Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

sábado, 29 de marzo de 2008

¡Ah, la dulce flauta!


Un ídolo de muchos lectores de Estatuas Verdes, Dion Dimucci, cantaba aquello de “¿Por qué tengo que ser un adolescente enamorado?” (ver lista de “Las 10 canciones más bonitas del mundo”). Pues bien, recientes acontecimientos me han hecho plantearme una cuestión comparable: “¿Por qué tuve que ser un adolescente flautista?”

El viernes pasado un amigo me dijo “Deberías escribir en tu blog sobre la absurdez de la flauta dulce y las clases de música. A mí solo me sirvieron para pringar a toda la clase de salivazos” (con la excusa de limpiar la flauta, se entiende). Cuando íbamos al cole, mucho antes de la época de las mochilas con ruedecitas, debíamos llevar pesadas maletas de hasta 6 kilos rebosantes de material escolar. Pensemos: seis clases diarias, eso hace seis libros más seis cuadernos, estuche, merienda… y eso si no había gimnasia o natación (en mi cole sí, amigos, y no: no era bonito), con las consabidas mudas de ropa. Lo suyo era preparar la mochila la noche antes de acuerdo con las asignaturas pero yo tenía un amigo que todos los días se traía todo el material.

Para colmo, ciertas clases especiales requerían material especial, de dibujo, pintura, marquetería (aquella segueta diabólica), o ir cargando con tubos de cartón, paneles enormes, maquetas varias… y para guinda, la flauta dulce. El nombre de este instrumento siempre me fascinó, me parece genial para ser un artefacto que vas a estar metiéndote en la boca y chupando. Pero de dulce, nada. La mía era amarilla (las había también blancucias o color marrón, heredadas de hermanos), de una sola pieza, y venía en un plasticoso estuche donde figuraba la marca: Hohner. Había quien las tenía desmontables, de dos piezas, pero lo que sí traían todas era esa especie de palillo o baqueta con la punta de esponja sintética para enjugar las babas (salvo mi mencionado colega, que limpiaba la suya por un método más expeditivo).



Y ¿qué decir del repertorio? El primer año, tras un barniz teórico sobre las notas, los acordes, los ritmos (de qué si no pensabais que iba a saber yo lo que era un compás ternario), y de hartarse de pintar pentagramas, empezaba uno soplando melodías sencillas. Sospecho que mi profesor de entonces se empollaba la teoría y que en realidad sabía de música aproximadamente lo mismo que yo o que usted, señora. Con deciros que también nos enseñaba dibujo técnico… Pero al curso siguiente la cosa cambiaba. Nos cogió uno que era un fenómeno, músico profesional, organista de prestigio y bastante más exigente. De repente, renombradas piezas como “Que llueva que llueva” u “Hoy es domingo de pipiripingo” no podían ser interpretadas ya para salir del paso.

Había que tocar y tocar bien, si se quería sacar buena nota. Estaba el “Canon a dos voces”, “Soy de Santurce”, “Tanto reloj de oro”… recuerdo que a mí no se me daba mal, y que siempre me iba a las páginas del final del libro a tocar una pieza titulada “Ron, ron, ron” que me encantaba y nunca dimos en clase (todavía la recuerdo, ¿eh?, me la sé de memoria). De vez en cuando había que tocar por parejas, incluso por tríos. Mi mejor amigo de entonces y yo quedábamos y ensayábamos como Dios nos daba entender. Lo más seguro es que acabásemos divagando, como aquella tarde que en mi casa nos dio por sacar de oído la melodía de “You’re the One That I Want” de Grease.

Tampoco fui ajeno a interpretar la música soplando por el agujero de la nariz (¿cochinada? ¿innovación?), pero ya digo que en octavo de EGB se me acabaron las tonterías y hube de ponerme las pilas para tocar bien. Suerte que tenía una vecina que tenía la carrera de piano y ella me enseñaba por las tardes a clavar las cancioncillas de la flauta para tocarlas perfectamente. Además mi profe tenía una particularidad: a todo el mundo le ponía un 6 pero una vez que te catalogaba de bueno ya no había vuelta atrás. Una vez me puso un 10 (gracias al buenhacer de mi vecina, que me tenía aleccionado) y ya todo fueron meros dieces durante ese año y el siguiente.

