Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

viernes, 25 de marzo de 2011

Cartas a un joven popero


¡No veáis cómo estamos con las cartas, amigos! Me comenta en una especie de congreso un gurú 2.0 que “las postales son una cosa del pasado, están obsoletas: son del siglo XX”. Yo me callo porque el día antes acababa de recibir una, pero claro –pienso- yo también soy del siglo XX. Las postales serán del siglo pasado pero, ¿qué me decís de las cartas? Proliferan como champiñones por doquier. Ahí están las afamadas Cartas a un joven poeta (1929) de R. M. Rilke, la “Carta a un joven escritor” (2010) de Pérez-Reverte en XL Semanal, y las Cartas a un joven novelista (1997) de Vargas Llosa. Yo, que siempre he sido tan epistolar, también quiero dejar mi contribución a tan egregio género, y he aquí que os presento mis “Cartas a un joven popero”.


Carta #1: “Sonido chicle”. Este mediodía por poco me he caído de la silla del mareo, buen popero, por poco me atraganto con los calabacines al ver una noticia en el telediario de Antena 3 (cuándo hay boda, etc?). Motivo? Hablando de Rebecca Black, la locutora va y dice: “Ha nacido un nuevo estilo: el chicle-pop”. Como hace años que dejé de usar dodotis, me hago pipí encima. Ha nacido el pop de chicle? Hemos vuelto a 1967 y no me he enterado? Qué se fizieron Kasenetz y Katz? Qué pasa con The Ohio Express, 1910 Fruitgum Company, The Archies, la sintonía de Scooby-Doo, The Cowsills, The Jackson 5, The Osmonds, The Partridge Family y Bay City Rollers? (y, si me apuras, ABBA?) Por no hablar de recientes engendros escandinavos como Aqua y Cartoons. Por una vez, Antena 3 ha hecho buena la frase de “inventores del chicle”. Tiene cojones! :(


Carta #2: “Mis páginas traseras”. El vientecillo primaveral me despeina mientras suena en mi iPod esa versión de Bob Dylan que hicieron los Byrds, me refiero al tema “My Back Pages”. Paseando por una afamada avenida de Miciudad, recientemente peatonalizada, me pongo borgiano y me da por pensar si en realidad no sería Dylan el que versionó a los Byrds. Tan buena y tan original es la versión byrdy que hacen la canción propia. La letra es para echarle de comer aparte, la melodía y los arreglos: el pop no llega más alto. Son la muestra palpable de que más allá del chicle llega el palote (con perdón): se puede hacer pop de calidad sin comprometer ni el atractivo comercial ni el rigor. No por nada tengo una foto enmarcada de los Byrds en la cabecera de mi cama.



Carta #3: “Vamos”. Hoy en el café, querido popero, se entabló uno de esos debates bizantinos que atesoro acerca de la música clásica vs. el “rock”. Yo dije que la música clásica la respeto tanto como a la catedral de Jaén, pero que me deja frío. “Eso será porque no te has parado a escucharla” –me dicen. A lo mejor. Luego me salta al azar en el iPod “Come On” de Chuck Berry, el eslabón perdido entre el rock and roll y el pop (fue el primer single de los Rolling Stones, pero seguro que ya lo sabías). Entonces lo entiendo todo: gente como Berry me han tarado, son la razón de que yo no escuche a Schubert. Ya sabes, “Roll Over Beethoven”, etc.

jueves, 24 de marzo de 2011

"La edad de Cristo"


-“Ah, pero yo era mucho mayor entonces, ahora soy más joven.”
(Bob Dylan)





Una de las personas que más me han influido en la vida es mi difunta abuela materna. Ella tenía un gusto por la frase, el chascarrillo, la palabra aguda, la catchphrase (siempre basada en anécdotas) sin duda heredado, que a su vez transmitió a una parte de la familia. Por ejemplo, para dar un número de teléfono, el 46 era “el año que murió mi padre” (mi bisabuelo murió en 1946) y el 33 era –invariablemente- “la edad de Cristo”. A algunos de mis amigos les fascinaba este remoquete, que yo adopté desde la adolescencia. “ ‘La edad de Cristo’? ” –decían-“Será ‘la edad de Cristo a los treinta y tres años!”

