Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

jueves, 30 de julio de 2009

ContemPOPránea 2009: Melones por catar


Ríos de tinta han corrido a cuenta del hecho de que el festival ContemPOPránea incluía en su cartel de este año a dos celebrities indies: Russian Red y Vetusta Morla. Hablemos. La propuesta de ambos grupos, con no ser pop, cae estilísticamente de lleno dentro de los parámetros estéticos del festival. ¿Y dentro de los éticos? He aquí el quid de la cuestión. Ya en 2007 se dio el fenómeno de que, merced al advenimiento de Los Planetas (la aburri-banda mesías del indie español), se vendieron todas las entradas y aquello se masificó hasta la incomodidad. ¿Ocurriría lo mismo en 2009? Sí.

Como no hice una encuesta no estoy capacitado para decir qué porcentaje de los poperos estaban allí para ver a Vetusta Morla, pero sí constato que el día que ellos tocaron, el viernes, el llenazo fue absoluto. Esa noche también actuaban Lori Meyers, pero a estos los meto en otro saco, aun admitiendo que tienen bastante tirón. Russian Red actuó el sábado, hubo gente pero ni de lejos el pleno de la noche antes (lo cual, dicho ya, se agradece). Gracias a esto el sábado sí se pudo deambular, ir a pipí, a beber y a comer como personas normales, y no como en una guerra “de las antiguas”.


El grupo Vetusta Morla, ínclitos protegidos del telediario de Antena 3, son “el grupo más independiente de España” ya que se han autoeditado su disco (como bien nos recuerda Matías Prats cada vez que los saca: le gustarán a su hija). Oh, la gran cosa! El concierto fue correcto, no voy a decir otra cosa, y mantuvo a la peña frenetizado, también hay que admitirlo. Su especie de pop rock-pupita se me antoja un trufado de Placebo, Radiohead, Maga y Los Piratas, pero vaya usted a decirle eso a sus fans, que le comerán vivo como en la escena final de El perfume.

Aparte de su nula o escasa originalidad, es de recibo consignar el nivel preescolar de sus letras. ¿Qué clase de nube de estupefacción se ha instalado en nuestras mentes para que las letras de Vetusta Morla nos parezcan de calidad literaria? Personalmente, opino que las de Miliki son infinitamente más profundas. Melódicamente, el concierto no estuvo mal, y ya digo, la peña coreaba cada tema como una oración, como si les fuera la vida en ello (yo mismo hube de fingir saberme las letras y tararearlas para no salir de allí inflado a hostias por los fans borrachos).


Entonces Vetusta Morla fueron un rotundo éxito de público. ¿Y de crítica? He leído de todo, pero personalmente afirmo, como me dijeron unas poperillas catalanas muy simpáticas, que Vetusta no morla. Hablemos ahora de Russian Red. La buena Lourdes, tan popera al dedillo para otras ocasiones, salió al Contempo teñida de rubio, con una camiseta y unos shorts playeros. ¿Desprecio al dress code pop? ¿Chulería? Nunca lo sabremos. Sabéis que había visto a Russian Red en el South Pop, entonces me gustó pero necesitaba una reválida.

El concierto del sábado fue una réplica del de aquella vez, con el handicap de que en lugar de una sala íntima las laderas del castillo de Alburquerque ofrecen un escenario bastante más imponente que -digámoslo- Lourdes y su banda no supieron llenar. Nada hubo de malo en la actuación: los temas de su único disco, un par de canciones nuevas, el truquito del xilófono… pero nada hubo de especial tampoco, y la cosa quedó en unas frías tablas. Y no lo digo yo, con mi proverbial mala leche, lo dijeron las miles de personas que estaban allí charlando mientras se desarrollaba la actuación.


EXCURSUS: la buena vida
No sé bien cómo hablar de esto, amigos, porque para mí es bastante lamentable. Sabéis que la buena vida, el grupo donostiarra abanderado del indie cuando nadie hacía indie, también figuraban en el cartel del Contempo este año. No sé si sabéis que recientemente ha abandonado el grupo su cantante, la dulcísima Irantzu Valencia, cuya voz nos hacía llorar a todos de emoción y derretía el Peine de los Vientos. Por este motivo, la buena vida eran, pese a su veteranía, otro melón por catar. Lo que creo que no he dicho aquí nunca es que se trataba de mi grupo favorito en lengua española, me gustan tanto que apenas los recomiendo (valga la paradoja).

Quedaba por ver cómo hacía el grupo la transición, qué se haría de todos aquellos himnos que en la inconfundible voz de Irantzu se elevaban como catedrales góticas. Y se hace lo siguiente: el resto del grupo toca las canciones exactamente igual que antes, y ahora las canta Mikel Aguirre, que antes hacía backing vocals. La voz de Mikel es grave, escasa y desagradable, la antítesis de la de Irantzu, con lo que el resultado es un despropósito del tamaño –otra vez- de una catedral gótica.

Si a esto le unimos que el sonido del otro día fue malo, que no se escuchaba una mierda, que hubo acoples, que el repertorio tristiacústico fue un bajonazo tras botar con Lori Meyers y Cooper, que la gente comenzó a abuchearles en gordo… todo ello hace del concierto de la buena vida este año en el ContemPOPránea una experiencia bastante triste que espero olvidar pronto.

miércoles, 29 de julio de 2009

Underdogs, o: El efecto sorpresa


“Cuando menos se espera, salta la liebre”. Esta máxima, que si yo aplicara en mi vida otro gallo me cantaría, y no que últimamente hago más el imbécil que hablo, esta máxima es más verdad que nunca en el festival ContemPOPránea. Yo al conciertismo iba a ver a mis vacas sagradas, gente que sabía lo que me iba a dar y eso fue exactamente lo que me dio, ya hablaré de ellos. Otros tenía que eran melones por catar, también hablaré de esos pero hoy voy a centrarme en los sorpresones agradables, las bombas-trampa del festival.

