Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Cuanto de solaz


Bueno, bueno, bueno. Salvando el hecho nada desdeñable de que DANIEL CRAIG NO ES JAMES BOND, anteayer fui a ver la 22ª peli de la saga de 007, por título Quantum of Solace (2008). Vaya por delante que me gustó mucho, pero como soy Bondófilo quisiera hacer un poco de análisis para comprobar hasta qué punto resulta satisfactoria. A partir del cuarto párrafo voy a poner muchos spoilers, no revelo los giros de la peli, pero sí voy a decir qué aparece en ella y qué no. Si no la has visto, la quieres ver y no te gusta que te avancen nada, estás avisado. Luego puedes leer sin peligro el último párrafo.

Empecé diciendo que Daniel Craig NO es James Bond. Correcto. Sean Connery fue James Bond, Roger Moore fue James Bond (a la fuerza…), Timothy Dalton fue James Bond, Pierce Brosnan fue James Bond. George Lazenby no nos dio tiempo a darnos cuenta si lo era o no. Daniel Craig no es James Bond (para empezar, hasta un tonto sabe que James Bond no es rubio): será un señor muy malencarado, será no dudo que muy atractivo sexualmente, será un gañán, incluso será muy eficaz en estos papeles violentos que interpreta… pero James Bond no es.


Pese a no ser James Bond, hace de él en la nueva entrega de la saga Bourne, digo 007. Paso a hacerle el test a Quantum of Solace para ver cómo sale parada en cuanto que peli de Bond.

Título sacado de una obra de Ian Fleming: Correcto, sacado de un relato corto de 1960 y además, como manda la tradición, la historia y los personajes no tienen nada que ver con la “Quantum of Solace” original.

Trama incomprensible: Justo en el centro de la diana! Sería tedioso citar aquí el número de medios de comunicación en los que he leído que la trama de Quantum of Solace se entiende menos que Darth Vader comiendo polvorones. Pero vamos, que no es necesario leerlo en ninguna parte: a esta conclusión pude llegar yo solito.


Escenarios exóticos/chulos: Siena, Haití, Bregenz (Austria), el Lago Garda, Bolivia (La Paz y el desierto), Rusia, sí, esta prueba la supera con creces.

Vehículos: Bien es verdad que sale un Aston Martin, con lo que eso está cubierto, pero la peli adolece de un contrato de product placement con la marca Ford. Muchos Fords, todos nuevísimos, en países del Tercer Mundo. No cuela. Y otra cosa: ¿James Bond a bordo de un Ford Ka? I don’t think so! En cuanto a otros vehículos… un avión DC3, un helicóptero Bell UH-1 “Huey”, un caza Aermacchi SF.260, sin duda espectaculares para una peli de… hace cuarenta años!

Tecnología: Mucha tecnología, onda Bourne, y eso es un problema porque deberíamos estar hablando al revés, que Bourne usa tecnología “onda 007”. Que si pantallas táctiles, que si conexiones a Internet instantáneas, que si móviles chiripitifláuticos… el problema es que todo eso lo usan otros, al pobre James Bond no le dan más que dos puños rudos. Ni siquiera sale Q, cojones. Eso sí, los malos hacen un uso espectacular de la tecnología en la escena de la ópera.


Villanos: Los malos de Bond siempre son teatrales, ideeas geniaales, o perturbados. En este caso, Dominic Greene es un malo que está muy a la altura, una creación de maldad y locura que me ha parecido lo mejor de la película. Nada de histrionadas, nada de planes megalómanos: este es un malo de camisa desabrochada y por eso da más miedo. El resto de villanos, de opereta: Elvis (secuaz de Dominic Greene que parece “Sandro de la Bienale” de El Gran Lebowsky), un tal General Medrano y el Guillén Cuervo, no os digo ná.

Chicas Bond: Hablemos, este Bond moja menos que el mercurio, y eso es preocupante. Aquí solo folla una vez, y no con la tía principal. ¡Injuria! Las chicas Bond sí están a la altura, Camille/Olga Kurylenko: obra maestra (en serio, incluso actúa bien) y la pava que hace de Strawberry Fields, una pena que solo salga tres minutos y medio.


Identidad Bond: Solo a la mitad de la peli, cuando veía que Judi Dench se dirigía al personaje de Daniel Craig llamándole “Bond”, caí en la cuenta de que estaba viendo una peli de 007. Bond gañán, Bond de baja estofa, Bond cani… ¡uf! Será muy democrático, pero, ¿dónde quedó aquel agente secreto que desayunaba mermelada Tiptree? En toda la peli no se dice lo de “Mi nombre es Bond, James Bond”. ¡Qué postmoderno, eh? Gracias, venimos a ver ESO. ¿O te creías que veníamos por el guión? Tampoco sale el martini “agitado, no removido”, ahora Bond bebe no sé qué mariconadas… en fin.

Música y títulos de crédito: Pese a haber leído que la secuencia de los títulos iniciales no estaba a la altura, no es cierto: son todo lo que deben ser y están muy bien. También hay tiro a través de un cañón estriado. Sobre la música, diré que es caca, interpretada por el cansino Jack White y una tal Alicia Keys. La canción tenía que haberla hecho Amy Winehouse, y punto. Otra tradición que rompe esta peli es la del miniepisodio previo a los créditos, en este caso lo previo es la directa continuación de Casino Royale (2006), pero eso no supone ningún problema, al revés: es de lo mejor de la peli.


Valoración global: La película me ha gustado mucho, pese a no ser lo que se espera de una de James Bond. Casino Royale tampoco lo era y me satisfizo al 99%, esta menos. Aun así, la recomiendo, pero sabiendo lo que se va a ver. Si la pudierais ver en V.O. pienso que sería mejor. Yo la vi doblada y, además de perderme las voces de Judi Dench, Daniel Craig (casi mejor) Guillermo Del Toro y Alfonso Cuarón, hube de sufrir el bufonesco doblaje pseudofranchute de Mathieu Amalric (el malo) y el ridículo pastiche ruso-¿italiano? de Olga Kurylenko, que en el original actúa con acento boliviano, dicen. Bueno, y al final de los créditos finales lo de siempre: JAMES BOND VOLVERÁ. Pues eso: que vuelva, por favor.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Cosica: Estado de la cuestión


Hoy voy a dejaros con un post gamberro para el fin de semana. ¿Ha llegado ya el momento de hablar bien de Cosica? ¿Así están las cosas? ¡¡¡Mamá, estoy loco!!!

Mi percepción de Cosica viene irremediablemente mediatizada por la temperatura del aire en sus calles. Ayer mismo una compañera de trabajo le preguntaba a otro compi que si en su casa de Cosica no tenía tal o cuál electrodoméstico. El pobre hombre negó con la cabeza y espetó: “En mi casa lo único que tenemos es un frío de dos pares de cojones”. Amén, illo, con el corazón te digo que tú en verdad eres mi hermano.

Y vaya usted a quejarse del frío de Cosica a los lugareños… le mirarán como a un bicho raro y le pondrán mala cara por injuriar vilmente a su bella patria. “Pues aquí hará exactamente el mismo frío que en Tuciudad por estas fechas”. Uy, señoraaa… ¡mis santas narices! Eso me demuestra que usted no ha vivido JAMÁS en Miciudad. Y, siento defraudarla, como bien rememorábamos ayer otra compi de trabajo que también vivió en Inglaterra y yo, en UK hará un frío del caganse, pero disponen de un invento mágico que en Cosica no soñaran. Se llama “central heating”, creo que no tiene traducción al español.


