Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

sábado, 30 de mayo de 2009

Territorios 2009: Sandwich de canela


Decía el buen Jardiel Poncela en el prólogo de una de sus obras, “Verán ustedes canela”. Pues anoche, en Sevila, en el festival Territorios, se vio canela: en rama y molida, a manos llenas. Ahora bien, también hubo espacio para los bostezos.

Acudo a Sevilla, la ciudad de los prodigios y los carriles bici, para ver el día rockero del festival Territorios. El cartel, simplificado, consistía en los grupos yanquis Wilco, The Jayhawks y los granadinos Lori Meyers. También actuaron otros, como Akron/Family, que sinceramente no me interesaban. También tocaban Cycle, ¿os acordáis? Sí, hombre! el gran fraude del indie español… Pero allí habíamos ido a ver lo que habíamos ido a ver. El entorno del concierto, muy bonico: el antiguo Monasterio de La Cartuja, con evidente regusto a EXPO’92. Tal vez por eso había en la puerta un nota con un tenderete vendiendo camisetas AUTÉNTICAS de Curro y de la EXPO. ¿Te compraste alguna, Porerror? ¿Lee usted Estatuas Verdes, señora?

Allí se dio cita lo mejor de la escena indie sevillana (y básicamente cualquiera que estuviera en Sevilla y le sobraran 25 euros); así, de memoria, pude reconocer a componentes de los grupos Maga, Sr. Chinarro, Southern Arts Society, Bombones, Úrsula, Gañafotes, Los Gustosos, Chencho Fernández y Smoking Kills, The Vagos, The Del-Shapiros, y a la actriz Teresa Hurtado.


Empezamos con Wilco: canelón!!! Confieso que yo iba un pelín prevenido a ver a la banda de Chicago, pensaba echar el concierto a beneficio de inventario, en fin, Wilco, ya sabéis… un gran nombre, podré contar que los vi de joven…. Gran error. Entre su veta country y sus veleidades experimentales, me daban un montón de miedo, pero no hubo nada de eso, lo que se vio anoche fue un conciertazo de rock puro y duro, rock alternativo, rock con ganas de no dejar a nadie indiferente: de emocionar. Y eso es Wilco, claro, me diréis, emocionar.

Sin ser fanático tengo todos sus discos (salvo el ultimísimo, que entoavía no ha salido), y pude reconocer temazos de varios de ellos. Curiosamente, abrieron con “Wilco (the Song)”, heraldo de su nuevo Wilco (the Album). No faltaron a la cita piezas de sus cuatro discos de estudio anteriores: “A Shot In the Arm”, “At Least That’s What You Said”, “Hate It Here”, “Impossible Germany”, “Walken”, “Radio Cure”, “I Am Trying to Break Your Heart”… y cerraron con “Spiders (Kidsmoke)”, frenesí saltarín entre el público. Yo sinceramente dudo que en Sevilla haya tantos fans de Wilco como gente hubo allí congregada anoche, dudo que haya la mitad de la mitad de la mitad. ¿Qué quiero decir? Que da igual que no fueras fan, Wilco son tan buenos y, sobre todo, dan un espectáculo en directo de tal calibre que mueven a la lágrima hasta a los corazones de piedra.


La voz de Jeff Tweedy en directo me pareció prodigiosa, moviéndose entre el country rock, el grunge, el rock indie y –atención- el R&B. Hubo un par de temas (creo que son del nuevo disco) en que me quedé absolutamente fascinado: en uno Wilco sonaban como un grupo de la Stax, en el otro fueron directamente Led Zeppelin. ¿Es que tú, después de llevar 13 años escuchándolos no sabías que Wico eran así de buenos, Porerror? Pues mira, no, porque también hay que admitir que en estudio, algunas de sus canciones resultan un pelín rollico. Además, que yo iba temiendo un recital de country alternativo, y lo que me encontré fue uno de rock alternativo, GRACIAS.

Después de la intensidad vocal, los teclados mágicos y la pirotecnia guitarrística de Wilco (el solo de “Impossible Germany”: ¿Error de Dios? Comente en 500 palabras), muy difícil lo tenían los Jayhawks de Minnesota para estar a la altura. Hablemos: sé que los Jayhawks son lo mejor desde el chicle, etc, etc, pero su vitola country me echa para atrás como el olor de la sopa de ajo a Drácula. Empecé a escucharlos hace solo seis meses, enganchado por sus dos álbumes menos country, el Sound of Lies (1997) y el Smile (2000). Los dos me encantan, son rock alternativo, son power pop, son la crema pura. Pero todos me advertían: “te han gustado porque para entonces ya se había marchado del grupo Mark Olson” (el supuesto orfebre cowboy de la banda).




Juro que no llevaba prejuicios contra Jayhawks, si acaso andaba predispuesto a favor, cuando saltan al escenario y entre sus fans acérrimos sonó un murmullo seguido de una exclamación: los Jayhawks venían con Mark Olson, que ha vuelto al grupo!!! “Uh-oh” –pensó servidor de ustedes, y no se equivocó. Entonces, yo no sé decir si su actuación fue buena o mala, solo sé decir que me resultó aburrida, y más comparándola con la predecesora de Wilco: plana, moña, sin lustre… Ni rastro de sus dos discos pop, aquello fue un frenesí de granero, corral y voces plañideras empastadas. Gary Louris (“el bueno de Jayhawks”) apenas brilló, y el repertorio a mí me aburrió, salvo “Blue” y su versión de “Bad Time”.

Los varios eruditos de Jayhawks que me acompañaban sí dieron el visto bueno al concierto (aunque hubo gente que, en señal de protesta por tanto country se dio la vuelta y le dio la espalda al grupo durante un buen rato), por ellos sé que sonaron “Take Me With You (When You Go)”, “Wichita”, y casi todo el Tomorrow the Green Grass (1995): aparte las dos del párrafo anterior, “I’d Run Away”, “Miss Williams’ Guitar”, “Two Hearts”, “Real Life”, “Over My Shoulder”, “See Him On the Street”… y también un tema inédito titulado, precisamente, “Tomorrow the Green Grass”.


Para mi desgracia, el concierto de Jayhawks se solapaba con el de Lori Meyers, pero claro, a los de Granada era la sexta vez que los veía en directo. Solo llegué a ver la recta final de su actuación, pero bastó para dejarme buen sabor de boca pop tras la atrocidad de los alt. country. Alcancé a ver “El gallo ventrílocuo”, “Dilema”, “Luces de neón”, “La pequeña muerte”, “Viaje de estudios” y “Alta fidelidad”, suficientérrimas para refrendar que, hoy por hoy, Lori Meyers conforman la aristocracia del espíritu indie. Conclusión: como diría mi madre, “tú es que siempre vas a los mejores conciertos, hijo, todo imprescindible y fundamental” –pues claro, si no no iría!

jueves, 28 de mayo de 2009

Un día perfecto en Cosica


El buen Lou Reed lo cantó con la desgana que le caracterizaba: “No es más que un día perfecto, beber sangría en el parque, dar de comer a los animales en el zoo y luego una película también”. Pues así me sentí yo ayer más o menos, aunque ni bebí sangría en el parque (yo no hago esas cosas), ni alimenté a ningún animal (no quiero chistes) ni vi ninguna película. Pero tuve experiencias interesantes, algunas irrepetibles, eché unas risas de campeonato –de Europa- y me quedé ronco cantando.

¿Qué fuiste, Porerror, a un concierto? No señora, en todo caso a un recital de la Vida, con mayúsculas, que diría un cursi (nunca yo). Mi día empezó trabajando honradamente, que no hay cosa más bonita, salvo quizás ganar dinero honradamente sin trabajar. “Otro día, otro dólar”, reza un proverbio yanqui. Tras mi jornada, confirmé la noticia de que venía a verme a Cosica un amigo pelirrojo. Corrí a mi casa a adecentarla un poco (¿estáis familiarizados con la metáfora “ratones de pelusa”?), y tras fregonchear como la Ratita Presumida me dispuse a cocinar para mi amigo.



