Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

viernes, 18 de abril de 2008

Shine a Light


Me había prometido no escribir esto hasta haber terminado una cosa del trabajo pero ¿quién se priva? En realidad es que las imágenes y los sonidos me rondan por la cabeza desde que el pasado jueves noche fuera al cine a ver Shine a Light (2008).

La última entrega del cineasta rockero Martin Scorsese es la grabación de un concierto de los Rolling Stones en su pasada gira “A Bigger Bang” (donde promocionaron el exitoso disco del mismo título). En realidad la película –documental rock- es un montaje de dos conciertos, realizados ex profeso para la filmación en el Beacon Theatre de Nueva York. ¿Nueva York más Rolling Stones más Scorsese? Tranquilos que esta peli no la habéis visto ya, aunque pueda parecerlo.

De hecho, como jocosamente dijo el propio Mick Jagger, “creo que esta va a ser la primera película de Scorsese en la que no suene “Gimmie Shelter” en la banda sonora”. Admito que yo acudí al cine con bastante prevención, la misma sensación que encontré en todos los fans de los Rolling Stones y Scorsese a los que invité a acompañarme y que dijeron que no. Uno de mis amigos dijo algo que suscribo “yo es que los Rolling Stones hace años que hago como si no existieran”. Yo también. Su repertorio, por lo que a mí respecta, termina en 1978. Otro amigo dijo “es que me da un poco de miedo”. Comprensible.

Aún más comprensible si empezamos a comparar esta Shine a Light con aquel The Last Waltz del que hablamos aquí. Aquello era The Band en la cúspide de su poder, más Bob Dylan, Neil Young, Van Morrison, Eric Clapton… esto son los Stones en 2006, y comparten escenario con Buddy Guy, el nota de White Stripes , Christina Aguilera y… Bill Clinton. ¡Seguid leyendo, no os asustéis!

Las comparaciones, estamos de acuerdo entonces, han de ser evitadas, porque no se trata de El último vals II, sino de otra cosa diferente, algo así como 1) ¿Qué pueden aportar los Rolling Stones cuarenta años después de haber pasado por el mejor momento de su carrera? 2) ¿Siguen siendo relevantes musicalmente? 3) ¿Siguen siendo capaces de ofrecer un cojonudo (no solo digno) espectáculo sobre el escenario, o 4) se han convertido en una parodia de sí mismos 5) y en una máquina de hacer dinero?

Tras ver Shine a Light, la respuesta a estas preguntas es, a mi entender: 1) Entretenimiento y la emoción de estar en presencia de unas leyendas, 2) No, 3) Sí, 4) No y 5) Sí. El comienzo del documental me dio bastante mala espina, presentando la falsa dicotomía Scorsese = maniático del control contra Rolling Stones = bohemios anárquicos. Luego empezó el espectáculo propiamente dicho y todos mis temores se disiparon. Así, sin más. Como los Rolling Stones son uno de mis grupos favoritos disfruté muchísimo con el concierto que me pusieron por delante.

El repertorio me pareció muy inteligente: no tocan ni una de su último disco, gracias a Dios. Hay clásicos inexcusables (“Satisfaction”, “Sympathy for the Devil”, “Brown Sugar”, “Start Me Up”, “Jumpin’ Jack Flash”), clásicos ocultos para los muy fans (“Connection”, “Live With Me”, “You Got the Silver”, “As Tears Go By”) y algunas sorpresas. Entre ellas, las versiones de “Just My Imagination” de los Temptations, o “Champagne and Reefer” de Muddy Waters. Y no solo de música negra vive el hombre: también tocaron “Faraway Eyes” o “Loving Cup” en plan country, para demostrar que son el mejor grupo americano de fuera de los USA.

Geniales las colaboraciones de Buddy Guy (por descontado), Jack White (de White Stripes y The Raconteurs), e incluso de Christina Aguilera, en serio. Y tranquilos, que Clinton no canta ni toca el saxofón en “Brown Sugar” –como yo me temía.

Si la película/concierto me llamó la atención por algo fue por el deliberado intento de los Rolling Stones de borrar cualquier huella pop de su pasado. Incluso “As Tears Go By”, la más pop que interpretaron, la hicieron con un aire country. Y aquí la celebración fue la del blues, el R&B, el country, el rock and roll… nada de pop. Nada de “Paint It, Black”, de “Out of Time” o de “She’s a Rainbow”. Bueno, me parece torpe negar esa importante parte de su herencia (la que a mí me cautivó hace años como fan suyo). Después de todo, como dijo Bob Segarini, “hay que tener pop”. Pero da igual. Id a ver Shine a Light, de verdad, que es muy bonica.

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