Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

miércoles, 3 de junio de 2009

La canción donde ella vive


Dicen que la literatura puede ser una forma de conocimiento (no racional) tan potente como otras más ortodoxas. Es una buena manera de llegar a intuiciones, y por usar la paradoja, de expresar lo inexpresable. Expresar con palabras lo que no se puede expresar con palabras es un don del verdadero poeta; para ello se sirve de cierto tipo de comparaciones especiales: el símil (A es como B), la imagen (A es B) y la metáfora (hablar de B directamente cuando me refiero a A). De entre ellas prefiero el símil y la imagen, creo que sobre todo hallar un buen símil es una de las operaciones poéticas más bonitas y dífíciles que se pueden realizar.

Y ahora, os contaré una historia. Hace tres semanas andaba por una feria del libro trasteando libros de poesía de Bolaño cuando escucho por megafonía las palabras postmodernismo y “Beach Boys”: era la presentación de una novela. Como mínimo, ya habían captado mi atención, se trataba de un libro acerca de unos amores con trasfondo de música rock, y no cualquiera sino sesentera: la que a mí más me gusta.

La novela se llamaba La canción donde ella vive (2009), el autor Daniel Ruiz García. Como quiera que -sin desvelar la trama- en la presentación se desveló que el libro trataba los temas de la mujer fatal, la metaficción, el cine y la música (con fuerte presencia de las canciones de Brian Wilson), no tuve más remedio que comprarla y pedirle al autor que me la firmara. Cuál no sería mi sorpresa cuando Daniel Ruiz (carambolas de la vida) me contó que era fiel lector de Estatuas Verdes.

Va por ti, Daniel, y por tu excelente novela, sabe Dios que me cuesta hablar de ella sin revelar sus secretos, es como hablar de la serie Perdidos sin poder argumentar por qué me gusta tanto (para no aguarla). Me aseguran que con Perrera (2008) -la obra que te ha puesto en el mapa- te saliste del mapa, no la he leído pero no tardaré en hacerlo. Me aseguran que La canción donde ella vive es tu obra menos experimental, y está claro que no va a revolucionar las letras españolas, pero amigo, ¿quién necesita a Huidobro o a Joyce pudiendo tener a alguien que le cuenta una interesantísima historia? Una historia que te da arañazos, además.


La canción donde ella vive es un relato confesional, formalmente es un monólogo escrito en primera y segunda persona por un narrador autodiegético (cuenta su propia historia) que en un momento puntual le cede la palabra a otra “primera persona”. El narrador, Mario, se dirige a un “tú” que es su amigo al que se está confesando, el personaje más nombrado del libro por virtud del vocativo pero que en realidad es un mero artificio literario. ¿Por qué me bajo a esta tramoya narratológica? Porque en esta novela cobra especial importancia la metaficción (“escribir sobre escribir”), hasta el punto de que se trata de una historia in the making, en proceso de construcción a medida que se va contando -o al menos este es el engaño que logra el buen Daniel Ruiz.

Y también porque sería injusto desdeñar su forma en favor del valor del contenido, siendo la forma tan interesante. El relato de Mario se convierte en una consciente carrera contrarreloj por dejar escrita la justificación de sus últimos actos y días, y desde la página 1 se nos muestra la preocupación del narrador por ordenar, seleccionar y secuenciar los materiales de su narración: sus “recuerdos”. Hay un par de metáforas muy aptas que Daniel Ruiz utiliza para capturar el proceso de construcción narrativa de Mario: de un lado una colección de postales que él debe ordenar cronológica (o al menos lógica) -mente, y del otro la recomposición cual puzzle de los fragmentos de un espejo hecho añicos. Así, a pellizcos, la historia va creciendo a medida que va persiguiendo al narrador y al propio lector, de manera tan acuciante como una arcada que nos sube por la garganta y nos impide respirar.


En cuanto al contenido... era lo fácil, seguro que a Guardiola le molaría una novela acerca de los trofeos del Barça, o a Carpanta una sobre los pollos asados. Es una trampa leer un libro sobre un tema que nos mola y es muy cercano, empero: podemos salir corridos de gusto o tremendamente decepcionados. Afortunadamente, el caso de La canción donde ella vive es la primera de estas opciones. Referencias cultu-sixties no le faltan (“Voodoo Child” de Hendrix juega un papel central, al igual que los álbumes Forever Changes de Love o Smiley Smile de Beach Boys), así como tampoco referencias culturetas mainstream, de Marcel Proust a Mark Rothko, pasando por Walt Whitman, Goya, Beethoven o la mitología griega. Pero todo eso, amigos, es bien sabido que se queda en nada si no hay una historia de fuste, y en este caso el fuste lo dan los sentimientos que entran en juego.