Mi colega llegó ya empezado el telediario de Antena 3, que a la sazón hablaba de no sé qué partido de fútbol que creo que había ayer. La comida estaba asquerosa: salada como los perros. Mis horas de esfuerzo (Mercadona mediante) a los fogones resultaron un estrepitoso fracaso, empiezo a preocuparme. “¿Cómo se te ocurre echarle sal Y AVECREM?” Yo qué sé, amigos, dejad de gritarme… A mi amigo al final lo que más le gustó fueron las esponjitas congeladas con chocolate negro del postre, y el Rioja que ingerimos en cantidades inmoderadas.

El café que íbamos a echar se convirtió en una sesión de pseudokaraoke de más de tres horas (jamás vi a mis vecinos tan contentos, pero, hey! yo al menos rebuzno en horas cristianas de sol, no como los simpáticos burritos-despertadores de mi calle). Desvariando llegamos a la conclusión de que la música es lo que más capacidad tiene para evocar los recuerdos, ni magdalenas (que dirían Proust y Daniel Ruiz) ni leche migada. Cantamos por Wilco, Jayhawks, Neil Young, Pearl Jam, Black Crowes, Black Sabbath, Bowie, Lori Meyers, Sidonie, La Habitación Roja… a Lou Reed lo llamamos pero estaba bebiendo sangría en el parque y no quiso venirse. Y luego llegamos a Maga, punto y aparte.


A eso de las ocho de la tarde mi amigo se tenía que ir, pero ya me estaba llamando uno de mis compis de trabajo cosiqueses, desde su piso, indignado. “¿No íbais a venir a mi casa a ver la previa del partido?” Oír esto y ponerme la camiseta blaugrana fue todo uno [Por cierto que aprovecho para desmentir esos rumores de que circulan por Facebook fotos mías con la camiseta del Barça leyendo El País. Cuando todo el globo sabe que yo solo leo el ABC, El Mundo y La Razón].

Lo que vino después… se me quedan cortos los sufijos aumentativos en vuestro idioma: locurón, aventurón, la flipada padre… PRETTY F**KING AMAZING! Mi dulce e inocente mente no estaba preparada para la inmensa ola de alegría y respeto que invadió el pueblo de Cosica cuando EL BARÇA SE ALZÓ CON SU TERCERA COPA DE EUROPA y TERCER TÍTULO DE LA TEMPORADA. He de confesar que durante el partido (que vimos en un bar que frecuentamos) llegué a tener las pulsaciones a 120. ¿Serían los caracoles? ¿El tinto con naranja? Todo se relajó cuando el buen Messi marcó ese golazo de cabeza suspendido en el aire, volando, “la cabeza de Dios” (Daily Mail dixit), que parecía directamente sacado de un partido de Oliver y Benji.


Tras el partido, el frenesí: caravana de decenas de vehículos pitando por las calles de Cosica, con banderas, bufandas, trompetas y gritos de desafuero, petardos y coheticos (delante de la Plaza de la Virgen, of course)… incluso he oído decir que un grupo de golfos se dedicó a hacer botellona en medio de la calle para celebrarlo (un miércoles, a esas horas…). Yo no sé mis compis y yo a qué hora acabaríamos: en el Canal Plus del bar hacía rato que estaban poniendo Shine a Light de Scorsese y los Rolling, mientras un amable señor con un megáfono se dedicaba a destrozar lo que quedaba de nuestros tímpanos con sus consignas pro-Barça y anti-Florentino. Os juro que por unos instantes barajé hacerme del Real Madrid.

Yo no sé a qué hora acabaríamos, pero mi maltrecho cerebro sí que lo ha sabido esta mañana cuando ha sonado el despertador a las siete en punto. Y ya me pregunto, recordando al buen Quique González, si “cada día puede ser un gran día, pero hay días más grandes todavía”, ¿qué sorpresas me deparará el destino hoy? ¿Acaso me haré fan de Miguel Bosé? ¿Empezaré a ver Cuatro?

“It’s such a perfect day…”

martes, 26 de mayo de 2009

"Estás más gordo"


Hoy me estaba partiendo el ojete mientras levantaba hierro en el gimnasio. Amiga burra que ahora rebuznas con desafuero al filo de la medianoche cosiquesa, ¿a que tú también te ríes? (Solo te pido que, en la medida de lo posible, te prives de dar rebuznos a partir de la una, más que nada por dormir y esas cosas… una mala costumbre que arrastro de mis años de vida urbana). Hoy me estaba riendo, con cada dolor que sentía en cada músculo que estaba trabajando. Hace meses que no me peso, y francamente, no me voy a pesar, pero los agujeritos del cinturón no mienten, y ayer gané otro…

Hay frases, amigos, que nunca en la historia de la Humanidad pueden quedar bien. Una de ellas es “Te estás quedando calvo”. ¿Cuándo convendrá esa frase? Decídmelo vosaltres si podéis. Otra, mi favorita, es “Estás más gordo”. Analicemos. Si un interlocutor te dice que estás más gordo solo caben dos posibilidades: A) que sea verdad, en cuyo caso, caben dos posibilidades: A1) que tú ya te hayas dado cuenta o A2) que tú no hayas reparado. Si A1), ¿qué beneficio se saca en refregártelo por la cara? El placer de ser un gran fisonomista, o una de esas personas que ganan premios en la barracas de feria acertando el peso exacto de un jamón. Si A2), a la persona que se lo haces ver te aseguro que no le vas a alegrar el día.



Vamos a ver, si tú no eres endocrino ni dietista, ni nutricionista, ni nutrólogo, ¿a qué viene hacer ese comentario? Máxime cuando tu opinión al respecto no ha sido requerida (“Oye, ¿cómo me ves, estoy más gordo?”), ¿no será que no tienes otra cosa de la que hablar y/o eres un tocahuevos fenomenal? Ya lo estoy viendo: “¡Guau! Amigo, gracias mil por hacerme ver que he engordado, ahora me siento mejor gracias a tus francas y acertadas palabras, que sin duda me han de servir de acicate para ponerme a perder inmediatamente estos kilillos de más que tú –oh, ser perspicaz- te has dado cuenta que he cogido”. I don’t think so!

Posibilidad B), que no sea verdad que la persona interpelada esté más gorda, que pese exactamente igual o incluso menos. Pero a ti te han visto raro, y en vez de decirte “¿Te has hecho algo en el pelo?”, “Te veo cambiado” o “¿Por qué ahora eres del Barça y bebes cerveza?”, te sueltan directamente lo de “Estás más gordo”, que es una pésima manera de afectar interés por la salud de la persona y el hecho de que se está pendiente de ella. Sobre todo si hace tiempo que no te veían. Pero tú, qué, ¿que llevabas una tabla con mi peso, cabrón?


Si me estrujo mucho el magín (¿y qué no haré por mis lectores?), puedo llegar con esfuerzo a conceptualizar dos situaciones hipotéticas en las cuales la aseveración “Estás más gordo” sería bien recibida. Caso 1) El sujeto es un superviviente de Auschwitz. Caso 2) El sujeto viene padeciendo de anorexia nerviosa. Como gracias a Dios ninguno de los dos es mi caso, figuraos mi estupor (realmente, no me sirve otro sustantivo) cuando el viernes pasado acudo con toda mi buena fe a una comida con antiguos compañeros de trabajo y uno de ellos me espeta a bocajarro: “Tú estás más gordo”. Y me deshago en explicaciones de todo tipo, da la puta casualidad de que no solo no estoy más gordo (¿más que cuando?) sino que peso menos y estoy más fuerte.