Pero en Cosica, de noche todo cambia (hace aún más frío). Famosos son los fandangos cuya letra dice así:

Cosica, la ciudad que nunca duerme,
con sus burros y sus rebuznos,
con sus perros y sus caballos,
y a las siete la mañana
ya están cantando los gallos


pero no es del ruido de lo que he venido a hablaros. Decía que por la noche, al irse el sol, el frío cosiqués alcanza proporciones épicas. Os lo dice alguien que hoy se ha despertado a las cinco y media de la madrugada (con pijama de invierno, camiseta interior, DOS edredones nórdicos, habitación caldeada por radiador), que hoy se ha despertado a esa hora, digo, de puritito frrrío.


En estos casos, la única manera de combatir al enemigo es atrincherarse en una casa con otros compañeros sufridores, encender una chimenea, un brasero y una estufa de resistencias, comer las papas de bolsa favoritas del Rey (Lay’s sabor jamón) y trasegar cerveza, tinto de Rioja, Frangelico, ron Legendario, el alcohol de las heridas. Y sacar una guitarra, y escribir coplas chorras, y contar anécdotas del trabajo, y de los respectivos lugares de origen, enseñarse fotos de la familia o las novias… como soldados en una trinchera de Stalingrado.


Entonces, solo entonces (‘tonces), es posible que, a eso de las tres y pico de la madrugada se le escape a uno un comentario favorable hacia Cosica, se le ablande el corazón. Y se hará el trago menos amargo, y así, reconfortado –y cagándose de frío- podrá acostarse uno y afrontar al día siguiente (a las cuatro horas) una nueva jornada laboral. Pero como al día siguiente ya es viernes, pues gano yo, y al partir le doy a todo volumen en el CD de mi coche a la canción “Ain’t It Fun” de los Dead Boys. Pero esta vez gano yo, porque voy cantando mentalmente solo, para vencer a los estreptococos, y dejo que por esta vez sea Stiv Bators quien se deje la garganta.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Elvis Costello: ¿Se le ha ido la olla?


La fiel lectora Orphangirl es una buena corresponsal de Estatuas Verdes. Siempre me nutre de noticias: que si la hermana pequeña de Beyoncé saca disco nuevo, que si Feist ha actuado en Barrio Sésamo

Ella sabe que un gurú personal mío es Elvis Costello, principal Personaje Oro de este blog, de modo que nunca me faltan en la bandeja de entrada del email correos acerca del cantante británico. Costello, ¿eh? Habría tanto que decir… Ya se comentó aquí su útimo lanzamiento discográfico, pero no ha sido lo único en lo que don Costello ha empleado su tiempo en este 2008.

Además de su fantástico Momofuku (2008), Costello ha participado haciendo duetos en Acid Tongue (2008), lo último de Jenny Lewis y Little Honey (2008), de la cantante country LucindaWilliams. No para ahí la cosa. Por mediación de Orphangirl leo la noticia de un programa televisivo que Elvis Costello va a presentar en USA. El espacio, de título Spectacle: Elvis Costello With… (en la cadena Sundance) es una especie de talk show musical. Me imagino que, a la maniera de los shows de Johnny Cash y Sonny & Cher, o como dice (con bastante mala leche) el blog Jenesaispop.com, estilo El séptimo de caballería de Papito.


En cada programa acudirá un invitado a hablar y actuar con Costello; en la nómina se espera a Rufus Wainwright, Elton John, James Taylor, The Police, Lou Reed, Tony Bennett, Kris Kristofferson, Norah Jones, Herbie Hancock, She & Him, Jenny Lewis (¿cómo no!), Diana Krall (¿CÓMO NO! –es su mujer) y otros menos obvios como Bill Clinton o Smokey Robinson (“el mejor poeta americano vivo”, según vuestro admirado Dylan). Por cierto que Jakob Dylan (el que no quería aprovecharse de la fama de su padre y se puso el mismo nombre artístico) acudirá también.

No contesto con esto, otro email de Orphangirl me sorprende con la participación de Costello en un especial navideño del cómico yanqui Stephen Colbert. En el clip, (en el que también aparece Feist, por cierto) el cantante se presta nada menos que a ser devorado por un oso (no os digo más que que sale difrazado de soldadito de juguete). ¿Costello showman? ¿Costello entertainer? ¿Costello ida de olla? Pues esperad a lo que viene ahora.



La semana pasada me envió el buen Fran G. Matute otra noticia relacionada con Elvis Costello, la cual ya conocía pero que había dado al olvido (afortunadamente). ¿Costello actor? ¿Costello ideeas geniaales? ¿COSTELLO SABUESO? Semejante antetítulo pudo leerse el día 19/11/08 en el diario El País. ¿A cuénto de qué?

Steve Nieve, histórico pianista del grupo de Elvis Costello, estrena en el Teatro Chatelet de París su ópera Welcome to the Voice (2007), en la que intervienen una serie de voces clásicas, Joe Summer (el hijo de Sting), el propio Sting y Elvis Costello, en el papel del “jefe de la policía” (de ahí lo de sabueso). Desde “Watching the detectives” no se vio nada igual, ¿eh? La ópera solo tuvo cinco representaciones (la última ayer), por eso -¡ay!- me quedé sin verla. Pero yo ya estoy comido solo con ver esas fotazas de Elvis C. ataviado de poli haciéndole pupita a Sting, que interpreta el papel del “joven obrero del metal”.


Devorado por un oso, poli de opereta, tocando el saxofón con Clinton en la tele… amigo Costello, ¿acaso se te ha ido la pelota? En estas reflexiones estaba cuando en una estantería perdida de casa de mi madre encontré uno de mis discos favoritos, que creía perdido. The Juliet Letters (1993), de Elvis Costello and The Brodsky Quartet, fue un regalo por mi 15 cumpleaños en cassette original, tanto me gustó que aquella tarde me tangué la clase de inglés por escucharlo. Años después lo compré en CD… hace tres días lo reencontré, y fue como reencontrase con un viejo amor. No voy a deciros cómo es el disco ni a qué suena… si tenéis alma, ya sé que lo buscaréis.

martes, 25 de noviembre de 2008

Oda al donut


A esta horita ya de la tarde vamos a quitarnos la careta de una vez por todas y proclamar a los cuatro vientos un secreto a voces. No, no me estoy refiriendo al divorcio de Felipe González ni al hecho de que haya tongo en el Premio Planeta. Quiero dejar mi garganta, atormentada por los estreptococos, gritando que EL DONUT ES EL MAYOR INVENTO DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD.

Y os lo dice uno que no merienda, desde chico me acostumbré a no merendar. De todas maneras, si consultara a un nutrólogo fijo que me diría que para merendar me tomara dos mandarinas, o sea que ni caso. El donut es el mayor invento de la Humanidad, lo que pasa es que engorda y por eso está feo decirlo. Está hecho de grasaza animal, de chocolate, de crema, de azúcar… de cosas ricas que engordan. Lo primero que necesitamos para hablar de algo es delimitar el objeto de estudio. ¿Qué es un donut?