En inglés se conoce como underdog al candidato o contendiente a priori más flojo, el “no favorito”, para entendernos, que luego da el doble de gusto recordar su condición si es que gana y da la sorpresa. Esto es totalmente subjetivo, y en mi caso para el Contempo yo llevaba dos grupos a los que apenas conocía pero a los que tenía muchas ganas de ver: los británicos The Wedding Present y los suecos Lacrosse. Luego andaban por ahí los españoles Ellos, a los que conocía bien pero a los que tenía olvidados, y mi concepto ha cambiado radicalmente después de verlos en directo.


Ellos se definen como “pop cabrón”, lo cual no deja de ser una sandez, pero hace gracia si llevas ya varios tintos encima o peor. Su concierto era el último del viernes, ¿era necesario quedarse hasta las 5 de la mañana para verlos actuar? Era imprescindible, amigos. He aquí a un grupo clave del indie español, que pese a haber planteado su carrera como el culo son poseedores de un talento insoslayable. Han sacado tres discos en 9 años, y de los tres tiraron en el concierto, que solo puedo definir como un fiestón.

Cuando salió al escenario, el hijoputa de Guille Mostaza dijo “Os veo un poco dormidos, yo estoy superfresco: me acabo de levantar”. Nosotros llevábamos una jornada laboral de 8 horas viendo peña actuar, pero el pop hiperpegadizo de Ellos acabó por conquistarnos y levantarnos el ánimo. El Sr. Mostaza es una mezcla cañí entre un torero, Raphael y Jarvis Cocker, y a su lado está el inexpresivo Santi Capote, mudito, en plan Pet Shop Boys. Algunos temazos que desgranaron: “Tú primero”, “En tu lista”, “El anillo”, “Diferentes”, “No te enamores”, apoteósico “Lo dejas o lo tomas” y versión de Los Planetas (homenaje a Elefant Records): “Mi hermana pequeña”.


A The Wedding Present apenas los conocía, pese a ser un nombre fundamental del pop indie UK. Esperaba un concierto sólido y fue lo que obtuve, pero la sorpresa me vino del altísimo nivel de calidad de sus canciones y sus letras en particular. Realmente, escuchar a estos al lado de otros que actuaron en el festival era como ver jugar al fútbol a Pelé en sus tiempos y luego verme a mí. Mira que actuaron el sábado entre Russian Red y Sidonie, dos supuestos platos fuertes, por lo que para mí eran un grupo “tampón”, pero con su sonido se dedicaron a tapar bocas.

Yo no conocía sus canciones, no puedo deciros cuáles tocaron salvo una que recuerdo que anunciaron: “Silver Shorts”, pero fue todo canela. Será cuestión de hacerse fan y buscar sus discos. Ahora bien, aquella misma noche tras Sidonie y antes de Love of Lesbian (otro plato fuerte) actuaron unos chiquitos suecos que me dejaron con el boquino abierto: Lacrosse. Me pasa con el pop sueco que me da pereza, si lo escucho todo me parece precioso pero para mí es indistinguible, no le encuentro personalidad.


Pero esta gente, amigos… empezando por la cantante, que o está como una cabra o se había metido una tortilla de speed (no descarto que sean las dos cosas): qué poderío en el escenario, qué piruetas, qué mujer tan bailonga!!! Lejos del ñoñeo soporífero del pop de cámara, esta gente son preciosos, sí, pop-pop, pero su actitud en el escenario es la de unos punks. Hay que verlos para entenderlo. Yo tampoco conocía nada suyo y me cautivaron con sus temazos en un perfecto inglés, como “You Can’t Say No Forever”, “We Are Kids”, “No More Lovesongs”, “I See a Brightness” o “Excuses, Excuses”. También insistieron en que su canción “All the Little Things That You Do” tenía un toque flamenco (sería de Flandes, porque del otro…), y es que se ve que a esta peña sueca la mezcla de estilos no les asusta.

Para mí, Lacrosse fue la mejor sorpresa del Contempo, ya digo. Mañana hablaré de otros aspectos de este festival, en el que este año, pese a mi post del jueves pasado he detectado menos purismo y exquisitez que en otras ediciones y más gentuza de comportamiento vandálico. ¿O será que yo me estoy volviendo insoportable? Viva el POP!

lunes, 27 de julio de 2009

Altos borrachos en los conciertos


Bajitos abstenerse. Se requiere una estatura de al menos un metro ochenta para desempeñar este cargo, para ocupar este puesto. Job description: Se trata de colocarse delante de mí (justo delante, a menos de 30 cm, se entiende) en el preciso instante en el que va a comenzar un concierto. Puede haber pasado más de una hora desde la supuesta ídem de inicio de la actuación, y no haber aparecido por allí nadie: ni el grupo que va a tocar ni nuestro colega el alto. Pero no bien hagan su entrada los músicos, puede que incluso ya hayan sonado los primeros acordes del primer tema, podemos contar con que raudo ha de llegar el gigante a taparme la vista.

Con varios centímetros menos que la media española, no debería sorprenderme que haya mucha gente más alta que yo (de hecho, no me sorprende en absoluto), lo que no deja de sorprenderme y de admirarme es el hecho matemáticamente comprobado que he contado en el primer párrafo. Amigos altos aficionados a la música en directo: ¿qué tenéis contra mi persona? ¿Por qué cojones llegáis a última hora y os colocáis justo en mi cara? Al ser tan altos no me ven allá abajo y deben pensar “Mira, aquí no hay nadie, un hueco, qué bien”.


Correkchou, amigos: exactamente lo mismo que pienso yo cuando llego y elijo dónde ponerme en los conciertos, siempre atento de no tapar a nadie, al menos de manera ostensible. Siempre buscando el huequito entre cabezas más altas que la mía, a la caza de esa ventana privilegiada que me permitirá ver a mis ídolos. Ah, pero es que hay gente tan inteligente, que deberían tener cada uno tres o cuatro Premios Nóbeles. “Desde aquí se ve bien, ¿eh?”. “Nos quedamos aquí, ¿no?” Genios.