Y le cuento que sin ir más a lejos la tarde antes le di la vuelta a Cosica corriendo, a la hora de más sol, sorteando perros, cabras, ovejas, caballos, todoterrenos de la Guardia Civil y autocares de línea. Y que luego me inflé de hacer abdominales, y que llevo tiempo haciendo bla bla y bla bla…. todo para nada. Porque como a mí me encanta jalar, sabido es, ya ha quedado dictaminado por mi ex colega que lo que estoy es más gordo. Sin duda debido a que, claro, vivo en la sierra y allí me harto de comer todos los días buenas chacinas ibéricas. Claro que sí, amigo! ¿No es precioso cómo la gente se monta ella sola en su cabeza sus películas?


Visto lo visto, abandono cualquier tentativa de racionalidad o de explicarle, por ejemplo, que Cosica no está en ninguna sierra y que yo aquí como pollo a la plancha. Pero, ¿quién soy yo para robarle las ilusiones a este hombre, con lo que está disfrutando? De manera que lo tengo decidido: sí a todo, y al próximo que me encuentre y me vuelva a decir que estoy más gordo, sea o no verdad, le espetaré sin dudarlo: “Como una auténtica foca, oiga”.

lunes, 25 de mayo de 2009

El efecto Macaco


“Aprendamos lenguas, incluso las inexistentes”
-Macaco




Lo vengo diciendo desde hace año y medio: la realidad (informativa) supera a Estatuas Verdes, que siempre anda por lo menos un paso detrás de la actualidad. Ni un servidor arrellanado en el sofá con una Coca-Cola Zero en la mano escuchando a Elvis Costello sería capaz de pergeñar las fantásticas perlas de distensión e hilaridad que los medios a diario nos dispensan. Pienso un tema y el telediario o el periódico (por no decir Antena 3 y El País) me lo devuelven distorsionado y aumentado.

Es una parodia a la inversa, es como si estas estatuas reflejaran la realidad deforme y la corrigieran, al contrario que los espejos de feria. Ayer por la tarde mismo (¡os lo juro!) andaba cavilando en hacer un post acerca de algunas canciones de Macaco, ese proyecto musical al que, a falta de más información, llamaremos “grupo catalán”. La buena Wikipedia nos previene o informa de que cantan en
español, portugués, francés, inglés, catalán e italiano”… o a lo mejor en ninguna de esas lenguas y en todas a la vez. Y ya puestos, ¿por qué conformarse ahí? Podían haber dicho que cantan también en gallego, polaco o esperanto. No fronteras, il mio cheri brother man!

¿Es Daniel “Mono Loco” (líder de Macaco) un nuevo Salvatore, aquel personaje de El nombre de la rosa (1982) que hablaba en una lengua pidgin propia amalgamada de entre todas las que había conocido? Vayamos por partes.


Algunos lectores (crueles) de Estatuas Verdes han llamado mi atención sobre lo ridículo de las letras de Macaco, circunstancia a la que me gustaría añadir lo desvergonzado de su pronunciación. ¿De dónde sale ese imposible acento? ¿Es acaso fruto de la Alianza de Civilizaciones? Es un criollo inexistente forjado en los despachos de las discográficas y en los estudios de grabación, a medio –y sonrojante- camino entre los acentos caribeños españoles, las hablas andaluzas y el deje jamaicano del inglés. Parafraseando lo que la revista New Musical Express dijo una vez acerca de Björk en inglés, “Macaco lleva las vocales de la lengua española a lugares en donde nunca deberían haber estado”.

Las vocales y las consonantes: las aproximantes, las oclusivas –sonoras y sordas-, las africadas… Veamos algunos ejemplos: “Escucha la yamada de Mama Tiera”, “Busco un sitio para saltá que me dé alas pa volá”… el que sea capaz de escuchar estas cosas sin descojonarse, que levante el pubis. Que conste que no soy un nazi de los acentos, que todos me parecen igualmente válidos y respetables, cuando son la forma de hablar de ciertas personas en cierto sitio. El problema de Macaco y de otros muchos (de ahí “el efecto”) es que su manera de pronunciar no responde a nada, es un invento que para colmo explota el prestigio latino-rumbero-tropical de ciertos dialectos caribeños o meridionales de España.


El Bicho (personaje Pupita nuestro) es otro que, habiendo titulado un tema suyo “Parque Triana”, me da la impresión de que solo ha visto Triana por el Google Maps. ¿Recordáis la canción de Snow “Informer”, exitazo en 1993? El tal Snow era canadiense, pero impostaba en su rapeo el criollo jamaicano para vender un millón de discos. Bob Marley también cantaba inglés rarico, (en fonética, morfología y sintaxis) pero es que ÉL ERA DE JAMAICA. Volviendo a España, La Puta Opepé y Mr. Rango no sabemos bien en qué cantan, y no digamos ya San Manu Chao. No es vasco, no es francés, no es mejicano, no es andaluz, no es cubano, ni colombiano… ¿será por eso que Don Manu quiere tanto a las planticas?

“Porerror, eres un nazi”, ya os escucho pensarlo, “lo importante es lo que se dice no cómo se dice; el contenido y no la forma”. Jíjíjíjíjíjíjíjíjíjíjíjí!... sí, pues ahora vamos a eso. En su meteórica carrera hacia la desvergüenza lírica, el buen Macaco es responsable de “versos” como los que siguen:

-“Con los pies en el suelo y las manos levantadas. Observarse adentro desde fuera y mirar a fuera desde dentro conectarse para actuar y desconectarse para soñar”.

-“With the feet on the ground and the hands raised, is Ingravitto state”.

-“Salté la valla, corrí mil batallas, pero aquí estoy de nuevo. Perdí el aliento, pero no me siento”.



E independientemente de lo ridículo o lo maravilloso que sea este mensaje de pacifismo/ecologismo/buenrrollismo/mestizaje, no me negaréis que ciertos heraldos le restan credibilidad. Recuerdo que en un episodio de Muchachada Nui de hace un año justo, Amparanoia le decía a Manu Chao: “Con la Globalización están calentando la Tierra, y mientras no prohíban los toros va a ser imposible que legalicen la marihuana, y la mujer seguirá humillada bajo el yugo de Operación Triunfo, a lo que Manu respondía “Tienes buenas ideas, Amparo de Amparanoia, pero te haces batiburrillo”.

En estas andaba ayer cuando me topo de bruces con una noticia: “Macaco denuncia a la Falange por utilizar un tema suyo”. JAJAJAJAJAJA!!!!! No sé qué me resulta más bizarro, si la Falange Española en 2009, el hecho de que usen una canción de Macaco en una de sus campañas (¿no la escucharon antes?) o que el “grupo catalán” se querelle. Desde que Sidonie llevaron a los tribunales al Gobierno de España (del PP) por los mismos motivos, no me reía tanto. Y mientras tanto, Mama Tiera continúa girando, mubin, ol de pípol mubin

jueves, 21 de mayo de 2009

Últimas locuras: Los tests de Facebook


-“Me tuvieron muchos años rellenando cuestionarios”
(José Ignacio Lapido)




¡Bueno, bueno, bueno! Locurón… locurón. Ayer vi el post de un colega en su Muro de Facebook en el que decía: “Va en serio: a los amigos que hagan muchos tests los voy a ocultar”. Pues bien, amigo, nos vemos por ahí (no en Facebook), porque lo que es un servidor no se va a privar de seguir haciéndolos: ¡los tests son lo mejor de Facebook!

No: lo mejor de Facebook si te parece va a ser enterarte de que se ha casado una amiga del colegio a la que hace quince años que no ves. O que un colega tuyo cuelgue una foto de hace 10 años en la que sales tú borracho con cara de mongolo (y te etiqueten con tu nombre). O que te manden como regalo “virtual” una cajita de bombones virtuales. ¡NO! Lo mejor de, la crema de, lo máximo del Caralibro son sus bizarros y divertidísimos tests.