Es verdad que el tiempo ha pasado y de aquella joven promesa de la flauta de plástico ya tan solo queda el recuerdo. No sé tocar ningún instrumento, y mis amigos y compañeros de clase solo saben de música lo que han aprendido a posteriori. Mucha gente opina que es una tontería hacer a los niños tocar la flauta dulce pero yo en realidad no veo dónde está el problema. Es una sandez, de acuerdo, no sirve para nada, correcto, pero seamos serios: ¿es que algo de lo que se estudia en el colegio te sirve luego para algo en la vida? A mí solo se me ocurre leer, escribir y hacer cuentas. Lo demás (mis bellas vidrieras con papel celofán, mis estructuras con piezas de panel cortadas y pintadas, mis copias de cuadros impresionistas, circuitos eléctricos, lecciones de Biología, Latín o hacer el pino sobre una colchoneta verde) no es que sirva para nada… pero todo ayuda, ¿no?

17 comentarios:

GRILLO SOLITARIO dijo...

ESTOY DE ACUERDO EN QUE HAY MUCHAS COSAS QUE SE DAN QUE NO SIRVEN PARA NADA. MIS CLASES DE LATÍN FUERON TOTALMENTE INÚTILES. AL ACABAR EL CURSO PENSÉ: "HE TARDADO UN AÑO EN APRENDER ESTO, A VER LO QUE TARDO EN OLVIDARLO". Y PARA ORGULLO MÍO CON EL VERANO ME BASTÓ.

SIN EMBARGO SÍ VEO UNA GRAN UTILIDAD EN APRENDER LA FLAUTA. APARTE DE QUE COMO ACTIVIDAD EN SÍ ES, ENTIENDO, CONVENIENTE PARA NIÑOS (SE SUPONE QUE EDUCAR ES MUCHO MÁS QUE ENSEÑAR COSAS), A MÍ SÍ ME HA SERVIDO CUANDO HE QUERIDO TOCAR LA ARMÓNICA O LA GUITARRA. NINGUNO DE LOS DOS INSTRUMENTOS LOS TOCO BIEN, ES CIERTO. PERO CLARO, UNA COSA ES QUE HABER APRENDIDO ALGO DE FLAUTA Y DE TEORÍA MUSICAL ME AYUDE, Y OTRA QUE YA CON ESO SEA UN YIMIJENDRIS. POR OTRA PARTE, SI TICI MAL AHORA, NO QUIERO NI IMAGINAR CÓMO TOCARÍA DE NO HABER DADO CLASES DE FLAUTA...

Fran G. Matute dijo...

Estoy con Lonely Cricket. A mí lo de la flauta fue de lo poquito que me sirvió del cole, sobre todo cuando me puse a aporrear una guitarra española intentando sonsacarle las notas de "Shangri-La" de The Kinks.

Lo que no recuerda Porerror es que el profesor erudito que nos daba música ponía un banco en la cabeza a un alumno en concreto que se le olvidaba a veces llevarse la flauta a clase... y eso que la flauta estaba tuneada con pinturas de camuflaje militar.. esa sí que molaba, ¿no?

Anónimo dijo...

A mí lo de la flauta no me tocó, pero todavía recuerdo en primero de BUP (con lo mayor que se sentía una al entrar en el "insti") que nos hicieron disecar una cigala....vaya trauma.

Que para qué sirve disecar una cigala?
Ignoro si tenía algún fín educativo...a mí sólo me sirvió para cogerles manía...y desde entonces no las como.

...esto me recuerda la peli "Night on Earth", la parte de Roberto Benigni....el trauma que cogió con la pecorina. No os la perdáis.

Silvia

GRILLO SOLITARIO dijo...

RESULTA PARADÓJICO LO DE LA CIGALA DE SILVIA. EL HABER MATADO A AQUÉLLA HA SALVADO DE SER COMIDA A MUCHAS OTRAS... GREENPEACE O ALGUIEN DEBERÍAN PLANTEARSE UN PAR DE COSAS AL RESPECTO :-P

Kike dijo...