Una de las muchas cosas que he aprendido viendo la tele es que en Madrid y por ahí les llaman “bollos” a los pastelitos de bollería industrial: palmeras, cuñas, caracolas, xuxos, cañas… ¿Se encuentra el donut en esta categoría? ¡INJURIA! El donut, el buen donut, es una obra de arte, un poema que se nos ha dado para mancharnos los dedos pecando. Etimológicamente, la palabra donut es una bárbara simplificación yanqui de la palabra inglesa doughnut, que significa literalmente “pella de masa”. Todavía recuerdo cómo se rió de mí la profesora particular de inglés –graduada en Cambridge- cuando me vio escribir la palabra doughnut de aquella forma: donut. ¡Perdón, Vanessa, por seguir los absurdos dictados USA!


Para mis torpes ojos de niño español criado en los 80, un donut era esa especie de engendro o rosquilla que la empresa Donuts facturaba y factura para consumo estupefaciente y masivo en los colegios. Alguien debería hacer un estudio entre la relación de la comida basura y la música indie en España: Sr. Chinarro trabajando para Donuts, el de La Casa Azul para Nesquik… conozco a cantautores que pierden la cabeza por la bollería industrial. Volviendo al tema, es cierto, como es lamentable que en España durante muchos años se ha identificado “donut” con el nefando producto con un agujero en medio. Afortunadamente, la cosa ya está cambiando.

Incluso una miserable franquicia como Dunkin’ Donuts ha hecho bastante por hacernos ver la luz. Vayan allí, despáchense media docena y luego me cuentan. Yo me convertí al mundo del donut en USA, hay que admitirlo. Al igual que las hamburguesas y tantas otras cosas, el donut es un pequeño prodigio que si se hace bien cae dentro de la categoría de lo sublime; si se hace mal es simplemente asqueroso. Una vez más, los mejores donuts son los “artesanales”, realizados en pastelerías u obradores, de los que afortunadamente cada vez se ven más en nuestras ciudades. Allí en USA, hasta marcas mastodónticas como Krispy-Kreme o Entemann’s son capaces de facturar industrialmente delicias con las que aquí solo podemos soñar.


Pero cada vez es más y más posible comer buenos donuts en España. Yo apenas los pruebo, pero me complazco hablando de ellos, como esos ex fumadores que dicen a sus interlocutores, “fume usted, fume, que me da alegría verlo”. Pues a mí me pasa igual: me puedo comer cuatro o cinco donuts al año, pero me alegro pensando en que mis lectores los engullen a pares. Y ¡claro! que hay donuts con un agujero en medio, pero los mejores son redonditos, es un principio de física elemental. Si son macizos pueden estar rellenos de –oh, maravilla- chocolate, crema pastelera, nata, merengue, crema de café, mermelada de fresa, naranja, mora, frambuesa, grosella, arándanos rojos, compota de manzana, pera, plátano, dulce de leche…

Por fuera, ya lo sabéis, no me hagáis repetirlo, ¡No! Que no quiero verlo, como “La sangre derramada” que cantaba Lorca. Por fuera el donut puede ir a las bravas (sin nada), cubierto de chocolate, de azúcar, de canela, de café… También los hay de devil’s food (bizcocho de chocolate), angel food (bizcocho de claras de huevo)… ¡basta! No quiero verlos, ni pensar en ellos, pero quien pillara uno, ¿eh?


lunes, 24 de noviembre de 2008

Carnaval de luz


Los Beatles, ¡qué gran tema! Seguro que no soy el único al que se le ha ocurrido hablar hoy de ellos. Como bien escuché decir hace años a una chica en el Virgin Megastore de Miciudad, “ellos inventaron el pop”. Eso hoy día no lo discute nadie, lo que a lo mejor no era tan conocido era que también inventaron otros
estilos…

Igual que Guns N’ Roses han puesto íntegro a la escucha gratuita su último y buenísimo (ya os cogeré, a los que os habéis burlado) disco en myspace, Sir Paul McCartney, conocido orfebre de la melodía, rockero a ratos y activista vegetariano ha hecho lo mismo con su más reciente trabajo. Al parecer, la cosa se publica bajo el nombre The Fireman, una especie de grupo paralelo electrónico… la verdad es que no estoy al tanto, como tampoco me interesaron otros proyectos/idas de olla de McCartney, léase Liverpool Oratorio (1991), etc.


Durante años he visto a McCartney como un chiflado amable, ya fuese en su calidad de millonario excéntrico (no recuerdo la cifra, pero creo que gana unos 4 millones de pesetas al día), de figura de referencia en los tabloides (ese divorcio con la modelo coja), de catedrático de no comer carne (cómo estuvo esa aparición en Los Simpson dando apoyo a Lisa) pero no como el músico cuyas melodías se encuentran entre mis favoritas. Ese que nos miraba desde la contraportada del McCartney (1970) o que fue responsable de barbaridades como “Let It Be”, “Yesterday” o “Penny Lane”.

De vez en cuando, la actualidad nos devuelve a la cruda realidad: Ah, copón, que ese McCartney del que tanto hablan en Corazón, Corazón es el mismo de los Beatles!
¿O era el de Pink Floyd? Escuchemos esta noticia, que parece sacada de El Equipo A:

En 1967, cuatro componentes de un grupo de pop realizaron un tema para un festival de música de vanguardia. El obrón, titulado “Carnival of Light”, tenía una duración de 14 minutos, y representaba una improvisación sin partitura, en homenaje a Varese y Stockhausen. Si usted se empeña, y los demás miembros del grupo ya han muerto o no pintan nada, tal vez pueda publicarlo.



Diremos que afortunadamente a nadie en 1967 se le pasó por la cabeza editar semejante engendro (del que no voy a opinar por no haberlo escuchado) como música de los Beatles, pero al parecer a Paul McCartney, el alma de la obra, le dolió en su corazoncito no haber figurado en la vanguardia del rock. Pero vamos a ver, Paul… ¿tú no eras fan de Little Richard?

Sabido es que, un año después, los Beatles sí que hicieron experimentación con su magistral “Revolution 9” (gracias al invento del CD y el mando a distancia hace años que es posible saltársela sin levantarse del asiento). No contento, John Lennon se consagró como el “experimentalista” de la banda con esos discos que a partir de 1968 sacó junto a Yoko Ono a base de peos y eructos, en cuyas portadas aparecían los dos en bolas. ¿De verdad le envidiabas, McCartney?


Sé que a McCartney no le hace falta el dinero, pero también sé que cualquier cosa –sobre todo los nuevos lanzamientos- relacionada con los Beatles mueve cantidades de guita difíciles de imaginar. Me cuesta no pensar, además, que el anuncio de Paul McCartney de que “ha llegado el momento” de que el público conozca esa joya de “Carnival of Light” se encuentra muy relacionado con la edición de su nuevo disco Electric Arguments (2008). Por lo visto el disco es una maravilla, y ahora resulta que McCartney sí que fue un pionero de la escena electrónica/avant-garde inglesa de mediados de los 60. Ahora nos enteramos (desde los loops de “Tomorrow Never Knows” no se vio nada igual, ¿eh?).