Bueno, Porerror, copón, no querrás pretender que no se te ponga nadie delante, que no te tapen, es un concierto, joder, la gente baila, se mueve, si no te va ese rollo aficiónate a la ópera. Después del pasado fin de semana en el festival ContemPOPránea 2009 me lo estoy planteando seriamente, señora! Sigue la caracterización del alto de mis pecados en los conciertos. ¿O debería decir “los altos”? Las personas de gran estatura que gustan del pop –constato- nunca merodean solas: tienen pandillas de amigos igualmente altos, o más todavía, Y estos no suelen estar allí tampoco a la hora de inicio del concierto, qué va. Mandan de avanzada a su colega “el enano”, y a los 5 minutos aparecen todos los demás a ponerse delante de mí, bien sure.

Imprescindible andar aquejado del baile de San Vito, y no me refiero a botar o bailar, que eso lo hacemos todos en los conciertos, y que en parte para eso se acude. NO. Me refiero a movimientos espasmódicos de brazos, piernas, cuellos, sobacos, manotazos, golpes de cigarro encendido (“¿Te he quemado?”/ “Pues sí, gilipollas”), pisotones a traición…. etc. Y aparte, me encanta oler vuestras colonias, chicos altos…..mmmmmm…..¿es eso CK One Summer 2009? ¿O es la del 2008? ¿Acaso detecto el perfume de Dolce & Gabbana? Porque si os ponéis tan cerquísima de mí, hijosdeputa, me tengo que comer todos vuestros olores.


¿Qué por qué no me echo un poco para atrás? PUES PORQUE HAY GENTE: veréis, aquí cada uno tenía su sitio y ocupaba su espacio personal hasta que habéis aparecido vosotros. Ah, pero esta gente alta, si son tan fans de la música, irán sobrios para no perderse ripio del concierto, ¿no? Craso error, señora, cra-so e-rror. No pueden faltar en sus manos macetas de cerveza, tinto o güisqui, que desde esa altura y con esos movimientos parecen expresamente diseñadas para ducharme. Y no hablo de las drogas que se han metido porque no las he visto.

Si queréis buenas crónicas del ContemPOPránea de este año os remito al blog oficial, El Gallo Verde, que las irá desgranando. Si queréis una crónica mala, leed la del blog Jenesaispop. Aquí en Estatuas Verdes se hablará del festival esta semana, pero desde un punto de vista desenfadado (pese a que el post de hoy me lo dicte el enfado). En cuanto a vosotros, amigos altos borrachos que me tapáis en los conciertos, ¿por qué no os quedáis en casa, escuchando a vuestro grupo favorito en CD –que suena mejor- mientras tomáis un poquito por el orto? Otra opción es aprender a comportaros.

jueves, 23 de julio de 2009

Un poco de clasismo musical una vez al año no viene mal


El otro día en Portomarín (Lugo), ahítos de ampollas y borrachos de kilómetros, el buen Charlie me preguntó: “¿Por qué en España todos los hippies van acompañados de un perrito?” Me partí de la risa, le contesté que sí, que no sabía por qué ya que yo no soy hippie (Dios me libre, mas en una ocasión en USA me confundieron con uno: recordadme que os lo cuente), pero que era cierto. Le conté que en España teníamos incluso una palabra para denominar a esta gente: “perroflautas” (para una ilustración del término, ver esto), lo que al inglés le dio bastante risa también.

Las carballeiras y las cagadas de vaca por fuerza inspiran en el peregrino nostalgias de su patria chica. Es el caso del buen Kike, que obnubilado por la belleza del paisaje gallego no cesaba durante el Camino de dedicar exageradas alabanzas a Miciudad. Que si Miciudad está cojonuda, que si la están dejando de dulce, que si las nuevas obras son cada vez mejores…. El nota se lo llega a creer, y por eso mismo, por comprobar si tenía o no razón, anoche mismo fui con él a una especie de pseudofestival urbano que se celebraba en el casco histórico de Miciudad de manera gratuita.


Al llegar, decepción por partida doble, o triple: del imaginativo cartel de artistas alternativos de lo alternativo, el único del que yo había oído hablar y que quería ver ya había actuado. Del resto, mejor no hablar: fui testigo de las atroces actuaciones de dos bandas de rock de pseudogaraje, una tirando más hacia el punk-surf y la otra escorada al cowpunk. Las dos espantosas. Lo gracioso del tema era que siendo españolas se obstinaban en “cantar” en inglés, o en lo que sus beatas mentes consideraban que era la lengua inglesa.

Mi amigo Kike, novicio en estos menesteres del moderneo y los conciertos, me preguntó: “Si son de aquí, ¿por qué hacen como que cantan en inglés?” Cruel pregunta, buen Kike, que yo mismo hubiera firmado. No supe qué responderle. Por lo demás, el marco incomparable: una recoleta plazuela de Miciudad flanqueada por dos iglesias de gran mérito artístico. La concurrencia era desigual. Lo mismo se dieron cita allí modernos sección retro que poperos gafapastas que hippies en el sentido más amplio. Las camisetas de Ernesto Guevara se mezclaban con las rastas, las diademas, los flequillos mod, las chanclas de cuero, los canes pulgosos, las chapas irónicas… en una macedonia entre lo indie, lo alternativo y lo directamente mamarrachero.


Normalmente sabéis que, aunque asertivo en mis opiniones, me precio de ser tolerante y bastante ancho de tragaderas, sobre todo en lo musical. Ya sabéis, chopped con mortadela, etc. Pop de masas, sin complejos, etc, etc. Pero ocurre que una vez al año, amigos, una sola vez al año me vuelvo un intolerante de mierda y un exigentón. Como decían aquellas sevillanas: “Todos los días del año yo soy feliz con mi gente, pero cuando llega mayo se va cambiando el ambiente”.

Cuando llega el fin de julio a mí también se me va cambiando el ambiente: se acerca el festival ContemPOPránea. Voy para pasármelo bien, para empaparme del ambiente festivalero bebiendo tinto, bañándome en la pisci, para leer debajo de un pino, para burlarme de las pintas de la gente, pero al menos me aseguro de que estaré libre de perroflautismo y de público indocumentado. Me aseguro de que todos los grupos que voy a ver en directo son canela y se han criado escuchando y copiando a otros artistas canela a los que yo también admiro. Para poder lucir mis chapas, mis Adidas y mis gafas de pasta sin tenerme que esconder.

