Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

jueves, 10 de julio de 2008

Fardando con Sonny Clark


No me gusta repetirme con los temas en Estatuas Verdes, así que como anteayer se habló aquí del concierto de Bob Dylan y ayer de Operación Triunfo, hoy en cambio toca escribir sobre música.

No entiendo mucho de jazz, de hecho no entiendo nada, pero el poquísimo criterio que he podido llegar a tener me ha venido de la manera que considero más bonita: escuchando la música. Nunca he leído un libro sobre el tema ni me he documentado más allá de saciar la curiosidad que me despiertan las grabaciones que he ido descubriendo. Por ejemplo, a veces escucho algún tema de jazz que me gusta especialmente y digo “este es el estilo que me mola”. Va uno diciendo me gusta esto, y esto, y esto, y esto… cuando me quise dar cuenta daba la “casualidad” de que todo lo que me gustaba pertenecía al subestilo de jazz llamado hard-bop.

Leemos en All Music Guide que en el hard bop las melodías son sencillas, tienen “soul”, que hay influencia del gospel y que los pianistas y saxofonistas suelen sonar como si conocieran bien el rhythm and blues. Visto esto ya no es casualidad que me guste tanto: el hard bop (que además se desarrolló entre 1955 y 1970) es, dentro del jazz, lo más parecido al soul y al rock and roll. Cuando hablamos de hard bop estamos hablando de Miles Davis, John Coltrane, Sonny Rollins, Wes Montgomery, Art Blakey, Cannonball Adderley, Herbie Hancock, Horace Silver… casi nadie. Esta gente tienen cada uno más discos que la Pantoja y Manolo Escobar sumados (un disco de jazz se podía grabar en un día, así que calculad) pero todos en algún momento practicaron este estilo.


Otro nombre inmortal asociado al hard-bop es el de Rudy Van Gelder, ingeniero de sonido desde sus estudios de New Jersey, en Hackensack primero y en Englewood Cliffs finalmente. Para que os hagáis una idea, este joven (óptico de carrera y profesión) es el responsable de la grabación de prácticamente todos los discos de jazz de los sellos Blue Note, Prestige, Verve e Impulse! durante los años 50 y 60. A él le debemos haber captado con sus micros lo mejor de la obra de Miles Davies o de John Coltrane. Dicen los entendidos que el “sonido Van Gelder” se caracteriza por poder apreciarse claramente todos los instrumentos por separado. Doctores tiene la Iglesia…

Con estas coordenadas de hard-bop y Rudy Van Gelder me topo en una tienda con un disco de jazz muy rebajado. Me suena la portada, la habré visto en alguna lista antológica de cositas que hay que escuchar, aunque no reconozco a los músicos. El disco se llama Cool Struttin’ (1958) y está acreditado a Sonny Clark (piano), aunque también el trompetista, saxo alto, bajista y batería son auténticas lumbreras de la época (no pongo aquí la lista para no resultar tedioso pero la sección rítmica es la misma del Quinteto de Miles Davies).

En pocas (y no cualificadas) palabras: la música de Cool Struttin’ es maravillosa. El disco original son cuatro temas (tres de Clark, uno de Miles Davies), enriquecidos en esta reedición en CD con dos Bonus Tracks. A pesar de durar todos más de ocho minutos me sumerjo en ellos de un modo muy distinto a como lo haría con una canción pop-rock. Los temas largos me aburren soberanamente, los instrumentales también. La música clásica la trabajo poco por idénticos motivos (sé que es una incultura por mi parte)… entonces, ¿por qué me hacen sentir tan vivo estos temazos de jazz?


Las piezas de Cool Struttin’ están basadas en el blues (lo leo en el folleto, yo no sería capaz de darme cuenta). Me encanta leer las críticas de los entendidos, dicen cosas estupendas sobre los cuatros, los ochos, los acordes menores… no sé lo que significan pero sí sé que son los ingredientes mágicos que conforman una música que no te puede dejar indiferente. El título Cool Struttin’ podría traducirse por “pavoneo guay” o la paradoja “fardar sin dárselas de nada”. ¿Seré tan impresionista como para caer en el topicazo y decir que eso es exactamente lo que te hace sentir la música del disco, que te conquista sin darle importancia? Pues sí, está noche lo seré.

2 comentarios:

Fran G. Matute dijo...

Veo que tu acercamiento a la música jazz es muy parecida a la mía.

Los que nos hemos educado el oído escuchando "rock and roll" nos cuesta mucho digerir el jazz. Su falta aparente de melodía, su estructura no basada en estrofa, estribillo y puente, incluso la forma de tocar los instrumentos (que en la mayoría de los casos son los mismos en ambos estilos)... y encima esos temas de 8 minutos instrumentales!! Desde King Crimson no escuchaba nada igual...

Yo también percibí, indirectamente, que lo que me mola es el "hard bop" que citas. Para mí es como el equivalente al Rhythm & Blues o al Honky Tonk. Son ritmos, "feelings"... no sé cómo explicarlo, pero me sugiere algo tan primitivo e inherente al ser humano como respirar. Lo podemos llamar "Soul"?

Anónimo dijo...

Bienvenido al mundo del Jazz porerror. Hay muchos caminos para llegar a esta fascinante música. El Jazz es como una droga, una vez lo pruebas no puedes dejarlo. Se que es una música que despierta simpatías y antipatías por igual, pero que quieres que te diga, a mi me flipa. Espero que algún día podamos hablar de jazz tranquilamente en un club de Jazz,no? sería lo suyo.
Mira, si algo he aprendido con el Jazz es que no hay que buscarle una respuesta a todo. A pesar de lo que parece, mantiene una coherencia interna como música y estilo, pero se trata de la música de la libertad, de la fantasía de los sentimientos. Yo por eso he escuchado y he flipado con muchos estilos que desconocía como el be bop, el hard bop, el cool, el swing,etc.
Además el Jazz me sirvió para llegar a otros estilos, como la música brasileña o fijate lo que te digo, hasta el flamenco.

Bueno porerror, seguiremos hablando de esta mágica música...

 
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