Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

lunes, 7 de abril de 2008

Operación Felix (II)


Las ocho de la mañana era la “Hora H” del encuentro para todos los reenactors dispuestos a participar en la grabación de un documental sobre un ucrónico asalto nazi al peñón de Gibraltar. El lugar de la cita, el aparcamiento de un McDonald’s (fijo que el Führer y el Caudillo hubieran tenido algo que decir acerca de esto).

A nuestra llegada encontramos a una docena de personas (todos varones) terminando de ponerse los uniformes, y pertrechándose para el combate. Apresuramos a nuestro colega E a cambiarse, y nos presentamos. Nos saluda el que maneja el cotarro: Javier, un hombre culto, que habla idiomas, padre de familia y que viste el uniforme de teniente de la Wehrmacht. Pertenece al 2nd Battlegroup (asociación internacional de recreación bélica alemana de muchísimo prestigio) y su coche parece una tienda de militaria, tal es la cantidad de pertrechos, cascos, correajes, gorras, cantimploras, etc, que contiene.

Nada más vernos nos saluda: “¡Ah, muy bien, muy bien! ¿No traéis vuestro uniforme? Pues nos os preocupéis que os los prestamos”. Me mira a los ojos y me suelta: “Tú quedarías muy bien de jerarca del partido Nazi en las escenas del Cuartel General”, y me coloca una gorra de oficial alemán. “Perfecto, das el pego”. Amablemente le explico (mi amigo J directamente ha ido a esconderse detrás de un seto, por la vergüenza) que no es nuestra intención “vestirnos”, sino que venimos acompañando a E, a curiosear y a hacer fotos. Mientras tanto E ya se ha cambiado y agarra su fusil Mauser Kar 98 (réplica de airsoft). Estamos listos.

Me llama la atención que no solo hay alemanes. Además de seis o siete soldados y un oficial de la división Grossdeutschland, tenemos a un general, a un soldado de las SS (división Leibstandarte-Adolf Hitler) y a uno de los Gebirgsjäger (tropas de montaña). Pero también han venido los chicos del grupo Frente de Madrid 1936-1939, dos soldados, un comandante y un alférez. Claro, una buena recreación de este episodio no podía prescindir de militares españoles.

Todo el pelotón se dirige a la primera de las localizaciones: un búnker en desuso junto a la playa de La Línea. Rodeado de varias piezas de artillería, desde el enclave se aprecia perfectamente la forma del Peñón. Imaginadnos a las ocho de la mañana por las calles de La Línea. Cuando llegamos al búnker allí se encontraban el director y el productor del documental, las cámaras y algunos figurantes más: dos generales alemanes y un par de falangistas ataviados con camisa azul, yugo y flechas en rojo, pistola Astra, etc, que la verdad a mí me dieron peor rollo que las insignias nazis (a lo mejor porque para los españoles tienen connotaciones más cercanas).

Dentro del búnker nos esperaban dos sorpresas: una ametralladora alemana MG 34 original, con su trípode y todo (me dicen que eso vale unos 2.400 euros) y la Policía Nacional espeluznada de lo que se había montado allí. Los policías comprobaron que todas las armas estaban inutilizadas o eran de juguete (había también dos mosquetones de palo sacados, al parecer, de un almacén de guardarropía de Madrid). Y ¡manos a la obra! En este caso, y tras una breve instrucción militar, comenzó el rodaje. Se determinó que el SS y el cazador de montaña quedaran fuera (no pegaban con el resto) de momento. Ya se les llamaría para hacer bulto en otras escenas.


Entonces descubrí una terrible verdad: un rodaje es aburridísimo. De cuando en cuando algo de acción, luego a repetir, y entre toma y toma mucho tiempo libre absurdo. Trabé conversación con el que iba de las SS: hasta yo me di cuenta de que su hebilla estaba mal pues era de postguerra y pertenecía a la República Democrática Alemana. El chico era gibraltareño, y me contó que él y otro amigo de Gibraltar –también presente- se habían picado con este hobby, y habían decidido vestirse de alemanes “porque molan mucho más que los Aliados”. En esto llegó una familia de Londres, fascinada, que no paraba de echar fotos, y nos preguntaron que qué era aquello. El londinense se quedó estupefacto al comprobar que aquel soldado de las SS era británico como él (uno de Stepney, otro de Gibraltar). El Gibraltarian se encogía de hombros. “Lo mismo me decía mi abuelo: ¡pero si los alemanes perdieron la maldita guerra! Mi parienta también dice que estamos locos”.

De repente se oyó un grito en alemán y del búnker surgió corriendo una sección de la Grossdeutschland que subió por un terraplén pegando tiros. “¡Ha valido! Pero vamos a hacer otra por si acaso”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hijo mío, pero ¿donde te metes? ¿ya no estás un poco mayorcete para estas cosas?

GRILLO SOLITARIO dijo...

¿CÓOOMO?? ¿¿QUE TUVISTE LA OPORTUNIDAD DE VESTIRTE Y LA DESPERDICIASTE?? ¡¡NO SE PUEDE UNO PERDER ESO!! SALVO QUE MAX MOSLEY ANDE CERCA, CLARO :-P

Riggy dijo...

Me encantan estos submundos de fanáticos de algo.

No entiendo como rechazaste la posibilidad de ser un jerarca nazi!

Anónimo dijo...

PONERTE UN UNIFORME DE JERARCA NAZI!?...QUÉ SERÁ LO PRÓXIMO?...PONERTE UNO DE BIKER SCOUT?

 
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