Para eso, amigos, hoy me voy al ContemPOPránea 2009. Nos vemos el lunes.

miércoles, 22 de julio de 2009

"Por el camino yo me entretengo"


-“Decidir aguantar en el camino…”
(Nuria Fergó)





Cuenta la leyenda que un buen día que estaba aburrido, Santiago Apóstol decidió diseminar por el Camino que lleva su nombre una jauría de pastores alemanes asesinos para alegrar a los peregrinos con sus bonitos colmillos. Y a mí me salieron al paso todos.

Pero no solo perricos encuentra uno en el Camiño, el animal más frecuente es la vaca, seguido muy de cerca de la gallina. Gallinas por las calles, ¿a quién no le hacen gracia? ¿Y las vacas? No así sus enormes cagadas del tamaño de sombreros de picador y consistencia problemática. Y así y todo lo mejor del Camino es la gente que te encuentras, personajes en un grado de densidad tal que mi colega Kike y yo llegamos a la conclusión de que para ponerte a caminar ya hay –de entrada- que tener un toque dado. Sería tedioso a la par que imposible referir aquí a todos los que me he cruzado, pero no puedo cerrar esta serie de posts sin acordarme de tres en especial.


El primero, por orden cronológico ha de ser por fuerza el Colombiano. Nunca supimos su nombre: su país de origen bastaba. Él explicaba que andaba parado (inaugurando así una estirpe muy numerosa, la de los peregrinos en paro, que les sale más a cuenta hacer el Camino que quedarse en su casa) y aunque oriundo de Colombia, no hubiese abrazado el Camiño con más espíritu si hubiera nacido en Santo Domingo de la Calzada, tanto que soñaba con hacerse hospitalero. Su entusiasmo y su buen humor eran encomiables, así como su facilidad para dispensar perlas de sabiduría, cual máquina de grageas.

De entre todos sus eslóganes, me quedo con dos: “El Camino no es una carrera, el primero ya llegó hace muchos siglos y el último aún no ha salido” y “Yo solo conozco del Camino hasta la próxima curva donde alcanzan mis ojos”. ¿Cómo olvidar sus arengas a sentir el Camino de corazón y aquellas figuritas de alambre que graciosamente confeccionaba y regalaba a todo el mundo (salvo a mis amigos y a mí, por cierto)? El Colombiano prometía continuar caminando al llegar a Santiago: en su momento nos pareció una frikada, hasta que nos topamos con…

Facundo, el Catedrático. “Yo es que ya he hecho el Camino quince veces”. ¿Perdone? Solo tuvimos la suerte de su compañía una noche, pero aquel encuentro bastó para iluminarnos: el buen hombre había hecho el Camino, todos los Caminos, hasta una quincena de veces. “También he ido a Roma, cuatro meses de ida y cuatro de vuelta. Ahora me queda el de Jerusalén”. De Facundo obtuvimos la auténtica definición de lo que era ser peregrino.


“El peregrino siempre es a pie y desde luego va y vuelve, si no, no es peregrino”. A juzgar por el elevado número de personas que nos topamos haciendo el Camino en sentido contrario me atrevo a decir que las enseñanzas de este buen hombre de barba blanca y atuendo estrafalario son más ciertas que el Evangelio. Media hora larga duró mi conversación con él, y aprendí más que leyendo cuatro guías sobre la ruta xacobea. Dios le guarde, ya que todavía no habrá llegado a su punto de partida, el Monasterio de Montserrat, a donde regresaba tras haber estado en Finisterre. “No, no, no: el Camino no termina en Santiago, hay que ir a Finisterre, si no, no es nada”.

Mi charla con Facundo viose interrumpida por el Peregrino Rockero, quien llegó pregonando MDMA y otras “drogas modernas”. Siempre con sus gafas Ray-Ban (¿quién no las lleva?) y sus camisetas de Burning o similar, el Rockero hablaba con citas de canciones de Los Rodríguez, Loquillo o Calamaro: suerte que yo sabía su idioma y le contestaba con otras perlas que él festejaba mucho. Con una cerveza (o doce) encima confesaba que él hacía el Camino por puro hedonismo: “Yo no tengo espíritu –bueno, espíritu rockero sí”.


Justo cuando parecía que su conversación se limitaba a la chufla (“Somos peregrinos rockeros. Español. Eléctrico. 24 horas.”), el nota se descolgó con unas recomendaciones literarias del copón: “Unamuno, best writer in Spain. Obstinación: Herman Hesse. Italo Calvino: mis santos cojones”, para acto seguido señalar a la copa de un árbol, en clara alusión a la obra de Calvino El barón rampante (1957), en la que sabéis que el protagonista vive subido a los árboles. Pocas veces se vieron muestras de tanta lucidez y capacidad de síntesis en una persona, rockera o no, sobria o no.

Al final entré en Santiago cojeando como un personaje de Shakespeare, pero con más huevos que una docena de fraile. Toda la gente que he conocido, siquiera brevemente, durante este Camiño me ha enriquecido: ¿cómo olvidar al buen David, aquel peregrino que iba “con lo puesto”, o al trío de jóvenes fiesteros del Bierzo, o a las dos chicas que estudiaban Psicopedagogía en Salamanca, o a las profes de instituto de Cataluña?


