dice Harvest, “¡Coño, yo cuando hago huelga sufro las consecuencias: ese día no cobro, y además lo tengo que anunciar en tiempo y forma!”.



Desde el profesorado progre, parece ser que estas dizque huelgas del alumnado (y la alumnada) son contempladas con ojillos cariñosos. Tiernones, ¡ay! Dicen que los alumnos están en su derecho, que está muy bien que sean jóvenes comprometidos, que despierten sus conciencias políticas. ¿Pues no dicen que los chavales se están afiliando en masa a un sindicato de estudiantes Marxista-Leninista! A mí todo esto me parece muy bien, pero en mi época, en mi año de COU, cuando queríamos faltar se iba a los profesores y se les decía: “Mira, que hoy no nos apetece dar clase. Que nos vamos a tangar”. No estaba bien visto, pero a ver qué haces. Recuerdo que en cierta ocasión nos fuimos a recorrer las calles cantando villancicos (nosotros es que no éramos tan comprometidos como la juventud de ahora). Y pensando en los villancicos: ¡qué bien nos hubiera venido entonces contar con una zambomba… o al menos un zambombín!
 
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