Yo empecé tímidamente: ¿Cuán británico eres? (Me salió Bloody British, el máximo, y por poco me suicido), ¿Qué filósofo griego eres? (Platón), ¿Qué filósofo alemán? (Heidegger), ¿Cuánto durarías vivo en una peli de miedo adolescente? (50%). Luego la cosa empezó a írseme de las manos. ¿Qué cubata eres? (Brandy-… en la vida, compadre), ¿Qué chuchería eres? (Platanito)… ¿estamos locos?

Clásicos son ya los de pelis tipo ¿Qué personaje de El Padrino eres? (Michael Corleone) –o ¿Qué personaje de El Señor de los Anillos?, que me niego a hacer-, o los históricos: ¿Qué escritor podría haberte creado como personaje? (Oscar Wilde), ¿Qué movimiento artístico eres? (Surrealismo), ¿Qué personaje histórico eres? (Sigmund Freud). También los hay pseudopsicológicos, aunque de estos soy menos amigo: ¿Cuál es tu tipo de inteligencia? (Verbal-lingüística), ¿Qué tipo de personalidad eres? (Reformista)... en verdad los que más molan son los que hacen gracia. Mientras más rebuscado mejor.


Mi favorito hasta ayer era ¿Qué enzima del Ciclo de Krebs eres?, y habéis de saber que a mí me salió la Aconitasa (whatever that means). Para qué preguntar ¿Qué color te define? o ¿Qué estación del año eres? pudiendo averiguar mejor ¿Qué clase de choni...? o ¿Qué frase de Carmen de Mairena eres? Y digo yo que si Facebook dice que soy Nuria Bermúdez, la choni con clase o no sé qué frase de la Mairena que incluye la palabra “coño”… tendrán razón, porque ellos han estudiado, ¿no? Casi siempre aciertan, por ejemplo, hice ¿Qué barrio de Miciudad eres? y me salió uno en el que he vivido durante 25 años.

¿Quién diseña estos tests? ¿Genios de la psicología? ¿Lumbreras de las revistas tipo Cosmopolitan? ¿Mesías de los Recursos Humanos? Más bien gente con tiempo libre, me temo. Yo mismo he diseñado un par de ellos, el último con gran éxito de crítica y público: ¿Qué bicho de la casa de Porerror en Cosica eres? Y te puede salir Hormiga roja cocinera, Hormiga shica de cuarto de baño, Abejorro que se cuela cuando ventilo, Mosca clásica de la hora de la siesta o Araña tímida de pasillo (que por cierto todavía no le ha salido a nadie).


Dos de los mejores que he rellenado últimamente son ¿Qué fuiste en una vida anterior? (una amiga se quejaba el otro día de que le había salido Un calcetín, pues xula, a mí me ha salido Un pretzel: no sé yo qué es peor) y ¿Qué cosas absurdas te gustan que tú no sabes y que gracias a este test sabrás?, con el emocionante resultado de Girar sobre ti mismo delante de la sección de pan de los hipers.

Pero ayer ya fue el acabose, cuando el Grillo Solitario (ya sabéis, el negrata, el peligroso, el mafioso…) se sacó de la manga el seminal test ¿Hasta qué punto eres una estatua verde? Con preguntas y respuestas que ni yo mismo las hubiera diseñado más certeras. Menos mal que me salió que era Una estatua color verde óxido sobre el techo de Notre Dame, porque si no dejo el blog y me dedico al punto de cruz…


martes, 19 de mayo de 2009

Quadrophenia: Orgía mod


La palabra “moderno” es muy graciosa, se supone que significa “lo último”, “lo actual”, pero claro, al carecer de un referente fijo, su contenido cambia con el cambio del tiempo. Está claro que “moderno” se opone a antiguo o clásico, pero ya en la Antigüedad romana se hablaba de obras de arte y estilos “modernos”. Lo mismo pasó luego, en la Edad Media varias veces, y en las sucesivas etapas de la Historia. Quizás el uso más desvergonzado que se haya hecho de la palabra “moderno” sea el de la famosa tribu urbana de los mods (del inglés “modernist”). Esta subcultura sesentera británica -que luego ha tenido revivals en otros tiempos y en otros lugares- de siempre me ha fascinado. Admito que durante un par de años de la adolescencia les profesaba incluso una cierta admiración... afortunadamente, se me pasó pronto.

Recordadme que otro día os cuente mis últimos encuentros con mods de “pata negra”, de esos que solo escuchan soul semidesconocido y que para escuchar un tema de Gene Clark se tapan las narices. “Ortodoxia” sería una palabra que se me viene a la mente de momento, y no deja de ser ridículo, o al menos paradójico. Me explico. De acuerdo en que la imagen de los mods ha quedado ahora perfectamente codificada: música pop-beat, soul, jamaicana... trajes a medida, motocicletas italianas, uso de símbolos nacionales británicos... pero lo que hoy se puede tener la tentación de percibir como un coherente bloque sin fisuras no deja de ser una amalgama de estilos y tendencias absurdas que cristalizaron al azar hace 45 años.


O si no, que venga un mod y me explique qué tiene que ver montar en una Lambretta decorada con un parche de las fuerzas aéreas británicas, escuchando rocksteady Y grupos de chicas vestido con un traje a rayas sobre el que se pone una parka caqui. Si los mods nos han dejado algo, está claro que es su estética ecléctica (de hecho, yo es el único legado que les reconozco). Por lo demás, por muy paladines del buen gusto, elegancia y saber estar que quieran hacernos creer que son, no debemos olvidar que se trataba en su origen de pandillas de niñatos gamberroides -digámoslo: precursores de punks y skinheads-, de extracción social media-baja o clase obrera directamente.


Uno de los productos culturales más fuertemente asociados al fenómeno mod es sin duda la peli de 1979 Quadrophenia. Muy famosa por su banda sonora de los Who y por sus escenas de peleas, la verdad es que hoy día sigue dando grima pasearse por la playa de guijarros de Brighton y recordar la escena de Sting dando ostias como panes a los rockeros. Para muchos de nosotros, Quadrophenia es y será el producto mod definitivo. Estoy seguro de que los auténticos mods se reirán y pensarán que es solo algo derivativo, un producto de teensploitation rodado una década después. También estoy seguro de que luego en sus casas llorarán viéndola en secreto con las luces apagadas.

Yo había visto Quadrophenia hace 15 años (por mi época de interés mod), coincidiendo con el descubrimiento de los grupos mods que ahora resulta que no son mods de verdad: The Who, The Small Faces, The Kinks. Me gustó ver la peli, pero me pareció un poco tomadura de pelo, un videoclip extendido que era tan solo un mero vehículo de lucimiento para los temas de The Who y el acento cockney de Phil Daniels. Hace unos días la he vulto a ver, y mi valoración ha cambiado dramáticamente. He visto en Quadrophenia una honesta crítica social-generacional, con todas las ingenuidades propias del género, pero sorprendentemente hábil en retratar lo que quiere. Lo que antes me pareció una trama absurda montada al azar ahora se me antoja una historia con planteamiento, nudo y desenlace, episódica si se quiere, pero coherente.

Los personajes me parecían meros brochazos, y es verdad que algunos de ellos tienen menos profundidad que un plato de postre pero al menos están ahí por algo, cumplen con eficacia sus funciones narratológicas de conseguidor, villano, ayudante, princesa, héroe... etc. Y qué queréis que os diga, el cine musical y/o adolescente me suele parecer un insulto a la inteligencia del personal (lo cual no es óbice para su disfrute) pero en Quadrophenia pienso que los jóvenes y sus problemas están tratados con una ternura, un respeto y una adecuada distancia irónica que son muy dignas de encomio.