Si... Dicen que los colegios de curas son una fabrica de ateos... Y que mucha gente que trabaja en McDonalds no vuelve a comer alli... Y es que no hay nada como conocer algo a fondo para odiarlo.

De todas formas, una cigala es una cigala!

Un saludo,
Kike

Fran G. Matute dijo...

Si de verdad queréis saber sobre cigalas/langostas, leed "Hablemos de Langostas" de David Foster Wallace... hilarante!!!

Anónimo dijo...

Estimado radio alma,
te habla una ex trabajadora de McDonalds y Burger King (sí estimados tertulianos, todos tenemos un pasado). Siento decirte que yo SI como McDonals y, es más, me gusta.
Tal y como os he comentado en alguna ocasión no puedo comentar la calidad de la carne (que llega cortada, picada y envasada) pero las verduras son frescas (he ido a comprar tomates al mercado para Burger King) y las cocinas están más limpias que los chorros del oro (también me tocó limpiarlas).

Lo dicho, que como mcDonalds como el que más aunque siempre con moderación, que bueno para la salud no creo que sea.

Karmen dijo...

LA-SI-DO-DO-SI-LA-SOL-FA-FA-SOL-LA-LA-SOL LA-SI-DO-DO-SI-LA-SOL-FA-FA-SOL-LA-SOL-FA

Pink Panther dijo...

Odio la flauta. Odiaba las clases. Las monjas me obligaban a quedarme por las tardes castigada por no haber sabido tocar no se qué melodía horrenda. No me ha ayudado a nada en la vida. El cuadro impresionista era útil, porerror. ¡Dónde va a parar... ni punto de comparación! Y también me gusta el McDonalds y el Burguer King, me alegra saber que las cocinas están limpias - esto sí que es útil y no el pino en la colchoneta verde o el potro (mi pesadilla de las clases de gimnasia).

Efe1con4 dijo...

Que grande la flauta Hohner, ni idea donde estará la mía, probablemente nutriendo algún vertedero...que pena, ahora que ya voy teniendo otra edad en la que echo de menos cosas , jamás la tiraría.

¡En mi colegio tenía canto!

La flauta me lleva irremediablemente a recordar mi preciada y colorida baticao...
Te invito a leer lo que escribí un domingo de resaca en un momento de lucidez existencial.

Link

Porerror dijo...

Fran G. Matute, ese colega tuyo que tenía la flauta pintada de camuflaje... ¿no sería el mismo que en clase sacaba una pistola "réplica" y se dedicaba a apuntar a todo el mundo cuando el profe se daba la vuelta, no? ¿Y que entraba a canasta con las manos en los bolsillos? ¿Y que acabó en la Legión?

Pink Panther, deploro tu imagen de la educación. Sin embargo, y sabiendo lo musical que eres, ¿la flauta no te ha ayudado ni un poquitito chico?

Karmen, bella melodía. Sin duda se trata del 4º Movimiento de la 9ª Sinfonía de Ludwig Van Beethoven, ¿no?

GRILLO SOLITARIO dijo...

Y NO OLVIDEMOS HABER APRENDIDO EN FLAUTA EL ESTRIBILLO DE LA CANCIÓN MÁS CURSI DEL MUNDO (NO, AÚN NO HABÍA TONTIPOP)

http://www.youtube.com/watch?v=nRTZv4PfnSk

Karmen dijo...

Porerror: Sin duda.

Grillo: ¡Obra maestra! ¡Qué visionarios!

Fran G. Matute dijo...

Porerror: No. No era ese. Este era más "hippie"...

GRILLO SOLITARIO dijo...

:- >>

Porerror dijo...

Fran G Matute: ¿ese compañero de clase era, entonces, uno que solía ir a catequesis a leer a Nietzsche, que guardaba cierto parecido físico con Jim Morrison en 1970 y que interpretaba canciones de Black Sabbath con la guitarra eléctrica en su azotea (para deleite de los vecinos)?

Aranchi dijo...

Que guapa es Anne Gartivuru es muy guapa pero mucho maquillaje se pone

 
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