Y justo cuando pensaba que lo bueno se había terminado, me encuentro con que en Santiago dan comienzo las fiestas “del Apóstol” y que como premio por haber ido a verle andando el Santo me tiene reservado un pregón de Rober Bodegas (en galego: doblemente gracioso) y un concierto gratuito de Nuria Fergó. Gracias sean dadas al Hacedor por permitir que la bizarra realidad vaya siempre un paso por delante de Estatuas Verdes, aunque sea con ampollas.

lunes, 20 de julio de 2009

El Camino de San Jacko

(Palas do Rei, 12/7 – Miciudad, 20/7)


-“Por buen camino hacia los langostinos”
(Graffiti parodiando un eslogan electoral del PSOE, 1986)




Mi compañero duerme, yo tomo un Aquarius, pensativo. Es lo que se llama intaveshan (introversión, ya me perdonaréis: estoy leyendo al poeta rasta Linton Kwesi Johnson). He aquí un hombre negro orgulloso de serlo, LKJ, que no reniega de su raza. ¡Qué diferente a… , verdad? Son las siete de la tarde en algún pueblo de la provincia de Lugo. Es julio, hace frío, hay nubes negras…

En el post que escribí ayer ya dije (con la coña) lo del Camiño en homenaje a Michael Jackson. Hoy me quiero sumergir en la supuesta mística del Camino, en su misterio. Acabo de escuchar a alguien que al hablar de otros caminantes decía… “y estos son de una secta: ¡van cantando cosas de la Religión y de la Virgen María, te imaginas?” Lo decía en plan crítica: peregrinos caminando a Santiago por motivos religiosos, ¡te imaginas?


Y esto me lleva en cierto modo hasta el tema central del post de hoy: las motivaciones del Camino, los caminos. Ayer también escuché decir a un “catedrático” del tema (haberlos haylos: prometo post sobre los personajes) que “cada cual ha de encontrar su propio Camino”. ¿Perogrullada? Puede, pero el paisano no dejaba de tener más razón que un apóstol. A continuación citaré la introducción a la antología poética que me estoy leyendo porque me convienen las palabras. Cambiemos “la poesía de LKJ” por “el Camino de Santiago” y tenemos algo que cobra bastante sentido.

El prologuista habla de “amplia atracción”, del tipo que resulta “inclusiva, popular, con una amplia base […], habla una verdad que supera las barreras culturales y de raza de un modo que gentes de orígenes muy diversos encuentran irresistible”. Lo mismo podría decirse sobre el Camino de Santiago: hay jóvenes, adultos, ancianos, pijos, parados, profesionales liberales, niñatos, señoras casadas, parejitas, pandillones, familias enteras, gente solitaria… Y vienen de España (yo he coincidido con peña de La Coruña, León, Cáceres, Zamora, Navarra, Barcelona, San Sebastián, Madrid, Cádiz, Jaén, Asturias, Málaga, Guadalajara, Zaragoza, Sevilla, Murcia, Alicante, Albacete…).


Y vienen de fuera de España: de Alemania, Italia, Reino Unido, USA, Australia, Francia, Polonia, Corea, Japón, Brasil, Colombia, países africanos no identificados… Hay gente que reza, algunos caminan para encontrarse a sí mismos, hay otros que caminan con una bota de vino (y la usan!), hay quien camina por una promesa, para dar gracias, para ver paisajes y hacer fotos, hay quien se autodenomina “peregrino rockero”, los hay deportistas, los hay místicos, los hay pasotas. Diría que el común denominador de todos es “pasarlo bien”, el problema es que cada cual vestirá ese muñeco de manera diferente, claro.

A toro pasado (hace dos párrafos que escribo desde Miciudad, son las nueve de la noche, es julio, hace calor, hay nubes negras…) os cuento que incluso, una vez se llega a Santiago y va uno a pedir la llamada Compostela (papela que atestigua que se han recorrido al menos 100 km a pie ó 200 en bici del Camiño), te la pueden dar de dos modalidades. Si por motivos religiosos –al menos en parte- te la dan en latín, de parte del obispo; si eres en cambio un ateo de mierda, te dan una “laica” o “pagana” (cómo mola!!!). Al Camino se llega por muchos caminos.


Ayer, contándole a un colega la experiencia, me sentía como un mongolo: madrugar en vacaciones para sufrir una tortura, caminar veintitantos kilómetros con un mochilón al hombro. Y así un día y otro y otro y otro… Pero hace una semana, cuando empecé este post, me sentía como un héroe. Estaría haciendo una gilipollez, pero la estaba haciendo por mis santos cojones, y la estaba consiguiendo, y esa sensación de autosuperación, amigos, no tiene precio. Cada uno sabe por qué se embarca en una aventura así, y os aseguro que el loco de Porerror no ha sido una excepción.

domingo, 19 de julio de 2009

Chemistry is good for you

(Escrito en Portomarín, Lugo, el 11 de julio)


-“Las drogas es la auténtica salud”
(Ramón, el yonki vanidoso)





Chemistry is good for you. It is, actually. ¿Sabéis? Tenía pensado escribir este post desde hace unos días, pero supongo que lo hago hoy porque –aparte de haber encontrado el sosiego- hoy es el último día de Camino para uno de mis compañeros, el ínclito Charlie. Inglés de nacimiento y químico de carrera, el título del post viene al pelo, comme vous voyez.

¿Sabéis? En realidad tenía pensado haber escrito este post en inglés, tal como estaba ideado, dejaros con la intriga (a algunos) y mañana publicarlo traducido. Estatuas Verdes con la experimentación, como siempre. Pero me he dado cuenta de que hasta mi frikismo tiene un límite. De todos modos, la cosa no hubiera sido tan ida de olla, porque estos días del Camiño estoy de un bilingüismo que lo flipo (o de un trilingüismo, rather).


¿Motivo? Pues porque voy con Kike, señor políglota, pero más importantemente con este Charlie que os digo, que no sabe una palabra de español. Así que inglés a todas horas, lo que francamente me está divirtiendo muchísimo, y me está haciendo ver cosas de España con los ojos de un guiri, como si fuera un vil Richard Ford o la jodida Tesis de Nancy (lo de trilingüe ya podéis suponer que es por el gallego).

Y la química a todo esto venía, Porerror, porque… Todo a su tiempo, señora, todo a su tiempo, que si algo estoy sacando en claro en este Camiño es que la vida no es una maldita carrera. Obviando el hecho de que provengo de una estirpe química y farmacéutica y de que yo mismo tonteé con la carrera de Química en mi primera juventud, os quería contar que me reafirmo sobre todo lo que dije en su día en el post del ibuprofeno, y mucho más.