Mientras tanto, a la espera quedo de que se edite o no “Carnival of Light” (temblando), y si se edita me lo compraré, como compré “Free As a Bird”, “Real Love”, el disco del Circo del Sol o cualquier milonga que nos quieran vender como “lo último de los Beatles” (soy un yonqui Beatle). Pero vamos, que no nos tomen por tontos. Que los Beatles fueron lo que fueron y son lo que son, sin hacer falta estas fantochadas. Hacían música pop, muy bonita, por cierto, y se hicieron ricos y famosos, ¿no?

sábado, 22 de noviembre de 2008

Regreso al pasado


“Seguro que en 1985 se puede comprar plutonio en la farmacia de la esquina”.
-Christopher Lloyd en Regreso al futuro




No, no, no, na, na, na…na! Ni H.G. Wells ni Stephen Hawking, para nuestra generación, el mayor teórico acerca de los viajes en el tiempo fue, es y será Michael J. Fox. ¿O debería decir Marty McFly? En realidad tal vez lo justo sería decir que el verdadero “teórico” tras estos fantabulosos viajes fue el Dr. E. Brown (interpretado por Christopher Lloyd) o lo más justo sería decir que todo se lo debemos a Bob Zemeckis, director y co-guionista de la cosa.

Estatuas Verdes, siempre contra el apoltronamiento (aunque esto lo escribo en un sofá), vuelve a hacer historia. Es la primera vez que escribo un post mientras simultáneamente recibo el estímulo de su tema. Si hablo de un libro es que me lo he leído, si de una peli o un disco es porque hace unas horas los vi o escuché. Pero hoy estoy escribiendo acerca de Regreso al futuro (1985) a la vez que la estoy viendo. ¿Demasiado complejo? Nada que no se pueda comprender con un pararrayos, una videocámara y un mechón de pelo de Michael J. Fox. Porque esto era, amigos, todo lo que les hacía falta en esta peli para viajar en el tiempo.


Bueno, y un poco de plutonio de Libia más “el DeLorean de mi amigo Steve” [Spielberg], como bien se recordaba en aquel graciosísimo episodio que Charlie Kaufman escribió para la serie Búscate la vida (1990-91), dedicado precisamente a los viajes en el tiempo. A principios de los 90, Stephen Hawking dio una conferencia en Miciudad a la que no asistí pero cuya grabación tuve la suerte de escuchar. En ella dijo lo que ya es un tópico pero que entonces revolucionó mi joven cerebro: que la mejor prueba de que viajar en el tiempo es imposible es el hecho de que nunca nos haya visitado gente del Futuro.

En un artículo de El País sobre las máquinas del tiempo, el novelista Luis Manuel Ruiz dijo la semana pasada algo parecido: “la imposibilidad de saltarse el tiempo a la torera no había sorprendido ya a las mentes más sagaces: ¿por qué no había hombres del siglo XXV entre los romanos ni yanquis en la corte del rey Arturo?” En realidad, determinadas paradojas de la Física, que ni usted ni yo entendemos, hacen la idea del viaje unidireccional en el tiempo teóricamente posible, y menos mal, porque si no sería un disgusto para muchísimos novelistas y cineastas. Váyanle con el cuento a Mark Twain, H.G. Wells, Ray Bardbury, Asimov, Douglas Adams, Kurt Vonnegut o Stephen Fry, solo en libros.


En películas, vayan a Terry Gilliam, James Cameron, Coppola o Robert Zemeckis, autor de la trilogía de Regreso al futuro. En estas pelis, el mayor inconveniente para viajar en el tiempo puede ser llevar unos calzoncillos Levi’s de color morado. ¿No resulta delicioso? Aquí en el Futuro no se encuentran los malvados Morlocks ni el Ejército de los Doce Monos; aquí se viaja al Pasado, donde el protagonista debe impedir que su madre se enamore de él mismo sino que acabe con su padre, para que la historia no se altere.

¿Lo demás? Detalles. Detallicos: ¿Qué más da que el condensador de flujo –o de fluzo- necesite plutonio robado para poner al coche a 1,21 gigovatios? Mientras Marvin Berry pueda llamar a su primo Chuck para que invente el rock and roll por teléfono, todo irá bien. ¿Qué más da que si la madre de Marty se enamora de Marty en vez de de su padre todos los hermanos empiecen a borrarse de la foto familiar del futuro? ¿Acaso no tenemos por ahí sonando “The Power of Love” de Huey Lewis & the News? ¿Acaso Michael J. Fox no era lo más? La peli hace ya una hora que acabó y tú, lector, acabas de leer el post ahora. Otra prueba de que el tiempo es más elástico que el chicle de canela.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Gansos rosas (y democracia china)


Pocos lo saben, pero uno de mis grupos favoritos son Guns N’ Roses. Sin ir más lejos, el mes pasado, en Londres, mi novia hubo de impedirme en varias ocasiones que me comprara camisetas del grupo de rock americano. O un parche gigante para una cazadora que no tengo. No soy heavy, ni rockero, ni tengo el pelo largo. Simplemente me encantan Guns N’ Roses.

En su época (que es la vuestra) no los tragaba. Fue dejar de ser famosos y empezarme a mí la locura. Locura, sí. Os confesaré que lo tengo todo de ellos en CD, varios singles y varios vinilos. Y os diré también que es el único grupo que al ver sus discos en las tiendas me entran ganas irrefrenables de comprármelos aunque ya los tenga. Aunque sea para regalarlos luego. Tranquilos, que nunca lo he hecho.

Últimamente he vuelto a tener varios frenesís N’ Roses. En la sala de conciertos donde fui a ver a Miguel Sánchez, Iván Ferreiro y Quique González pusieron el Use Your Illusion II (1991) antes de empezar las actuaciones. El otro día descubrí en el coche de mi amigo popero –con el que fui a ver a DA- una copia en CD del mismo disco: inmediatamente lo puse, claro. Y ya estábamos cantando como locos: “Civil War” (con esa intro sacada de La leyenda del indomable -1967-: su homenaje a Paul Newman, ¿eh? No veíamos nada igual desde que Ángel Martín se apostó comerse 50 huevos duros), “14 Years”, “Yesterdays”…


Anteayer casi me caigo del mareo al ver esta otra noticia: este domingo 23 de noviembre sale a la venta Chinese Democracy (2008), el nuevo disco de Guns N’ Roses. Sí, amigos, ese disco que se supone que llevan 13 años grabando y en el que llevan gastados más de 13 millones de dólares entre horas de estudio y postproducción. ¿Llevan? Correcto, señora. Plurales no. A día de hoy Guns N’ Roses lo componen Axl Rose y tres o cuatro señores más (uno con perilla) que aporrean instrumentos. El resto del grupo está muy alejado de aquello, de hecho hace cinco años formaron Velvet Revolver con el ex cantante de Stone Temple Pilots, Scott Weyland.

Este disco Chinese Democracy lleva anunciándose tanto tiempo (comenzó a grabarse en 1995) que ya se había convertido en un chiste, hasta el punto de que la empresa de refrescos Dr. Pepper se había apostado una lata con cada americano a que el disco no salía tampoco en 2008. Polémicas aparte, que confieren a Chinese Democracy un estatus cuasimítico de disco perdido, la realidad es que la obra ya está terminada, y sale por fin. Y a juzgar por la lista de canciones, son las mismas que se habían filtrado o tocado en directo desde hace varios años (es decir, que no nos han colado otra cosa bajo un nombre muy esperado).


Cualquier fan de Guns N’ Roses sabe que el mayor talento lo tenía el guitarrista Izzy Stradlin, y luego Slash como intérprete era una máquina. Axl Rose ya si eso aportaba la carismática voz (tómala o déjala) y es verdad que componía, pero yo no me había dado cuenta. Ahora llegan estos supuestos “nuevos” Guns N’ Roses, que dan más miedo que un programa de Iker Jiménez. Desde ayer ya está el disco íntegro colgado en el myspace de la banda, para que todo el mundo lo pueda escuchar. Y en 24 horas creo que ha tenido 3 millones de escuchas o así.