Más allá del hecho de que uno se palotice más o menos con las referencias subculturales que hay en la peli (el poster de Pete Townsend, la sintonía del Ready Steady Go! a cargo de Manfred Mann, el duelo por poderes Ray Davies vs. Gene Vincent, Sting bailando el “Louie Louie” como un poseso...) recomiendo a todo el mundo ver Quadrophenia porque me parece que toca temas universales y eternos, y no... no estoy de coña. La peli se circunscribe a una época y lugares muy concretos: pandillas mods inglesas en 1964, y sin embargo logra trascender la mera anécdota para retratar la rabia adolescente, la frustración, el desencanto (del trabajo, del amor, de la amistad...), la evasión en forma de drogas, las urgencias sexuales, la búsqueda de la identidad... esto pasaba en Sumeria hace 5000 años y seguirá pasando siempre si el mundo no explota antes.


Los sesenteros que no la hayan visto encontrarán el plus de la música, la original de los Who y la “de época” que se escuchaba en la tele, bares, discos y guateques en 1964. Los demás podemos encontrar a una especie de arquetipo en el protagonista atormentado, el joven Jimmy Cooper (pero el grupo Cooper, aunque su nombre saliera de aquí, no merecen ser mods, ¿eh?). Todos podemos aprender algo de un personaje que se equivoca, que se lleva varias decepciones, que sufre una evolución y que acaba por redimirse. Y además sale Sting disfrazado de Botones Sacarino. ¿Alguien da más?

lunes, 18 de mayo de 2009

Tutto Kubrick


Recuerdo adolescente #1: Voy paseando por la acera de mi casa a los 14 ó 15 años junto a un amigo cinéfilo. Este me cuenta que se ha comprado Espartaco (1960) en edición de lujo -en VHS, claro-. “Es de Kubrick, pero vamos, que a él se la colgaron, es un producto de estudio”. Sé quién es Stanley Kubrick pero no controlo qué otras pelis ha hecho aparte de 2001 (1968). Le pido a mi amigo referencias y él me recita toda su filmografía de memoria.

Recuerdo adolescente #2: Voy a casa de otro colega, compi de carrera. Su padre, amén de científico, es un forofo de la Cultura con C mayúscula. Me enseña ufano las estanterías de su salón. ¿Ves estos libros de ahí, chico? Es todo Nietzsche... completo. Platón... completo. Heidegger... completo. Descartes... completo. Y así sucesivamente.


Desde aquella época, siento una reverencia especial por la obras completas de literatos, cineastas o grupos musicales. Es lo que el buen Fran G. llama “hacer un complete: vas a una tienda y te llevas, por ejemplo, toda la discografía de la Creedence de una tacada. Con cineastas suele ser más complicado y no digamos con los escritores, salvo que sus “obras completas” se hallen recogidas en convenientes volúmenes o packs. Por otra parte, me ocurre que hay creadores que me gustan tantísimo que no me da la gana agotarlos. Hay varios libros de Borges y Cortázar que me faltan por leer, igual que me faltan varios discos de Elvis Costello. Ya habrá tiempo, pienso.

He hablado de “creadores” a sabiendas de que utilizaba un término vago, deliberadamente amplio y generoso. Y es que para mí hay directores de cine, por ejemplo, que son auténticos artistas. Habrán sido artesanos en uun momento dado, habrán estado sometidos a las leyes de la industria y el mercado, pero para mí son sobre todo artistas.


Mucha gente metería en este saco a John Ford y Clint Eastwood; yo no, como ya sabéis. Para mí los grandes cineastas contadores de historias e intuidores del alma humana son Alfred Hitchcock, Woody Allen y Stanley Kubrick. Seguro que hay mejores directores, que si el propio Ford, que si Billy Wilder, que si Howard Hawks, que si Scorsese... lo que queráis. Además no voy a discutir porque de cine entiendo muy poquito, pero sí sé algo acerca de cómo se cuentan las historias y se crean los personajes, y me quedo con Alfred, Stanley y Woody.

Siempre he dicho que si Shakespeare hubiese nacido en el siglo XX habría sido director de cine (o guionista al menos). Por la misma regla de tres, pienso que si Allen, Kubrick o Hitchcock hubieran surgido en los siglos XVI-XVII ahora estarían considerados como Shakespeare, Molière o Calderón. Su obra me emociona como no lo hace la de ningún otro (bueno, tal vez Scorsese también: llevo con mala conciencia desde que escribí el anterior párrafo), y hoy quería especialmente centrarme en el rarito de Kubrick.


El buen Kubrick, curiosamente, es el terror de los escritores. El tipo te coge una obra literaria y te la destroza, te la poda hasta reducirla a un esquema de situaciones y personajes que luego te presenta visualmente. Y de manera casi siempre memorable. Hay quien dice que sus adaptaciones son una mierda, hay quien asegura que nunca traiciona la esencia del original. Ahí están Atraco perfecto (1956), Senderos de gloria (1957), Barry Lyndon (1975), Teléfono rojo: ¿Volamos hacia Moscú? (1964), Lolita (1962), La naranja mecánica (1971), 2001: Una odisea en el espacio (1968), El resplandor (1980), La chaqueta metálica (1987) o Eyes Wide Shut (1999) para comprobarlo.

“Oh, es que en La naranja mecánica libro no dice que Alex llevara bombín... en Lolita la novela la niña se come un helado de limón y no de fresa... el Jack Torrance original de Stephen King utiliza una maza y no un hacha...” ¡Guau! Gran pecado, ¿eh? ¿Qué hacemos, fusilamos a Kubrick? Para bien o para mal, nadie se acuerda en la cultura popular de Alex y sus “drugos” si no es con un pijama blanco oyendo a Beethoven (“pues en el libro su favorito es Mozart”), Lolita es Sue Lyon palotizando a James Mason y Jack Torrance es Jack Nicholson metiendo la cabeza por una puerta (“pues en la novela la habitación pupita es la 217, no la 237”).


Lo que más admiro de Kubrick es que el mamón no repite género. Una de miedo, una de ciencia-ficción, cine negro, una bélica, otra histórica... igualito que Tarantino o Almodóvar, vaya. Kubrick se pasea por los géneros y en todos deja su gracia en forma de obra maestra. No hizo una mala, el hijoputa (no, ni siquiera Eyes Wide Shut, dejad de gritarme!).

El otro día, hablando con un erudito de Kubrick que tuvo a bien contarme los presupuestos, fechas de rodaje y recaudaciones de las obras del maestro (yo a tanto no llego, os lo aseguro), saltó la liebre de que yo no había visto El resplandor. La compré, la vi, lo flipé y me dije, veamos por curiosidad qué pelis de Kubrick me quedan por ver. Fui recorriendo la lista una a una y resulta que terminé por tacharlas todas. Kubrick... completo. Y eso me dio más miedo que las caricas que ponía Jack Nicholson.

sábado, 16 de mayo de 2009

Tinto con naranja: Qu'est-ce que c'est cette vision?


“Y era cada día así…”
-Quique González




Creo que ya lo he contado aquí en alguna ocasión. Mis “amigos de verdad” solo conocen una forma de ocio: quedar para comer demasiado. Empieza a cansarme un poco, aunque admito que yo he sido hermano de esa cofradía durante décadas. Para wash down tan enorme cantidad de alimentos se hace imprescindible la bebida. Anoche, sin ir más lejos, en un restau-bar supuestamente estiloso de la zona más bohemia de Miciudad, a la hora de la bebida volví a sufrir la indignidad a la que los profesionales de la hostelería nos someten a quienes tenemos la desgracia de preferir una simple, dulce y humilde mezcla: el tinto con naranja.