Al igual que vosotros, yo también fui una vez un joven inocente y sediento de música indie española. Fue en esa época cuando me topé con la maravillosa canción de La Costa Brava “Treinta y tres”, cuya letra debería estudiarse en todas las facultades de Filología Hispánica de un Universo Paralelo. Qué lejana la veía entonces, amigos! “Treinta y tres años, madre, madre! Quién será tan carroza?”, y miradme ahora. Todo llega, hasta lo más lejano.


Siempre me fascinó también el hecho de que los médicos –también en un Universo Paralelo, no en el mío, desde luego- requirieran que sus pacientes dijeran el simbólico número. “Saque la lengua y diga treinta y tres”. Otro mantra lingüístico de difícil interpretación para un tierno infante: mi padre solía apellidar el numerito diciendo “Treinta y tres… y una caja de gambas!”, lo cual, a día de hoy, me sigue pareciendo fascinante e inexplicable. Y sabíais que en Uruguay hay una ciudad y un departamento que se llaman Treinta y tres? Yo tampoco, la verdad, pero me he enterado hoy.

Mi padrino me advierte: “A los treinta y tres años también murió José Antonio Primo de Rivera”. G.R.A.C.I.A.S.! Era un dato que no recordaba. Internet nos informa de otros “grandes” que entregaron la cuchara con tan capicúa edad: John Belushi el actor (1982), Eva Braun (1945), Bruce Lee (1973), Eva Cassidy la cantautora (1996), Sam Cooke (1964), Carole Lombard la actriz (1942), Evita Perón (1952), Keith Relf el de los Yardbirds (1976), Ricardo II de Inglaterra (1400), Bon Scott el de AC/DC (1980)… como veis, la lista se eterniza y esto no nos conduce absolutamente a nada, así que la voy a cortar.


Recibo una llamada de una compañera de trabajo que está “cedida” a otra oficina, le digo mi edad y me suelta: “La edad de Cristo!” Tocado y…

...nunca hundido, señores! De hecho, si he escrito este post ha sido para que os riáis un poco conmigo y para exorcizar esos fantasmas. Basta de tragedia y de simbolismo, los 33 son una edad como otra cualquiera (que estoy seguro que vosotros respetáis). Cero nostalgia, aunque sea inevitable mirar un poco atrás y pensar en la gente que se ha quedado en el camino (la gente importante, no esos famosos absurdos). Pero los que seguimos aquí debemos afirmar la vida, de manera que: yo te saludo, trigésimo cuarto año de vida!!!

domingo, 20 de marzo de 2011

La pizza de Danny Glover


El otro día revisitaba esa estupenda serie Cómo conocí a vuestra madre (2005- )-no os olvidéis quién os habló de ella por primera vez- (Sí, los anuncios de La Sexta, Porerror) y en la cuarta temporada está ese episodio tan gracioso llamado “El agente Murtaugh”. Refrescad vuestra memoria y recordad que el agente Roger Murtaugh era el personaje que encarnaba Danny Glover en la saga Arma letal (1987-1998), afamada saga que a mí nunca me llegó a hacer gracia pero que alcanzó un éxito fenomenal. Al parecer, Murtaugh/Glover tenía una catchphrase que era “Soy demasiado viejo pare esta mierda”, que decía cuando se veía en algún peligro o alguna barrabasada, teniendo en cuenta que él era ya cincuentón y que tenía por peligroso compañero al locates de Martin Riggs/Mel Gibson (cuando Mel Gibson era rompedor).

En Cómo conocí a vuestra madre el episodio se basa en que Barney tiene problemas en el Lasertag y Ted le dice que está ya mayorcito para esas cosas. De hecho, se saca una “Lista Murtaugh” de cosas que ya son demasiado mayores para hacer: la lista incluye pasarse una noche sin dormir, tomar chupitos con desconocidos, hacerse un piercing, ir a una rave o beber cerveza directamente con un tubo y un embudo. Teniendo en cuenta que los personajes de Cómo conocí… figuran que tienen aproximadamente la misma edad que yo, ya podéis entender que este episodio me causó un hondo impacto.




Contaba Harvest cómo hace un par de lunes entró en una de sus clases de 16-17 años y todos los niños tenían pinta de zombis. Preguntó qué les pasaba y le dijeron que habían sido los carnavales, que se habían hartado de salir el finde y que no habían bebido precisamente batidos del DIA. Él me lo contaba y nos reíamos: nosotros, que tenemos el doble de edad, podemos salir de juerga un sábado y estar baldados hasta el lunes pero los niños… no quiero ni pensar a qué se dedicarán para divertirse.