La gran sorpresa es que el disco es buenísimo. No “bueno”, no “ya si eso”, no “OK”: BUENÍSIMO. Vale, soy fan, pero precisamente por eso estoy muy interesado en que el legado de Guns N’ Roses no se desvirtúe (¿Me estáis escuchando? Se me va la perola con esta gente…). Suena a puro Guns N’ Roses de siempre, lo cual es un poco trampa, pero es que sonar a cualquier otra cosa a estas alturas hubiera sido un error. ¿Qué iba a hacer Axl Rose... rapear, música electrónica? Estoy seguro de que el disco va a ser un exitazo, y aunque Guns N’ Roses hayan perdido su trono y su relevancia en el rock mundial, la música que nos dan es cojonuda. Rolling Stones, Aerosmith, Elton John, Little Feat, New York Dolls, Queen… de la misma liga estamos hablando.

jueves, 20 de noviembre de 2008

"Españoles..."


“Españoles: Franco… ha muerto”. Hoy 20-N parece que el tema es obligado. El juez Garzón parece que se enteró ayer, yo soy más del famoso clip de Arias Navarro. Dejando a un lado el hecho de que la muerte de Franco fuera una buena noticia (mirad a Pilar Rahola, que lo celebró con cava, pese a ser menor de edad), pocas veces he visto a una persona más compungida que a ese presidente del gobierno. Supongo que para él la muerte de Franco sí que fue una triste noticia en lo personal y en lo profesional. Y eso que el pavo continuó siendo presi hasta el año siguiente, y luego no escapó mal: fue marqués de Arias-Navarro y Grande de España (no es coña…).

Antena 3 y sus telediarios también tienen mucho que decir en este embrollo (¿cuándo hay boda sin la tía Juana?). De momento, anoche nos plantificaron el consabido reportaje sobre la muerte de Franco y su contexto, con locución de Victoria Prego. Cierto que este hecho o acontecimiento llamémoslo “histórico” hay que presentarlo dentro de su contexto político, económico, social y cultural. Cierto es que al Régimen Franquista parece que lo miró un tuerto en la segunda mitad del año 1975 (ejecuciones de dos etarras y tres del FRAP, Marcha Verde, esperpéntica enfermedad y agonía del Caudillo…) pero, ¿es necesario que siempre se nos narre con el mismo reportaje?


Por cierto, que si queréis cabrear a un franquista id a decirle que la fecha de la muerte de Franco es el 20-N porque al pavo lo mantuvieron como una marioneta (si no muerto ya) hasta ese día para que “casualmente” su deceso coincidiese con el del protomártir José Antonio Primo de Rivera, caído por Dios y por España el 20 de noviembre de 1936 en Alicante, donde fue fusilado. ¿Seremos tan malpensados?


Hoy estrena Antena 3 el telefilme 20-N: Los últimos días de Franco (2008), que no hace falta explicar de qué trata. Pese a ser historiador amateur no sé yo si voy a verlo, ¿eh? me da un poco de miedo. Si os digo la verdad, lo que más me atrae del asunto es ver a mi admiradísimo actor Manuel Alexandre haciendo de Caudillo. ¡Qué actorazo, verdad? Aparece en dos de mis pelis favoritas, si os fijáis en la lista de la izquierda del blog. La supuesta novedad radica en poner al nota que hacía de Tino (el contratista gay de Manos a la obra) en el papel de Rey Juan Carlos. Justo cuando pensábamos que el mayor logro de este hombre era el haber popularizado en España la expresión “fashion, fashion” (el mayor logro del actor Fernando Cayo, no del Rey)… va y nos sale con esto.

Lo que más gracia me hace es cómo nos venden este producto como si fuese la primera película que se hace sobre el asunto (“y rodada en escenarios originales: el Palacio del Pardo”… ¡uuuuuuuuuuuhhhhh!), cuando hace solo cinco años Els Joglars nos entegaron la graciosísima ¡Buen viaje, Excelencia! (2003). Huelga decir que la peli de Els Joglars trataba exactamente sobre lo mismo y estaba rodada…. en el Palacio del Pardo. ¿Por qué nos toman por tontos? De acuerdo que aquella peli era de humor, humor negro, pero no le faltaba un perejil con respecto a los hechos históricos: la flebitis, Franco transportado dentro de una alfombra enrollada, la operación en un garaje bajo los faros de coches en marcha por falta de quirófano adecuado, el yerno sinvergüenza…


Cuando pienso en la muerte de Franco, además de “Españoles, Franco ha muerto” siempre se me vienen a la memoria (Histórica) dos frases lapidarias: “El equipo médico habitual” (que firmaba los partes médicos) y “Atado y bien atado” (como se suponía que el Caudillo lo había dejado todo en España a su muerte, según su testamento político). Cuando pienso en el 20-N, sin embargo, no me acuerdo de la muerte de Franco, sino de la efeméride más importante del día: el nacimiento de un tío mío. ¡Feliz cumpleaños, tío Manolo!



P.D.: Lo de Doraemon es para quitarle un pelín de mal rollo al post, ¿sabéis?


miércoles, 19 de noviembre de 2008

Barceló: el burlador que fizo el paño


“Yo so çiego, o vos desnuyo ides”.
-Don Juan Manuel




Agradecido y emocionado, como decía Lina Morgan en la canción, por vuestra cálida respuesta de ayer, regreso a esto de dar el callo con el post diario. Y hoy lo hago con ganas porque voy a tratar un tema que cuando llegó a mis oídos juré que no iba a hablar de él aquí. Pero como soy tan jodidamente influenciable, y más por la prensa, al final la presión mediática ha podido más. Me estoy refiriendo a la novena maravilla del mundo, lo mejor desde el chicle de canela, amigos: la cúpula que Miquel Barceló ha perpetrado en la sede de la ONU en Ginebra.

La hemos pagado usted y yo, al menos en parte, y eso parece que nos da un cierto derecho a opinar. No voy a entrar en la polémica politicoide de la financiación, eso me da igual. No me da igual, pero no es el objeto de este post. Hoy me apetece hacer un poquito de demagogia a costa del arte moderno. ¿Habéis visto la obra? El OBRÓN, diría más bien. Pues pienso que se explica sola. A menos que seamos Dámaso Alonso, no debemos caer en la tentación de explicar las obras de arte como si estuviésemos interpretándolas con una clave cifrada.



Pero ahora viene Miquel Barceló y se pone a explicarnos que su “criatura” es un mar-cueva (¡Acabáramos!): una absoluta unión de contrarios surgida de unas experiencias alucinatorias que el hombre tuvo con espejismos en el desierto. Vaya por delante que admiro muchísimo a Miquel Barceló (prefiero a su hermano, el del ron, pero eso es otro tema). Y lo admiro no por su obra, que me parece espantosa, sino por ser capaz de cobrar 20 millones de lerus por decorar un techo a gotelé.

“La Capilla Sixtina del siglo XXI” no sé, ahora, la mayor socaliña de dinero desde el que inventó lo de echar moneditas en las fuentes. He estado investigando y veo que el litro de Titanlux ronda los 25-30 euros. Este pavo ha usado 35 toneladas de pintura, teniendo en cuenta el peso específico (1l no pesa 1 kg) y haciendo una cuenta penca pero generosa, la broma ha costado unos 150.000 €. Pongamos el doble. Pongamos diez veces el doble, entre andamios, gafas de protección y lo que sea. ¿A cuánto podría ascender la cosa, a 3 millones de euros? El truco está en que “la mano de obra” del artista sale entonces por 17 millones de euros, no está mal, ¿eh? Se cotiza bien el chaval.


