Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

domingo, 11 de mayo de 2008

"Verán ustedes canela"


Si cuando tenía ocho o nueve años me hubiesen preguntado quién era mi autor favorito, seguramente hubiese respondido que “Javier” Poncela. La verdad es que durante mi infancia, el parecido fonético (llamadlo etimología popular) me hizo conceptualizar así a Enrique Jardiel Poncela, gran escritor cómico de novelas, cuentos y obras de teatro. Junto con Miguel Mihura y Edgar Neville forma parte de un grupo de escritores “de segunda fila” (con todas las comillas que queramos) que alcanzaron un gran éxito de público durante la primera mitad del siglo XX y que luchan por no ser relegados al olvido ya que el canon los arrumbó a un lado del camino. Quizás la obra Tres sombreros de copa (1932) de Mihura sea la excepción que confirma la regla.

De pequeño tuve oportunidad de ver una versión televisiva de Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936), cuyos diálogos me impactaron tanto que raro es el día que cuando alguien nombra el condimento más usado en el mundo, la sal, yo no respondo “¡Entra!” (citando una escena de esta obra). Poco después me encandiló la versión cinematográfica (de 1956) de su comedia Los ladrones somos gente honrada, protagonizada por Don José Isbert, José Luis y Antonio Ozores y Antonio Garisa (ahí es nada). La escena inicial (y final) del sacamuelas Pepe Isbert pregonando las virtudes de la “tortuga salvaje del Amazonas” se cuenta entre mi panteón de más memorables del cine.


Con el tiempo me fui enterando de quién era en realidad este Jardiel Poncela, que escribió novelas y que trabajó como guionista de la Fox en el Hollywood de los años 30. Su estatus de autor cómico y de segunda le hizo ser un favorito de los grupos de teatro de mi colegio, con lo que pude zamparme estupendos montajes amateurs de, por ejemplo, Eloísa está debajo de un almendro (1940), Un marido de ida y vuelta (1939) o Los habitantes de la casa deshabitada (1942).

Con el tiempo también dejó de ser “mi autor favorito” pero no disminuyó mi admiración por él, ya que los años me han hecho dar el salto del simple chiste al sofisticado humor en ocasiones de cariz intelectual que despliegan sus obras. Y esto es una gran clave, ¿no? Obras graciosas ante todo que pueden ser disfrutadas lo mismo (a distintos niveles) por un niño que por una persona exigente en sus lecturas.

Compruebo que su trabajo poco a poco se va restaurando en el imaginario crítico, que cada vez se le va considerando mejor. Me consta que alguna de sus obras se lee y estudia en los institutos, que sus novelas y obras de teatro están publicadas por editoriales tan prestigiosas como Espasa-Calpe (antigua Austral) o Cátedra de Letras Hispánicas. Incluso Vicens-Vives tiene ediciones de Eloísa… y Cuatro corazones… en su colección juvenil o escolar. Buena señal, todo esto.

Pero no solo éstas publican sus libros (lo que es indudable síntoma de buena salud), otras editoriales pequeñitas, más cucas, caso de Castalia, Algar, Edhasa, Biblioteca Nueva o Rey Lear también están reeditando muchas de sus obras menores. Así me topo con un par de cuentos de Jardiel que he leído últimamente. Los dos tienen en común el ser aventuras apócrifas de Sherlock Holmes (¡ah, los detectives qué juego dan!), en tono paródico y narradas en primera persona por un tal “Harry” (¿Enrique? ¿Harry J. Poncela?) en lugar del Dr. Watson. Los dos subvierten el relato detectivesco al incorporar todos los elementos tópicos del género para dinamitarlo desde el humor absurdo.

Las parodias de Holmes que Jardiel escribió aparecieron en 1930 bajo el título de Novísimas aventuras de Sherlock Holmes y ahora se están recuperando poco a poco. “La momia analfabeta del Craig Museum” (1928) se encuentra en un volumen antológico de Castalia, Relatos de humor del siglo XX (2000), junto a piezas de Pérez de Ayala o Ramón Gómez de la Serna. “Los 38 asesinatos y medio del Castillo de Hull”, se ha publicado en 2007 en la colección Breviarios del Rey Lear. Los dos son a cuál más disparatado y a cuál mejor. Leerlos solo ha hecho que aguzar mi apetito por la prosa humorística de este señor. Pienso ir corriendo a por las novelas, a ver si como promete Don “Javier” en uno de sus cuentos, veo canela (que rima con Poncela).

1 comentario:

Fran G. Matute dijo...

Siempre he pensado que Poncela hubiese hecho un tándem estupendo con Samson Raphaelson (el principal guionista de Lubitsch)...

 
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