¿Con blanca? No, con naranja. ¿Ha dicho con limón? No, con naranja. ¿Le da igual con blanca? Estatuas Verdes, al igual que El Perro Lunar a veces, denuncia: ¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL CONSEGUIR QUE TE PONGAN UN BUEN TINTO CON NARANJA? La receta es de una simplicidad pasmosa. Vino tinto al gusto (50% aprox., pero para gustos colores), el resto de refresco azucarado de naranja, abundante hielo y si acaso una rodajita de naranja o limón. Fácil, ¿eh? Sí, sí….


Sospecho que en las escuelas de hostelería debe haber una asignatura secreta acerca de los cócteles y bebidas (la misma que impide a los camareros llenarte la taza de café hasta el borde), y que en base a ese arcano saber no se permite dispensar tinto con naranja a los clientes, so pena de pérdida de licencia o excomunión. ¿Hay acaso “un hechizo de brujas en Gibraltar” –por usar la frase de Fito Páez- que declaró anatema mi bebida favorita? Decía el buen Calderón de la Barca “¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?” Pues ¿cuál cometió Porerror, tinto con naranja pidiendo?

Hay provincias españolas donde directamente no han oído hablar de esta combinación. Y que si les insinúas que te lo sirvan (primicia mundial, usted sabe: botellita de tinto, me abre una Fanta…) te tratan como a uno que ha ido a comprar droga y llaman a la Guardia. En un bar de Mérida me dijeron una vez, “si fuera con limón te lo serviría pero… ¿con naranja? ¿Quién ha oído hablar jamás de semejante cosa?” Y eso es lo que más me quema. O sea, que si lo pido con limón o con blanca no problemo pero, si con naranja…. ¡parecería el mayor imbécil de toda España! ¿Quién decretó esta norma? ¿Fue acaso la Federación Española de Fútbol en 1982, para proteger a Naranjito?


Yo en COU tenía una amiga que me asesoraba en moda y me decía que los colores naranja y burdeos no pegaban juntos. ¿Será ese el problema?

En Andalucía suelen querer ponértelo, más en Miciudad, pero no está la cosa tan clara. ¡Cuántos atropellos no se habrán cometido! En mi cotidiano eslalon tratando de esquivar las porquerías mezcladas que nos brindan empresas como Sandevid, Don Simón o Latino, amén de otras bebidas que NO son la que yo he pedido (con limón, con blanca, con ochocuartos, sangría…) aún he de toparme, cuando estoy cerca de la meta, con la ineptitud y/o picaresca del gremio camareril.

Tengo que decir, en honor a la verdad, que en Cosica consigo que me los pongan bastante aceptables en los dos bares que frecuento. ¿Serán aquí poseedores de su auténtico secreto? Incluso te abren un botellín de naranja (en plan cubata) y te lo dejan para que vayas bautizando el tinto a medida que baja el nivel. Pero eso no es lo habitual…


Tintos infumables (no pido Protos, ni Vega Sicilia pero, joder… algo me dice que el vino que viene en botella grande con tapón de rosca no es bocato di cardinale), refrescos innombrables, cubitos de hielo que dan mal nombre al Frío… algunos bares no conocen los límites de la desfachatez. Anoche mismo sufrí en mis carnes la laceración del mal tinto con naranja, en el sitio que os contaba. La camarera se permitió bromear conmigo, se ve que iba de sobrada: “No, no, no! Aquí lo preparamos con Fanta-Fanta, de la marca Fanta”… sí, sería de la que le sobró a Hitler.

A la media hora de haberlo pedido, para mi estupor, me llega la moza con un vaso de tubo rojucio, sin burbuja ALGUNA de ácido carbónico, en el que tristemente flotaban “dos peces de jielo” (por homenajear a Sabina/María Jiménez). Lo probé y conocí la desazón: fui incapaz de terminármelo. A partir de ese momento, toda la noche a puras botellitas de agua mineral. Y es que, ya lo dijo Indiana Jones (o su padre): “Solo el penitente beberá tinto con naranja”.

jueves, 14 de mayo de 2009

El Barcelona guanya el seu primer títol


Ayer por la tarde andaba tan sobrado que me iba a poner a escribir este post a las 5 de la tarde. Y lo iba a hacer, lo juro, pero resulta que ayer vinieron a visitarme a Cosica dos amigos del alma, y me dediqué a atenderlos. Les enseñé mi "mansión", que mi amigo Luis, experto en Bricomanía y Leroymerlismo, me aseguró que está hecha con las mejores calidades ("Porerror, estos enchufes son los mejores del mercado" -gracias).

Nos descojonamos viendo por YouTube el vídeo de El Tito Mc (estos dos colegas entienden de rap sevillano y bizarría a partes iguales), merendamos, intervinimos vía telefónica en un programa de radio de Bruselas (Kike, el otro amigo que me visitó, es uno de sus locutores), escuchamos los éxitos del artista local de Cosica... luego dimos un paseo andado por el pueblo: su casco antiguo, sus calles y plazas emblemáticas, su ayuntamiento, su iglesia, su campo de fútbol, su centro de salud, su instituto, sus bares, sus ruinas aztecas...

Porerror, ¿tú no ibas a hablar en este post del Barça? Es correcto, a eso iba. Como vinieron mis amigos, decidí ver el partido con ellos y esperar al resultado antes de publicar. Me enfundé mi flamante elástica blaugrana (cómo adopto la parla, ¿eh?), fuimos a nuestro bar de nuestros pecados... y a disfrutar. Dice otro amigo que vive aquí que "lo que la vida te da, Cosica te lo quita". Aunque dramática, me hace gracia la frase, y tiene algo de cierta. Cosica te cambia. "Quién te ha visto y quién te ve, Porerror" -decían mis amigos ayer entre caracoles chicos y pedacitos de adobo. En la vida me ha gustado ni interesado el fútbol, lo sabéis, pero en este pueblo me estoy aficionando. No ya al fútbol, en realidad, sino a ver jugar al Barça.


Esta mañana ha dicho Antonio García Barbeito en el programa de Carlos Herrera que todos tenemos derecho a ser de este Barça para por lo menos poder disfrutar con algo. Pues eso es lo que me está pasando a mí. Para mí ver un partido de fútbol era como para el perro de los Simpson oír hablar a Homer: bla bla bla, balón... bla bla bla, partido... bla bla bla... colegiado. Yo veo gente corriendo, al azar, dando patadas sobre fondo verde. De vez en cuando uno se cae, o entra el balón y todos (bueno, la mitad) de los pavos se abrazan. Todo sin sentido.

Viendo partidos del Barça esta temporada (desde enero a mayo puedo haber presenciado más partidos televisados que en mis otros 30 años de vida juntos), viendo jugar al Barça he comprendido en qué consiste ese juego grasiento y alocado que algunos llamáis fútbol. Se trata de ir avanzando por el campo (siempre hacia adelante), pasándose el balón sin que la toque el contrario hasta llegar cerca de la otra portería y marcar gol. Me lo han enseñado Messi, Eto'o, Xavi, Iniesta, Henry... así de simple.


Cuando escribí aquel post sobre Samanta Villar expresé mi intención (en plan de coña) de pasarme 21 días enganchado al fútbol. A menudo me pasa que soy tan guasón que luego la peña no sabe si hablo en broma o en serio, y muchísima gente me ha reclamado, ¿qué fue de los 21 días de fútbol? Que era una bromaaaa... Pero con la coñita, llevo ya una serie de partidos vistos y he aprendido un montón, ya controlo desde la infancia de Bojan hasta la trencita de Pinto. "O sea, que te interesa el Barça, no el fútbol". ¿Acaso no es lo mismo? Este año parece que sí.