Esta vez, mi ruta xacobea no me ha llevado por Samos (donde conocí al ibuprofeno, ¿os acordáis?) pero me está llevando por otros derroteros igualmente castigadores. Ampollas, rozaduras, malestares, tirones, pinzamientos y toda clase de dolores musculares y de ligamentos son mis fantasmagóricos compañeros de viaje. ¿Y cómo lidiar con ellos si no es a base de la maravillosa química?

Os aseguro que a lo largo del día me echo encima tantas cremas que parezco una mujer: Fito Cold (con árnica, ruscus, hamamelis y castaño de Indias) para enfriar las piernas, Betadine (povidona iodada) para el temario de las ampollas, bendito Calmatel (de piketoprofeno) para bajar ese pedasso de hinchazones en los tobillos, Natusan (a base de ácido bórico) con vistas a las rozaduras inguinales… y creo que me dejo alguna.


Bueno, no he contado el aftersun que me hace falta en las quemaduras solares, y el tema de la química no se reduce al cremismo, sino que abarca también el pastilleo: que si ibuprofeno (¡cómo no!), con su correspondiente Omeoprazol a guisa de protector estomacal… estoy tan encomendado a estas sustancias que le he escrito un poema al piketoprofeno, y no es coña.

Y últimamente me está interesando cada vez más y más el mágico poder analgésico de la cerveza, no os digo nada. El primer día, el buen Charlie que hoy nos deja (y a quien dedico este post), comentó con buen criterio que este Camiño de Santiago podíamos hacerlo como tributo a Michael Jackson: una bizarrada que ni yo me hubiera atrevido a decir en voz alta, pero que ya se me había ocurrido. Con tanta medicina para el dolor de por medio, no podría estar más de acuerdo. Yo, de momento, ya me he andado algunos tramos en plan moonwalking, avanzando de espaldas. Y sabéis que lo he hecho.

sábado, 18 de julio de 2009

Ronaldo III, el Cristiano


(Este post fue escrito el pasado 6 de julio en Madrid)




Apenas estoy en Madrid el tiempo de un cambio de trenes, pero me da lugar a acercarme al Bernabeu, siempre atento a la época que me ha tocado vivir. Ya el otro día el buen Susu desenmascaró que en realidad Estatuas Verdes lo escribe Cervantes, y es sabido que en su día Cervantes se dio un garbeo por el túmulo de Felipe II para ver in situ en qué habían quedado tanto poder en vida y tanta gloria.

De similar modo, yo hoy me acerco a ver ese circo de dinero y sudores ajenos que alguien dio en llamar “fútbol”. Este espectáculo tiene también su anfiteatro máximo, en este caso el estadio Bernabeu, donde esta tarde los leones se van a comer a un cristiano. Desde varias manzanas antes distingo una auténtica riada de personas vestidas de blanco y/o morado: con el calor afloran camisetas y equipaciones más o menos oficiales de todas las temporadas habidas y por haber.


A medida que voy andando solo por la Castellana (joder, me siento Rosa León), la gran riada va haciéndose más compacta. Aparecen camisetas de la selección de Portugal (C. Ronaldo 17); veo a preadolescentes “princesas” madridistas que se han rotulado en el brazo idéntica leyenda: CR9, salpimentada con corazones, estrellitas y signos de admiración; hasta veo a una chica con muletas, ¿esperará que el buen C. Ronaldo le imponga las manos y la saque de su dolencia?

Me permito esta broma porque veo que no es minusválida, solo accidentada. Pero hay algo de acertado en mi conjetura, este Cristiano es más que un futbolista para esta gente, es un mesías. Sus ojos te lo dicen: esperan el milagro de los títulos tras una temporada de sequía especialmente dolorosa. Son la nación madridista, convertida en masa al nuevo cristianismo. Hoy consagran en su templo a Cristiano Ronaldo, el “deseado”. ¿Le harán abjurar del Barça, de su pompa y de sus obras (por si acaso)?

Yo no me burlo ni los desprecio, ojo: con lo friki que soy, si me fuera algo en ello seguramente sería el primero en acudir a un ritual así. Las inmediaciones del campo del Madrid hierven de camisetas, puestos de bufandas, banderolas y medios de comunicación: cuando llego a dieciséis unidades móviles dejo de contar. La gente hace cola (la entrada al acto de presentación del jugador es gratuita), se apelotonan contra los vomitorios, aúllan, rugen y braman: es el paroxismo de la tribu.


Los luminosos del estadio me informan de que la presentación del jugador será a las 21:00, con apertura de puertas a las 19:00. Miro el reloj y son las cinco y media: aún faltan más de tres horas para que dé comienzo el carnaval, y esto ya está que rebosa. No me da tiempo a quedarme, además ya tengo material de sobra para el post. Me largo a una cafetería cercana a escribirlo en caliente, así en crudaco, como se hacen estas cosas. Con lo que he visto, me voy del Bernabeu espantado (en el sentido portugués de asombrado). En buena hora se sacie la sed de esta gente, sea presentado Cristiano Ronaldo, el cani, el atleta, ultraman, el futbolista destinado a acabar con todos los futbolistas. Así sea.

lunes, 6 de julio de 2009

Camino


Queridos amigos: qué socorrido resulta Antoñito Machado para citarlo en estos momentos! “Caminante no hay camino/ se hace camino al andar, etc, etc…” Todo patrañas, claro. Pero sé que durante los próximos diez días me estaré acordando compulsivamente de los versos del sevillano, entre risas, imprecaciones y algún que otro dolor muscular que estoy ansioso por descubrir. ¿Motivo? Mañana mismo me pongo en marcha para hacer el Camiño de Santiago (paso de lenguas regionales, pero para otro idioma que tiene la ñ, hay que aprovecharlo). Mejor dicho, mañana cruzo España y pasado ya estaré caminando propiamente.