Ahora es el momento de que todos penséis: “¡Qué ingenuo, Porerror! El valor del arte es incalculable”. El valor, que no el precio, que se calcula diariamente en millones de transacciones. Leí por ahí que la demagogia residía en pensar que molaba más Van Gogh muriéndose de hambre que Barceló embolsándose estos trillones por su sublime creación. No podría estar más en desacuerdo: a mí me mola mucho más lo de Barceló, en eso estriba su genialidad: ¡qué cojones, es mi ídolo!

Ay, Miquel, truhán… a mí me da la impresión de que tú lo que estás es haciendo méritos para que te saquen de “Celebrity” en la tercera temporada de Muchachada Nuí.

Antes de que me tachéis de indocumentado os contaré que no soy de los que suelen despreciar el arte contemporáneo (sobre todo el abstracto) con un “Eso lo pinta igual mi sobrino de seis años”. Mis artes favoritos son el medieval y el del siglo XX y dos de los pintores que más admiro son Jackson Pollock y Mark Rothko: no cabe mayores autores de “mamarrachos” en el sentido convencional.



“Doctores tiene la Iglesia” del Arte para dar su dictamen sobre si la cúpula esa es una obra de mérito o no. Según Carlos Herrera, nosotros no lo vamos a ver, pero dentro de 50 años aquello se valorará como la Gran Cosa (y lo decía sin ironía, ¿eh? creo que andaba mareado). Yo desde mi ignorancia pienso que aquí encontramos un clarísimo caso de “El traje nuevo del emperador”. Conocéis el cuento, ¿no? Hasta Sinéad O’Connor sacó un single con ese título (no siempre estaba rompiendo fotos del Papa). Creo que se trata de una historia oriental recopilada por Hans Christian Andersen, aunque yo prefiero las versiones patrias, como El retablo de las maravillas de Cervantes o el exemplo de El Conde Lucanor (siglo XIV) “De lo que contesçió a un rey con los burladores que fizieron el paño”.

Se supone que, quien no ve la maravilla del retablo o la exquisitez del traje nuevo del emperador es un cornudo, un malnacido, un judío converso o un hideputa. En el cuento de Don Juan Manuel, solo un negro (un paria, sin nada que perder) tiene los huevos de desenmascarar que el rey no lleva ropa… ¿será Barack Obama el destinado a denunciar que la cúpula de Barceló es una puta mierda?

martes, 18 de noviembre de 2008

Un año de Estatuas Verdes


“Pero no le habían dicho nada. Se había enterado por casualidad, por error”.
-Roberto Saviano




Sí, sí, comprobadlo si queréis. Todo un año, 365 días y 272 entradas después, vuelvo a presentarme ante vosotros. Más viejo, más viajado, no sé si más sabio, pero desde luego que con más frío. Mucho ha cambiado el mundo en este pasado año: elección de Obama, muerte de auténticos Grandes, desaceleración-crisis-recesión económica, re-elección de Zapatero, Oscar a Bardem… Mucho ha variado mi mundo también: traslado a Cosica, casa nueva, nuevas lecturas, nuevos amigos, nuevos problemas, y sobre todo la experiencia del blog.

“Eso de saber” (por citar a vuestro favorito Carlos Goñi) que casi cada día hay que pensar, escribir y publicar un texto nuevo, obligación desde luego autoimpuesta pero que no deja de ser una obligación. Nunca una losa, pero sí un nubarrón en ocasiones, tampoco os voy a mentir. Horas robadas al sueño y a la cordura, siempre placenteras, eso tenedlo claro porque si no no lo haría. Y las risas. Lo mejor de Estatuas Verdes. Lo que yo me puedo reír escribiendo determinadas cosas, imaginando las caritas que más de uno vais a poner, porque a muchos de mis lectores los conozco un poco.


A muchos otros los he conocido a través de este fascinante medio, colegas electrónicos que han ampliado mis horizontes y que en no pocas ocasiones me han aportado cosas. No hay día en que no aprenda algo de los demás (hoy, sin ir más lejos, me he encontrado con un escupitajo en la puerta de mi casa). Pero de mis lectores solo aprendo cosas buenas: ¡toma jabón! :)

Cuando empecé, envié un correo a unas veinte personas, de las que curiosamente, 16 o 17 no leen el blog. Algunos lectores se fueron quedando por el camino. Otros muchos se han ido incorporando, muchos empezaron con vergüencita a la hora de comentar y a día de hoy son de participación diaria. Algunos empezaron muy activos y se han ido apagando, ni siquiera sé si me siguen leyendo. La última vez que hice el cálculo vi que la cosa iba por los 150 hits diarios: bien, bien… Pero que quede claro que esto no es un concurso, y menos matemático. Con que me leyera una sola persona, que fuera fiel, ya me daría por vindicado.


Y luego están los comentarios. Todo el que lleva un blog sabe que los comentarios ajenos son lo que más ilusión hace, con diferencia. Lo he dicho en otras ocasiones: mi opinión ya me la sé de memoria. Pero la posibilidad de compartir puntos de vista, a veces realmente sorprendentes, con otras personas… eso no tiene precio.

Intento que la temática del blog sea lo más variada posible, para no alienar a nadie. Cuando hablo de música (mi tema favorito: se nota, ¿no?) sé que hay gente que directamente no me lee. Si me voy de cultureta hay muchos que se me quejan. Si me pongo a hablar de una peli que nadie ha visto, corro el riesgo de aburrir. La tele es muy socorrida, todo el mundo la ve: o será que yo la veo mucho. Pero me gusta creer que siempre hay algo para alguien, no siempre acierto pero en eso está la emoción, ¿no?


Hacer pensar y hacer reír, esa ha sido desde su inicio la máxima de este blog. Y hoy que cumple un año quiero aprovechar la ocasión de darte a ti en concreto las gracias por leerme, a diario, de vez en cuán, de leerme hoy. Sé que doy las gracias más que Elvis Presley (otro de mis ídolos) pero lo hago porque valoro que en los tiempos que corren supone una hazaña dedicar unos minutos al día a leer estas cositas, y no digamos a escribir comentarios. Un año, “y vosotros que lo veáis”. Bienvenidos a Estatuas Verdes: el lugar donde cliché y audacia lingüística se comen la boca.


lunes, 17 de noviembre de 2008

Gomorra: ¿Qué me estás contando?


Va uno andando por una larga avenida de Nápoles, por ejemplo el Corso Umberto I (“per lo shopping), cuando de pronto ve una placa: “Aquí, el tal del tal de mil novecientos ochenta y tal, cayó el agente de policía Fulani, asesinado por la Camorra”. A ambos lados, mesitas plegables dignas de un mercadillo repletas de artículos falsos de marca: Prada, Dolce&Gabbana, Chanel… gafas, cinturones, pañuelos, gorras, monederitos de Pukka o de Hello Kitty. En las tiendas legales de la calle, en los escaparates, camisetillas canis y modelitos que alguna vez resultaron elegantes. ¿De dónde sale todo esto?, puede parar a preguntarse uno viendo tanta mercancía. Según Roberto Saviano, de China, vía el puerto de Nápoles.