La voluntad de no destriparos la novela me impide dar más detalles acerca de la temática principal y varios de los subtemas que trata, pero baste decir que en La canción donde ella vive conviven muchos de los fantasmas y los males que aquejan a la sociedad actual, el ennui de las parejas y de las relaciones sin amor, la voracidad inmobiliaria, las vidas sin rumbo, la autodestrucción... todo ello regado con incontables botellines de cerveza y festoneado por las canciones que más nutren el alma.


Y sin embargo, lo que más me ha molado de este libro, por lo que seguramente lo recordaré, más allá del catálogo de canciones o artistas mencionados es por la manera de escribir de Daniel Ruiz. Un hombre amigo (al menos en esta obra) de la oración compleja y compuesta, de la catarata verbal, pero sin abrumar nunca al lector, siempre ofreciéndole la intuición justa. Si te puede poner dos ejemplos de algo, jamás te pondrá uno, y lo mismo sucede con los símiles e imágenes, de ahí lo que escribía en el primer párrafo de este post. De todo el libro me quedo con dos, que provocaron que me hiciera pipí encima: “ojos húmedos y oscuros como olivas flotando en un charco” y “la tarde es un enorme lienzo de Rothko”. Ah, a todo esto... ¿y la canción donde ella vive? Pues no os cuento cuál es, pero no me puedo privar de deciros que la compuso Brian Wilson...

14 comentarios:

Rocío dijo...

jurrrlllll,
tienes el don de hacer que me muera de ganas de salir corriendo hasta la libreria más cercana de tuciudad. Pero es que todavía tengo libros en cola (algunos, recomendaciones tuyas)

muupe

Fran G. Matute dijo...

Estoy deseando leer ese libro... Siempre he dicho que hablar sobre música es muy complicado porque la gracia reside precisamente en vivirla, en ese momento y en ese lugar, por eso la gente que es capaz de transmitir las sensaciones de la música sobre el papel me fascina.

No suele haber muchos libros que mezclen las dos cosas bien, pero los que hay (por ej: La Rabia de Vivir, El Cadillac de Big Bopper, Alta Fidelidad...) son memorables.

Por cierto, lo de los ojos húmedos y oscuros ¿no está sacado de "Tiburón" de Peter Benchley?...

Daniel Ruiz García dijo...

Gracias, Porerror, por esta reseña, que tiene especial valor viniendo de alguien que, a la vista está, controla tanto de música como tú. Me alegro que te haya gustado el estilo. A ver si nos vemos un día de éstos y charlamos largo y tendido, sobre palabras y sobre música.

Fran, no recuerdo eso de Tiburón, pero a lo mejor mi subconsciente lo había retenido sin yo saberlo. Nunca se sabe.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Bueno, sabrás ya, porerror, que Daniel es otro que sale de mipueblo, junto con tu compañero. Es más, de miinstituto. Migue.

Fran G. Matute dijo...

Jaja... No te preocupes, Daniel... no decía lo de "Tiburón" en serio...

"The thing about a shark, it's got lifeless eyes, black eyes, like a doll's eyes. When it comes at you it doesn't seem to be livin'... until he bites you, and those black eyes roll over white."

Poesía pura...

Anónimo dijo...

JA,JA,JA....MUCHO BRIAN WILSON Y PARA SER HOY EL 47 CUMPLEAÑOS DEL MEJOR DISCO DE LOS BICHOSBOYS(SURFINSAFARI)VAS Y NO DICES NADA.....FALSO FAN!!!!

alejandra dijo...

Tienes un humilde premio, puedes pasar a recogerlo por el blog

Anónimo dijo...

Vaya turra Joe...Josemari.

patricia dijo...

ummmm lo vendes muy suculento! ya me has dejado con las ganillas! hace poco me prometí a mi misma que dejaría de leer libros de temática musical,y me inicié en la política..jaja pero tendré que hacer una excepción. Salu2!!

Kike dijo...

Lo del libro muy bien... pero... soy el unico al que el Rothko le toca las pelotas sobremanera?

Rothko personaje pupita YA!

palabra verificacion: angemuf

Fran G. Matute dijo...

Me uno a tu petición de vetar a Rothko! La mayor patraña en la historia de la pintura (después de Klimt)...

Lullaby dijo...

Me parece muy interesant tu blog, todas tus entradas. Y la verdad que la reseña sobre este libro me ha hecho que me entren unas ganas enormes de comprarme el libro. A lo mejor dentro de una semana, me acerco la librería y lo compro, y como tengo un viaje, me sirve para disfrutar de la travesía.
¡1 saludo!

Lullaby dijo...

Per cert: tenim el triplete!! jaja

Riggy dijo...

Animado por esta entrada, ayer me pasé por la Feria del Libro y tuve ocasión de charlar un rato con el autor (y de llevarme la novela, claro está). Compartimos elogios hacia Estatuas Verdes, entre otros temas de conversación.

En los próximos días tengo un viaje largo y no creo que tenga ocasión de leerla, pero en cuanto lo haga te comentaré si comparto tu entusiasmo.

 
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