Saldré desde Ponferrada, en realidad hace diez años justos ya lo hice con dos amigos, pero esta vez no será igual, ni me gustaría que lo fuera. Aquello fue irrepetible, y esto es otra cosa. Viene conmigo el buen Kike, amigo y lector, a ver qué aventuras corremos. Si el éxito del viaje es inversamente proporcional a la preparación, este Camiño va a ser la hostia, porque lo cierto es que vamos un poco a la buena de Dios (nunca mejor dicho!), todo improvisado. Por citar al gran John Rambo, “vivir día a día”, que es mi nueva cátedra.


Verdad es que en las dos últimas semanas no he escrito tantos posts como me hubiese gustado, siempre os puedo decir como justificación que me he dedicado a vivir en lugar de escribir (te debo una, buen Migue, por tu genial y falaz excusa) pero sería otra patraña como la de que no hay camino sino que se hace camino al andar. Lo único cierto es que durante las próximas dos semanas o así no habrá posts, pero a la vuelta os quiero al pie del cañón y fieles a Estatuas Verdes. En julio vienen curvas, con el festival ContemPOPránea 2009 y demás, y seguro que hay nuevos personajes a los que injuriar y nuevas noticias o anuncios de la tele contra los que despotricar.

A cambio, este agosto prometo escribir más a menudo de lo que lo hice el verano pasado, aunque sea para contaros lo maravillosa que es la playa, lo bien que sienta un trikini o lo que haga falta. Y es que, el verano se nos ha echado encima, amigos, casi sin darnos cuenta ya hemos tenido en Antena 3 a la sufrida Eva Braña bajo el cartelito de los 41º a la sombra. Mientras estoy fuera, os propongo aprovechar vuestro valioso tiempo yendo a ver Pagafantas, escuchando a Fito Páez, leyendo a Borges o a cualquiera de los dos hermanos Ruiz, y esas cosas que yo siempre recomiendo.


La idea del Camino es algo que me viene rondando la cabeza desde hace tiempo, y al final he decidido escribir un post improvisado, de esos que se escriben del tirona en 20 minutos y sin correcciones posteriores. Para que os hagáis una idea del sacrificio (más mental que físico) que a mí me va a suponer esto os comento que he decidido no llevarme el iPod. El Camino es una noción muy poderosa, ya sabéis, el viaje, la novela, la vida, el principio y el fin, la evolución del personaje, el crecimiento interior. Pero son tantos los que han escrito sobre caminos: Miguel Delibes, Jack Kerouac, San Josemaría Escrivá de Balaguer…

Y claro está, ya que he hablado de “camino”, no puedo sino terminar citando a… vuestra ídola Amparo de Amparanoia: “Seguiré caminando…” Un abrazo, que no paséis calor y nos vemos a la vuelta! :)

domingo, 5 de julio de 2009

Pagafantas, o: Cine español gracioso de verdad


“Y el mordisco lo dan otros”
(Enrique Bunbury)




He oído que la noche es toda magia, amigos. Y que cobija a interesantes personajes que la imaginación septentrional del director de cine Borja Cobeaga ha dado en llamar “Pagafantas”. Ya se definió aquí lo que era un pagafantas, me remito al post de la Fanta y Hitler para evitar la reiteración. Lo relevante ahora es que llega por fin la película Pagafantas (2009), del citado director. Pretende ser la comedia costumbrista que revolucione el cine español, desde el humor inteligente y el buen gusto. Y lo consigue, a fe mía que lo consigue.

La sinopsis: un pardillo (Gorka Otxoa) se enamora de un pibón argentino (Sabrina Garciarena) con el que no tiene ninguna posibilidad, ella lo trata de amigo e incluso se aprovecha de él, y el nota todo lo da por bueno (indignidades a porrillo) porque alberga la esperanza de llegar a comérsela, algo que JAMÁS VA A SUCEDER. La trama la salpimentan un rebaño de secundarios descacharrantes: la madre del pagafantas (Kiti Manver), su mejor amigo (enorme Julián López), su jefe y eterno enamorado de la madre (Óscar Ladoire en su mejor papel desde aquel en que afeitaba chochos) y más.


La película comienza con una magistral explicación del concepto de “hacer la cobra”, ilustrado por la sin par Teresa Hurtado de Ory, y con un injurión a Enrique Bunbury que hubiera firmado servidor de ustedes. A partir de ese momento, la cosa solo hace que mejorar. ¿Es posible hacer una comedia española de tema romántico-erótico sin enseñar ni un pezón, sin recurrir a la grosería? Es posible, amigos, y es posible además hacerlo con mucho gusto (todo el gusto que puede tener una comediota juvenil), con una estética modernucia à la Requiem por un sueño (2000), banda sonora con Los Punsetes (y ellos le gustan a Patxi López, ¿no?) o Manos de Topo, e incluso citas a El resplandor (1981).

Pagafantas nos ofrece lo nunca visto: una risa detrás de otra. No solo humor de situación que te mantiene con el buen rollo dentro, sino auténticas carcajadas, y pese a lo previsible de algunas situaciones, lo interesante aquí es ver cómo se resuelven. Mención aparte merecen los diálogos, lejos del tópico pero lo suficientemente costumbristas como para que nos sintamos identificados con ellos. Y llego aquí a un asunto peliagudo: el de la identificación y el reconocimiento de personajes y actuaciones. Yo me he reído como un cosaco sobre todo porque me parecía que lo que estaba viendo en la pantalla era más verdad que el Evangelio, pero ¿opinará todo el mundo igual?


Me queda por comprobar si la peli les resultará igual de graciosa a personas de otras franjas de edad (a las tías, confirmado que también). Un amigo y lector declina la oferta de acompañarme a verla, y a posteriori me dice “¿Quién no se ha visto en una situación así, de hacer el tonto por una tía? Por eso yo no quería ir”. Muy mal, amigo, deberías haberla visto, todos deberíais verla, debería ser obligatoria en los institutos (entre otras cosas, mucha gente se ahorraría muchos disgustos). A fin de cuentas, el pagafantas -en palabras de Bunbury- “a grandes rasgos podrías ser tú”.