Mis amigos se marcharon en el descanso, se perdieron lo mejor. Pero en el bar siguió quedando un ambientazo. No sé si es por la emigración andaluza a Cataluña de ida y vuelta, pero en Cosica me estoy encontrado con un número inusitado de culés. Al acabar el partido, varios de ellos atronaron el sueño de Cosica tirando cohetes. Anoche el Barcelona ganó su primer título de la temporada: seguiremos informando.

martes, 12 de mayo de 2009

Ángeles caídos


¡Qué gran cosa es la nostalgia, amigos! En pequeñas dosis solo, claro. Qué gran recurso de autoengaño es recordar con añoranza tiempos pasados. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Ni de coña. Pero hay cosas pretéritas que molan. Sobre todo si se ha tenido todo o se ha estado en una posición de ventaja y se ha perdido. Tiene Quique González una bonita canción que se titula “Cuando éramos reyes”. ¿Quién no ha sido rey alguna vez, o al menos se lo ha creído? O mejor aún, ¿quién no ha vuelto la vista atrás y ha pensado que lo había sido en algún momento?

Hoy os traigo a una serie de personajes, de artistas que admiro profundamente. Nunca salen en las listas de favoritos que confecciono, ni los saco a relucir en las conversaciones freak de música, no sé por qué. No es que me avergüence de mis gustos, supongo que simplemente, por parafrasear aquel tema de Weezer, el mundo ha girado y los ha dejado atrás. Los gustos han cambiado, no están considerados cool, y ya no venden una escoba. De estos artistas no hablan revistas como el ROCKDELUX o el Ruta 66, si es que alguna vez lo hicieron. Son los ángeles caídos del pop español.

Me estoy refiriendo en concreto a tres de mis ídolos: Ariel Rot, Coque Malla y Jaime Urrutia. También hay otros pero, o bien no significan tanto para mí (Bunbury) o han sabido más o menos mantenerse en el candelero (Andrés Calamaro). No se puede hablar en ningún caso de perdedores, estas son gentes que han conocido el éxito en primera persona, que llenaban estadios (polideportivos, al menos), que tenían números 1 en Los 40 Principales como churros. No estamos, pues, ante la típica historia de “secreto mejor guardado” o “deberían haber sido famosos”. No, amigos, a esta gente los conoce todo el mundo, y hace 15 ó 20 años gustaban a la mayoría, pero hoy han dejado de ser relevantes.


Y es una pena, porque en España, con una industria discográfica de risa y cero cultura musical, si no estás de moda, si no vendes, no eres nadie. Nadie te va a hacer un recopilatorio en condiciones (no un expolio de tus hits) con un folleto currado y con cariño. Nadie te va a citar como influencia de una tradición, porque en España no hay apenas tradición (mirad si no a Juan y Junior, no los hay más seminales: id a buscar su discografía a una tienda y me contáis). Lo constato con pena, porque en países como Gran Bretaña o Francia (no digamos USA) es todo lo contrario: cada día se reeditan más cosas y se tiene más respeto por los grandes nombres, los has-beens.

Ariel Rot, casi nadie. Empezó con Moris en 1978, siguió con Tequila (otro grupo seminal), luego en solitario, militó en Los Rodríguez… en cada etapa dejó su sello con grandes canciones, auténticos himnos, y desde 1997 sostiene una más que meritoria carrera en solitario, con un nivel artístico fuera de lo normal en este país, que sin embargo concita en el público y en los medios un interés cada vez menor. Igual que “no hay boda sin la Tía Juana” tampoco la hay sin hits de Ariel, y para muestra un botón al azar, el pasado sábado en Valladolid sonaron dos suyas: “Rock and roll en la plaza del pueblo” y “Hace calor”. El año pasado Ariel Rot sacó un disco de duetos con M-Clan, Amaral, Fito Páez, Quique González, Pereza, Christina Rosenvinge, etc, y creo que no se enteró nadie.


Coque Malla, eterno cara de niño (igual que Leo DiCaprio o servidor de ustedes, aunque c’est clair que yo soy mucho más guapo que ellos dos juntos), actor guadianesco de desigual fortuna (el buen Migue me cantó hace poco sus alabanzas), pero centrémonos en sus virtudes musicales. Pocos como él y su grupo Los Ronaldos sonaron tan auténticos en todo el rollo ese de la Movida o post-Movida o lo que sea. Pocos comprendieron y encarnaron como ellos (sin plagiar) el espíritu del rock and roll, sonando a ratos como los Stones y a ratos como la Creedence. Lo mismo versionaban un tema de Pata Negra que les producía un LP John Cale.

Su repertorio mete miedo, como pudimos comprobar con su fugaz vuelta a los escenarios de hace un par de años. Parece que la vuelta de Los Ronaldos no ha cuajado, ya no interesan ni disfrazados de indies (su nuevo EP lo sacó Subterfuge). Coque Malla en solitario no puede ser calificado de “genial”, pero desde luego que merecería muchísima más atención que muchos otros payasos que pululan actualmente por nuestras ondas y nuestras pantallas.

Jaime Urrutia, castizo con el pie cambiado, el hombre que hizo que todos nos subiéramos hacia arriba el cuello de la camisa en un momento dado, ha acabado siendo objeto de chanza en Muchachada Nui. Jaime empezó con Ejecutivos Agresivos, y luego consiguió el éxito comercial sin paliativos con su siguiente grupo. Creo que Gabinete Caligari no necesitan de mi defensa, su currículum habla por sí solo. A principios de los noventa, esta banda (que venían de ser número uno, inflarse de actuar en verano y ser los reyes de los karaokes, como dice Wikipedia) simplemente dejó de interesar. Ha habido luego dos soberbios discos en solitario en 2002 y 2004, y uno en directo de colaboraciones en 2007, pero ya nada es igual.


Urrutia encarnaba como nadie la problemática del rock español, con su estética a medio camino entre el rockabilly y el toreo. Ariel Rot y Coque Malla también son rockeros, antes que otra cosa. Sus canciones son rocanroles, hasta las baladas y medios tiempos. Me reitero, ellos ya no venden una escoba, ¿significa esto que en España el rock and roll ha dejado de interesar? Recordemos que hace 20 años era un producto comercial perfectamente viable (Rebeldes, Gatos Locos, Loquillo, Dinamita Pa Los Pollos, La Frontera, Tennessee, Víctor Coyote…): ahora no. Pues no puedo decir otra cosa, amigos, ¡qué pena más grande!

Coque Malla acaba de sacar disco nuevo, y leo por ahí que los miércoles Ariel Rot y Jaime Urrutia colaboran en un programa de La Ser para hablar de música y anécdotas. Bienvenido sea, queremos más de esta peña: en cualquier caso, yo me niego a jubilarlos.

lunes, 11 de mayo de 2009

Chucherías posmodernas


Hay combinaciones de palabras (y por ende, conceptos) que son físicamente posibles pero que estoy seguro que Nuestro Señor Todopoderoso no las tuvo en cuenta cuando diseñó su Plan para nosotros. El concepto “error de Dios” le viene a uno automáticamente a la mente, noción que por otra parte constato que está apareciendo en mi vida más de lo que me gustaría admitir. El otro día me sorprendí diciendo una de estas frases-monstruo, que causarían afasia al propio Noam Chomsky: “He leído en El Mundo un artículo de Alaska advirtiendo a Paquirrín de que se van a reír de él en Sé lo que hicisteis”.

Podéis creerlo o no, pero esto existió el sábado pasado. Otra aberración lingüístico-conceptual me fue dado contemplarla la semana pasada: en busca de chuches me topé con una golosina del tamaño de un rotulador grueso envuelta en un llamativo papel que rezaba: “Manguera de chicle rellena de pica-pica”. Alguien menos avezado (y menos dado a las chucherías) que yo hubiese reculado ante tan claro signo del Maligno. Yo adquirí la descomunal golmajería. Donde otros ven una clara advertencia, yo una invitación.