A estas alturas ya todo el mundo sabe que Saviano es el periodista/autor a cuya cabeza ha puesto precio la Camorra, la mafia napolitana, para entendernos. Si él no nos lo hubiera dicho –me refiero al hecho de conectar este comercio de mercadillo con las terribles redes mafiosas-, a lo mejor no hacemos la conexión, yo no por lo menos. Demasiados mercadillos similares hay en las ciudades españolas. Pero Saviano publicó en 2006 Gomorra, libro novela/reportaje de investigación que desenmascara lo más sucio de la Camorra (o “el Sistema”, como al parecer se conoce ahora). Objetivo: la mafia sin glamour.


El libro, contra todo pronóstico, fue un best-seller, fue llevado al cine y la peli ha ganado el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes. Estas cosas al parecer le han tocado las narices a los clanes camorristas, que gustan de verse reflejados en los medios (desde Brian De Palma a Tarantino) pero claro, no con nombres y apellidos. Creo que Roberto Saviano ha estado en Sevilla coincidiendo con la presentación de Gomorra (la peli, 2008, de Matteo Garrone) en el festival de cine de la ciudad. A raíz de esto y del estreno comercial de la cinta he podido leer varias llamadas de atención de columnistas españoles, dando calor a Saviano por tener tantos cojones y lamentándose de que no se le dé más apoyo desde el mundo de las letras biempensantes (como se hizo, en un momento dado, con Salman Rushdie).

Compré el libro en agosto, justo al volver de Nápoles, pero pese a mi curiosidad inicial todavía no lo he leído [Ya sí me lo he leído, 15 días después]. Veo que son once historias o capítulos, que la peli ha reducido a cinco, los más ejemplares. Ayer fui a ver la película, ilusionadísimo, esperando la gran denuncia o la gran catarsis sobre el mundo de la Camorra. Y me llevé la decepción intelectual del año. Entendedme, sabía que no iban a salir el Vesubio y la pizza, pero esperaba al menos una cierta conexión explícita entre la superficie visible y ese submundo de la mafia, la droga, la prostitución, el tráfico de mercancías, etc.


El problema –tal y como yo lo veo- es que la peli es tan bajuna (está rodada así queriendo, como un falso documental) que parece una mezcla de Trainspotting (1996) y un episodio de Callejeros. Y lo que nos muestra: violencia a cascoporro, sí, sordidez y miseria. Unos canis vendiendo droga, tiroteos desde coches… pero en fin, nada que no hayamos visto ya en cuarenta pelis de Scorsese o que no podamos ver si nos acercamos a determinados barrios de nuestras ciudades. Los canis italianos van mejor vestidos, de acuerdo, y su música en lugar del flamenkito o reggaetón es una especie de canzone napulitana makineta, pero el resto es lo mismo. Totò en vez de Joshua, y así sucesivamente.

¿Y por qué esto es un problema? El problema es mío, claramente, porque me esperaba otra cosa. Para ver pelis de mafiosos cutres ya me bastaban las de Guy Ritchie, que además tienen mejor banda sonora. Creo que las historias, con ser espeluznantes, no lo son tanto que te cambien la vida. Igual al no estar presentadas de modo tan épico no me resultaron tan efectivas. Igual ese era el objetivo: la Camorra en gayumbos, comprando mozzarella, con voz erigmofónica.


Leo en El País una entrevista con Matteo Garrone y una crítica de Carlos Boyero, lo de siempre: “Una Camorra sin maquillaje”, “Intenté mostrar esa realidad”… Pues para mi gusto lo que sale en la peli es demasiado anecdótico, tanto que no logro hacerlo extrapolable. ¿Cómo puedo inducir que la Camorra es la organización europea que más gente ha matado solo con ver a un gordo barbudo jugando a las cartas?

Dice el director de la peli que se ha centrado solo en los sustratos más bajos del libro de Saviano, lo que afecta a la gente en su vida cotidiana (en barrios marginales solo, se le ha olvidado decir). No es verdad, también muestra algo de los sustratos más altos (Euromoney, alta costura, grandes contratos), lo que no muestra es lo de en medio. Lo normal. Ni creo que todos los mafiosos napolitanos y sus víctimas vayan en camiseta de tirantas ni creo que todos vayan con traje de marca. ¿Y la gente normal? Esperaré a leer el libro, esta noche me lo empiezo, de coraje.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Ideologismo


“Ideología es siempre lo que tiene el de enfrente, no yo”.
-No me acuerdo de quién lo dijo




Hay gente a la que le vienen “ideeas geniaales” a la cabeza (como estupendamente ha parodiado La Hora Chanante/Muchachada Nuí por ejemplo con Tim Burton o John Galliano) y a mí lo que se me vienen son noticias divertidísimas. El sábado por poco no me dio algo viendo a mediodía con un amigo -¿lo diré?- el Telediario de Antena 3. Que si unos pavos llamados “Don Simón y Telefunken” hacían música con escaleras de pintor y lavadoras, que si unos chefs imbuían sus recetas de noséqué sabor molecular (con nitrógeno líquido, of course!). Que si Beyoncé sacaba dos discos simultáneos (¿cuántas veces habremos de ver esta noticia?), que si los de Barón Rojo grababan un disco de rock junto a una orquesta sinfónica (esto tampoco se había hecho nunca, ¿eh?).

Pero de vez en cuando te llega una noticia jugosa y no es acerca de una “Feria de la Tapa”. Normalmente estas informaciones me llegan por radio o prensa escrita, puesto que en televisión ya no logro distinguir los verdaderos informativos de los espacios de humor: enhorabuena, Gran Wyoming: lo has conseguido. Escuché en el programa de Carlos Herrera y hoy leo en un recorte de El Mundo que me pasa mi asesora de prensa que el poeta Luis García Montero iba a abandonar su puesto de docente en la Universidad de Granada a cuenta de una trifulca con otro profesor relacionada con un delito de injurias.



Resumo en plan telegrama: García Montero y el otro pavo (J.A. Fortes) son ambos profes de la uni y están enemistados- Fortes al parecer va por ahí diciendo que Lorca era facha y que Francisco Ayala fue colaborador del Régimen de Franco- ambos profes se han enfrentado varias veces, sin que faltaran insultos- hace dos años García Montero escribió un artículo en El País contra Fortes, en el que lo llamaba “tonto indecente” y “perturbado”- García Montero acaba de ser condenado por “injurias graves con publicidad” y dice que se pide la excedencia para irse a otro sitio más tranquilo.

Hasta aquí el triste sainete, la trifulca. Como dice un amigo de mi familia, los escritores es que son “muy vanidosillos”. García Montero es poeta de éxito, el otro no. El juez que ha dictado sentencia compara este enfrentamiento con los que en su día sostuvieron Góngora y Quevedo o Cervantes y Lope de Vega, para concluir que no se pueden comparar (??????). ¿Qué se esconde aquí en realidad? Ni Lorca era facha ni creo yo que Fortes haya dicho que lo fuese, así, con todas las letras. Como bien dice García Montero la enseñanza de la literatura es más subjetiva que la de otras disciplinas, pero vamos, a menudo se dicen barbaridades: que “Jesucristo fue el primer comunista” y cosas por el estilo. Todos sabemos cómo se exagera, y más dando clase.