Independientemente de este factor de identificación (la “falacia personal”, que tanto coraje da a mi amigo y lector Joe el Mojaquero), si tuviera que apostar diría que sí, que Pagafantas es una peli sólida, con un guión, unos personajes y unos diálogos lo suficientemente solventes como para gustar por sí misma sin recurrir a las trampas. Su elenco no es el típico de esta última década, permutación de El otro lado de la cama (2002) y Días de fútbol (2003), actores que tanto juego dieron pero que ya empiezan a cansar. Ni son los yogurines de series de ficción juvenil. Yo a Gorka Otxoa, for instance, no lo aguantaba pero con este trabajo se ha redimido a mis ojos.


Pues para ser un post incitando a ir a ver una comediota de tema bufo no te ha quedado muy gracioso, que digamos, Porerror. Señora, las gracias se las dejo a los expertos, en este caso a la gente que hay detrás de Pagafantas. Prefiero que la peñita vaya y se sorprenda antes que hacer aquí un catálogo de chistes. Hacedme el favor y corred a verla, que ya estáis tardando!

sábado, 4 de julio de 2009

La Gran Ciudad


¿Habéis estado alguna vez en el campo, queridos lectores? Sí, ya sé lo que me vais a decir: que es un entorno absolutamente agobiante, sofocante, por usar un anglicismo. Que tanto verde y tanto árbol –tanta planta- por fuerza acaban por volverlo a uno loco, y no hablemos de los animales. La Hora Chanante nos enseñó que no hay que pegarles, pero ¿a quién le faltan ganas? Cuando me siento asfixiado por el entorno rural, absolutamente irrespirable y fatal para los nervios de cualquier persona, necesito evadirme, escaparme a la ciudad. Allí logro conectar con mis raíces auténticas, relajarme, llenarme de nuevo de vida, volver a ser yo.

“Una poquita de paso de cebra…!” –como suelo comentarles a mis conciudadanos cosiqueses que tienen la paciencia de escuchar. Y alguno hay hasta que me mira raro, ¿podéis creerlo? Hasta ahora, alejado del mundanal ruïdo, mi única esperanza era venir a Miciudad los fines de semana, por no hablar del vuelo directo Cosica-Londres, del que he hecho uso dos veces desde octubre pasado, y algún que otro compi de trabajo también. Pero hace tres meses, amigos, una nueva esperanza se abrió en mi horizonte rural, una nueva ciudad, la Gran Ciudad.



Sabéis lo que es una ciudad, ¿no? Son esos sitios donde patrulla la Policia Nacional en vez de la Guardia Civil, donde hay rotondas con estatuas y donde te puedes comer un kebab. La Gran Ciudad es la capital de la provincia de Nunca Jamás, a la que pertenece Cosica. Hasta abril pasado nunca me había dado por ir más que nada porque me daba pereza, pensaba que para llegarme a la Gran Ciudad me compensaba más venir a Miciudad, que está casi a la misma distancia (craso error!!). Pero en las últimas semanas, una serie de circunstancias fabulosas que sería aquí prolijo relatar me han hecho acudir allí media docena de veces, y he quedado encantado.

Un poco de historia: la Gran Ciudad es una población que pasa por ser de las más feas de España (al menos, esa es la fama en mi autonomía), algo totalmente injusto, como se verá a continuación. Mi contacto con ella había sido hasta ahora muy somero; su provincia la tengo muy trillada pero a la capital solo había ido de chico en contadas ocasiones, a la consulta de un tío oculista. Con la coña de que era tan fea siempre la dejé de lado, pero copón, no todo va a ser Praga ni Florencia. Acudo a la Gran Ciudad con ojos ilusionados de un Paquito Martínez Soria. Todo lo contemplo, lo aprendo y lo observo.



La Catedral, la Universidad, los centros comerciales, las ruinas aztecas… y sobre todo esos gloriosísimos pasos de cebra, tan blanquinegros, tan a rayitas. Además hay semáforos, y cientos de bares, hay pizzerías y antros de kebab, hay Springfield, hay Pull & Bear, hay librerías, amigos, FIGURAOS!!!!!!! En una de mis primeras visitas me llevo casi veinte libros de una tacada (hay que decir que costaban 2 ó 3 euros cada uno, eran de saldo). Hay mercerías, y zapaterías, y tiendas de chinos, hay gente anónima y malhumorada, hay estación de tren, y de autobús, hay campo de fútbol (no sé si de 1ª o de 2ª División), y en la Gran Ciudad uno puede comprarse un pijama, o sucumbir a la extorsión de un aparcacoches ilegal…

En la Gran Ciudad hay cine y hay teatro, hay conciertos de José Ignacio Lapido, Lori Meyers o The Wave Pictures, hay niñas guapas que te parten el corazón, hay quioscos de hamburguesas en las plazas, con plaquitas que especifican quién tiene el record de comer más perritos calientes en menos minutos, por ejemplo. Por eso cuando el otro día un amigo jerezano, compañero de exilio en Cosica, me propuso ir a pasar la tarde con él a la capital no tardé ni un segundo en decidirme. Paseamos, tomamos café en bares con camarero borde, miramos ropa, compramos libros, él se compró un desodorante, yo me compré una gorra, tuvimos que esperar en los semáforos para cruzar, nos tragamos el humo de los coches y el polvo de las obras…. Aquello era vida, amigos!


La Gran Ciudad no es tan fea como la pintan, aunque sea por los múltiples encantos que encierra. Un amigo me asegura que una de sus rotondas fue inaugurada por Pavarotti (dato crucial en mi universo friki), es verdad que su catedral no es la mejor de España pero, hey! nadie es perfecto. Me falta comprobar cómo es la noche Granciudadense, no he ido de copas ni he salido a bailar por ahí, es mi asignatura pendiente. Sé que volveré a ella, cuando lo verde me asfixie, cuando añore el sonido de las bocinas de los coches, cuando la flora y la fauna me pongan en jaque. Yo volveré a refugiarme en la ciudad.
 
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