Un compañero de trabajo sabio y cauteloso –testigo de la compra- me deja con una frase sabia y cautelosa: “La palabra manguera jamás debería figurar en el nombre de ninguna golosina”. Tampoco logró convencerme. Entonces resonaron en mi conciencia las palabras de un colega profesor de Filosofía: “En nombre del Posmodernismo se han sancionado demasiadas atrocidades. Nos dijeron que todo vale, pero es que no. Sandía con chopped, como que no”. La perspectiva de la ilusión cuando rasgué el envoltorio de la chuche obliteró por completo cualquier resquicio de cordura por mi parte.

Tampoco escarmenté cuando, fuera el papel, contemplé la chuchería desnuda en mi mano: enorme cilindro rojo de color desvaído, tal que otro compi de trabajo comentó de pasada “¿Te vas a meter un tampón en la boca?” Ni aún así. Primer mordisco y la tragedia ya estaba consumada, a mi cerebro no le dio tiempo de enviar la orden a mi mano de que se detuviera. Aquello era una soberana porquería, sin paliativos. Dulzor y acidez se mezclaron en mi paladar de forma inusitadamente torpe, la textura recordaba a aquellas gomas de borrar Milán de nuestra infancia y el conjunto proporcionaba unas sensaciones tan desagradables que parecía imposible que fueran fruto del azar.


No! Había una auténtica mente maestra del mal detrás de aquella chuche. “La palabra manguera jamás debería figurar en el nombre de ninguna chuchería”. Cuánta razón en tan pocas palabras. Cuántos atropellos en nombre del Posmodernismo. Aquella misma tarde compro en Huelva por na y menos un librito del que llevaba años detrás: Posmodernismo para principiantes (1996), de Appignanesi y Garratt.

La verdad es que este volumen me ha fascinado de siempre: se trata de una introducción de carácter divulgativo, ilustrada con viñetas y tebeítos, con textos escuetos pero rigurosos. Durante la carrera no me lo compré porque valía “un congo” y además me daba vergüenza que me vieran con esas lecturillas light, pero ahora, por dos euros y con lo mayor que soy, me suda que me vean con cualquier libro (con lo que uno ha sido…). Bromas aparte, recomiendo este libro a todo el mundo, la parte final está un pelín obsoleta, pero la exposición del tema es clara y rigurosa. Jamás se habló con tanto desparpajo de Lyotard, Derrida, Barthes, Kristeva, Fukuyama, Baudrillard, Marx, Foucault, Lacan… de manera que podría entenderlo hasta un niño de cuatro años.


Lo que me recuerda… ¡pobres infantes, consumidores target de la abominable manguera-golosina! Si aquello me pareció una porcata a mí, ¿qué a ellos? Precisamente la última frase que ha explotado en mi cabeza del descacharrante vídeo “Eso es así” es un soez piropo que suelta uno de los compadres al paso de una moza de buen ver, que le espeta: “¡Niña!... ¿Quiere shushería?” La nada inocente oferta de chucherías me retrotrae a esa canción nabokoviana (por no decir otra cosa) de Ray Davies, “Art Lover”, en la que un voyeur viejo verde tentaba a una prepúber belleza degassiana con unos caramelitos a cambio de un beso. Niña, ¿quieres chucherías? Mangueras de chicle rellenas de pica-pica no, desde luego.

Castilla me la pone dura


Creo en Castilla. Castilla me ha dado mi cultura. Decidí tener una educación castellana, pero aprendí a no deshonrar nunca a mis coloristas paisanos de Despeñaperros para abajo. Leí El Lazarillo, leí El Quijote, admiré a Felipe II, me emocioné con Machado, con la Catedral de Burgos… Aprendí a no distinguir al pronunciar entre la “b” y la “v”, pese a que lo hacían los cantantes argentinos de moda….

Creo que más o menos así comenzaba la monumental película El Padrino (1971), cuya escena inicial tenía lugar en una boda. El destino y mi inquieta imaginación han querido que este fin de semana me haya acordado de este discurso, pues he tenido la suerte de asistir a otra boda, celebrada en Valladolid. Esto me ha servido para constatar una tendencia de mi mentalidad que venía latente desde hace tiempo pero que es irrefrenable: admiro Castilla, la envidio. De hecho, salvo el clima, se lo envidio todo.

Pese a lo que tres décadas de delirios autonómicos nos hayan intentado hacer creer, Andalucía no es ni Marruecos, ni Cuba, ni “la California de Europa” (Pepote, vuelve!). Andalucía, para bien o para mal, es el sur de Castilla. Claro que hay muchísimas cosas diferentes, España seca vs. España húmeda, allí saben hablar y aquí no (es bromita: en realidad ocurre al revés, pero eso lo dejo para otro post), supuesta gracia andaluza frente a sequedad castellana… lo que ustedes quieran. Pero en el fondo, gracias, venimos de lo mismo.


A mí me parece maravilloso que en Córdoba, Sevilla o Granada haya numerosísimos restos árabes/musulmanes. También los hay romanos, pero que yo sepa Canal Sur todavía no ha decretado que andaluces e italianos seamos “misma cosa”. Llamadme cafre o lo que queráis, pero yo cuando transito por Andalucía lo que veo son iglesias, conventos, palacios, etc… iguales que los castellanos. Hace poco una amiga me contaba de sus deseos de casarse en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, donde por cierto, reposan los restos-mojama del Rey Fernando III el Santo. Este buen rey (re)conquistó lo más grande en el siglo XIII, y el otro día me emocioné al ver una placa en la Plaza Mayor de Valladolid, contando que allí había sido coronado en 1217.

Treinta años después, Fernando III bajó al “extranjero”, al Valle del Guadalquivir, y la lió parda. El mismo rey. Y desde entonces, somos la misma cosa que Burgos, Zamora y Salamanca (bueno, Granada desde los Reyes Católicos, ya se sabe).


Una de las cosas que más coraje me da es que se llame “castellano” a la lengua española, y es una violencia que está ratificada a nivel político, pese a ir en contra de la base científico-académica. Menos mal que fuera de España nadie hace caso, y nuestra lengua se conoce como español (incluso en Nueva York, tengo entendido). Pese a todo, y pese a no reconocerme en el habla castellana, me gusta saber que lo que yo hablo, el latín de ahora, sí me viene del castellano. Y me emociona ver las glosas silentes y emilianenses, leer con esfuerzo el Mio Cid, El conde Lucanor, El libro de buen amor

Por ceñirme a la cultura escrita, sigo con Manrique, La Celestina, Garcilaso, Cervantes, Calderón, Lope (el convite de la boda tuvo lugar en el pueblo de Olmedo, no os digo nada…), Góngora (y él era de Córdoba, ¿no?), Quevedo... Tampoco voy a hacer aquí un listín telefónico, pero ya sabéis, se podría seguir. Casualmente la semana pasada me dio por comprarme un par de libros de Machado, entre ellos Campos de Castilla (1912), a cuyos poemas no me acercaba desde la infancia. Machado fue el primer poeta que leí de niño, por esa razón le tengo muchísimo cariño pero también por eso creo que nunca lo llegué a entender del todo. Es una figura que, aparte su obra, me encanta porque ejemplifica perfectamente la comunión entre Castilla y Andalucía: Sevilla, Madrid, Soria, Baeza, Segovia… Y en su poesía ya se sabe: lo mismo te critica la Semana Santa sevillana que te habla de un meandro del Duero.



No me quiero ir sin desterrar de este post cualquier atisbo de tentación nacionalista, que sé que –como lectores míos que sois- sois muy malpensados. Normalmente hacéis bien, pero hoy os digo que no hay persona más alejada del nacionalismo que yo, del andalucista, del castellano, del español o del que sea. Ya lo dijo Bunbury: “los nacionalismos, qué miedo me dan”. Y además, ¿a cuánta gente conocéis que haya ido a por la camiseta del Barça a El Corte Inglés de Valladolid?
 
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