Sospecho con pena que lo que subyace a todo este quilombo es un debate pesudoideológico, y que el incidente de “Lorca era facha” (podéis leer el artículo en El País del 14/09/06) no ha sido sino un casus belli para ventilar otros descontentos –por ejemplo, García Montero ha admitido que “venía meditando la decisión” de dejar la universidad “desde hace tiempo”. Otro indicio: el tal Fortes no solo arremetió con luminarias antifascistas como Lorca y Francisco Ayala sino contra el propio García Montero, su mujer –Almudena Grandes- o Antonio Muñoz Molina. Como dicen los americanos: ¿veis un patrón aquí? No son precisamente gente que vote al PP.

Lo triste del asunto es que tenga que seguir habiendo estas trincheras ideológicas, intelectuales de derechas y de izquierdas. No sé de qué me sorprendo, hace muchísimo tiempo que las ha habido, y más en España. Pero no puedo evitar sentir pena, asco y pena. Que los artistas defiendan sus creencias, que se comprometan, me parece estupendo. Yo soy más de “el Arte por el Arte”, la “Torre de marfil” y esas cosas, pero reconozco el valor del arte y la literatura sociales o comprometidos. Luego tenemos casos de verdadera “planificación” como el de la antigua URSS, por eso digo que no me gusta mezclar política y actividades artísticas.


El otro día vi en la tele autonómica parte de un debate sobre la tan traída y llevada “Educación para la ciudadanía”. Las trincheras estaban trazadas: a favor, el mismo Luis García Montero en plan vocero del Régimen andaluz; en contra, la galardonada novelista Ángela Vallvey, destacada tertuliana con querencia a estribor.

Y ya la teníamos liada: cada uno decía su guión y no hubo verdadero intercambio de ideas. Leo a Juan Manuel De Prada (derechoni number one) y ya sé lo que va a decir acerca de la eutanasia, el aborto o la Memoria Histórica. Leo a Caballero-Bonald (provecto vate de izquierdas) decir que las novelas del Prada son “ideológicamente repugnantes”, y así continúa la espiral. Mira, esa categoría filológica no la conocía, clasificar las obras según su ideología. Espera… ¿eso no es lo que hicieron los nazis en la Opernplatz cuando decidían si quemaban o no los libros?

sábado, 15 de noviembre de 2008

Finally Quique González


“Al arder la rama las estrellas ardieron también”.
-Quique González




Dado a la hipérbole, una vez más me presento ante vosotros. Pero lo que os digo ahora no es una exageración: he aquí el post que llevaba un año queriendo escribir, el que más ganas tenía de compartir con vosotros. No exagero si digo que fue uno de los motivos por los que me decidí a empezar un blog. Para compartir estas experiencias. Llevaba trece meses deseando volver a asistir a un concierto de Quique González, el cantautor eléctrico. Hubo un amago cancelado el pasado abril, creo, que me dejó con el mal sabor de boca de un conciertus interruptus. Pero ya ha vuelto a ocurrir.

¿Conocéis la sensación de acudir a un concierto y corear las letras de todas las canciones hasta quedaros roncos? ¿De que se os pongan los pelos de punta al escuchar tal o cual trozo “clave” de una letra? ¿De estar nervioso en la cola de entrada hora y media antes de empezar la actuación? Como un puto colegial, creo que La Casa Azul dieron con el símil definitivo: “Como un fan”.

Hace trece meses asistí a mi primer concierto de Quique González, había escuchado su último disco varias veces, me gustaba mucho. Pero era un concierto más. Entonces me senté en una butaca de aquel teatro, vi un escenario oscuro, solo iluminado por una lamparita de pie, escuché la canción “Y los conserjes de noche” y tuve una de las mayores epifanías musicales de toda mi vida. A día de hoy mi novia (autora de las fotos que veis) me lo dice admirada: “A ti este hombre te ha llegado, ¿eh?”. O: “Milagroso: subir al coche de Porerror en días diferentes y que tenga en el CD sonando al mismo artista”. Sí, que me ha llegado, sí, como solo me llegaran Los Beatles, Brian Wilson, Elvis Costello y Fito Páez. Dado a la hipérbole pero no estoy exagerando.


La verdad es que no os voy a intentar convencer de lo bueno que es o no es Quique González, como hago con otros artistas (anteayer mismo, Cooper). Solo pretendo contaros cómo me ha afectado a mí. Hoy no voy a decir “El XXXXX español”, “Suena como XXXXX” o “Lo mejor desde XXXXX”. ¿Para qué? Anoche tuve la inmensísima suerte de ver en concierto a uno de mis artistas favoritos, de verlo en segunda fila, de fundirme con la masa de peña que allí había al son de unas canciones que significan muchísimo para muchísima gente.

Anoche detrás de mí había una pareja de novios jovenzuelos, entre pijos y universitarios (el público medio de Quique) a la que sinceramente deseé faringitis crónica de por vida, tales fueron los desafinados berridos que vertieron en mi oído durante todo el concierto, igual que Claudio vertió el veneno en el oído del padre de Hamlet. Pero esta mañana pienso, ¿qué derecho tengo a censurar sus emociones? De acuerdo con que fueron un coñazo, pero me siento al 100% identificado con ellos. Yo también me encontraba transportado.


La ocasión reservaba más sorpresas agradables: yo esperaba un concierto fin de gira basado en el repertorio de su último disco Avería y redención #7 (2007) –como fue el del año pasado-, en estos nunca faltan canciones antiguas pero, claro, te tienes que mamar el disco nuevo entero. En este caso, sin embargo, se trataba de una gira “Décimo aniversario” con un repertorio moldeado por las peticiones de los fans en la web, algo a lo que Quique siempre ha sido muy aficionado. Hubo una canción inédita (la estupenda “La luna debajo del brazo”) y el resto estuvieron sacadas de sus siete álbumes, además de “Paloma”, versión del temazo de Andrés Calamaro.

¡Qué fantasía! Por allí desfilaron “Personal”, “Cuando éramos reyes”, “Se nos iba la vida”, “Y los conserjes de noche”, “Pájaros mojados”, “Avión en tierra”, “La ciudad del viento”, “Calles de Madrid”, “Kamikazes enamorados”, “Pequeño rock & roll”, “El campeón”, “Miss camiseta mojada”, “Salitre”, “Crece la hierba”, “Caminando en círculos”, “Hotel Los Ángeles”, “Rompeolas”, “Avería y redención”, “Hay partida”, “En el backstage”, “Palomas en la quinta”, “Me agarraste”, y la que abrió el concierto para frenesí colectivo: “Vidas cruzadas”. Creo que no me dejo ninguna, en cualquier caso solo quería dar una idea de los extensivo y variado del repertorio, que como siempre basculó entre el rock “americano” con raíces, la canción de autor acústica y el power pop (impresionante labor de guitarras a cargo de Javi Pedreira).


Después de la actuación, dos horas netas con dos bises de cuatro y tres canciones (Quique no es Van Morrison con un cronómetro de ajedrecista encima del piano, si sabéis lo que quiero decir), los fans tuvimos la oportunidad de entrar al backstage y saludar a los músicos. “Me encanta firmar vinilos” – me dijo Quique al ver mi copia de Avería y redención #7. El backstage, con su humilde empanada, sus blisters de jamón y queso, sus frutos secos, me recordó al testimonio Chanante de Axl Rose y su “panizo” o kikos de maíz gigantes.

Y en fin, que fui, vi, disfruté. Es lo que hacen los fans, ¿no? Hice cola, me desgañité, vi a un hombre tocar un piano que era el frontal de un Ford Capri (con faros encendidos y todo), le di la mano y, una vez en calma, me largué.
 
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