Anoche estuve en una fiesta, bebiendo batidos del DIA pero eso no es lo relevante, estuve cantando y desgañitándome hasta altas horas de la madrugada. Ya sabéis que lo que más me mola es una jam session
entre amigos. Y esta mañana, que tenía que trabajar en casa, estaba roto. Es el precio que hay que pagar por el paso del tiempo, soy el jodido Roger Murtaugh sin pistola y sin Mel Gibson a mi lado. Así y todo, no es esa la barrabasada que quería contaros.


Con esto de trabajar en casa los fines de semana, el viernes no salí, para no despistarme y estar fresco el sábado por la mañana. Quedarme en casa los viernes es algo que me deprime, sobre todo si no puedo leer a página suelta, de manera que por la noche decidí “premiarme” con una pizzita que había por ahí en el congelador. Era una pizza del ALDI, que soy persona humilde, de esas chiquititas, en mi cabeza diseñadas para una sola persona… pero a lo mejor no. Una pizza, dos horas y un pankreoflat más tarde hube de rendirme a la imperante realidad: “Soy demasiado viejo para esta mierda”.

Y sin pensáis por un momento que he aprendido la lección, debéis ver el episodio 19 de la 4ª temporada de Cómo conocí a vuestra madre. Porque soy demasiado viejo, claro, pero no lo bastante listo como para no volver a tropezar con la misma y deliciosa piedra cubierta de queso fundido!

martes, 15 de marzo de 2011

A ver cómo lo digo...


-“Eso es como cuando” –dijo el otro- El perro es mío de Francisco Nixon volvió a ser ‘Disco de la semana’ en Estatuas Verdes dos años después.”

Y la verdad es que llevo una semana escuchándolo, lo rescaté de uno de aquellos cajones de mudanza, no, ahora que me acuerdo lo tenía en el coche, sepultado en la guantera. Hay discos de cabecera y discos de guantera (vosotros ya me entendéis) y este es uno de ellos. “Ah, pero yo no lo tengo, Porerror, en su día no lo compré.” Ya, ya, ya, ya, ya, señora - shshshshshsh!: para eso escribo este post. Cierto y verdad es que hará cosa de un año Francisco Nixon, esta vez poniendo en los créditos a “Richi” Vicente, sacó otro mini-CD: Gloria y la belleza sureña (2010), muy meritorio, también molaba un rato. Pero sonaba un pelín a más de lo mismo, si se me permite la crítica, al menos suponía ahondar en una veta ya explotada antes, empezando por el inquietante artwork a cargo de La Corporación.


El perro es mío (2009) fue la obra maestra de este proyecto de Francisco Nixon, que cada vez se parece más a un dúo. Aunque esté feo el decirlo y probablemente vaya al infierno por esto: ellos son los incontestables herederos musicales de El Niño Gusano y La Costa Brava. La solvencia como compositor de Fran Fernández quedaba fuera de toda duda, para mí la auténtica revelación fue Richi. Ya había saboreado las mieles de su preciosa “Amor bajo cero” jugando con la camiseta de La Costa Brava. Inolvidable también el tema “Banderas rojas” del debut de Nixon en 2006, pero en 2009 me dejó K.O.

El mundo de Richi me resulta más inquietante que el de Fran Fernández porque no lo entiendo. Hasta ahí todo bien. Lo inquietante viene porque, no entendiéndolo del todo (él reviste sus letras de un sofisticado… ¿surrealismo? ¿simbolismo?) apela a partes de mi sensibilidad con las que me siento plenamente identificado. Es como cuando algo te gusta pero eres absolutamente incapaz de explicar por qué. Las letras de Richi funcionan a unos niveles muy profundos, arquetípicos, casi: en vano trato de explicarlo. Es como si el buen hombre tuviera el secreto de algo, no me preguntéis de qué, pero él sabe algo sobre la vida y las personas, eso seguro.


En El perro es mío contamos con tres joyas de Richi. “Museo Británico”, “Notre Dame” y “Reactor nº 4”. Esta última (sobre el desastre nuclear de Chernóbil) cobra terrible actualidad en estos momentos, con toda la parla apocalíptica sobre el tsunami-cum-terremoto de Japón y el tan manido “debate nuclear”. Pero son situaciones reales, está pasando, mucha gente ha sufrido, está sufriendo o va a sufrir. Y entonces llega Richi y te lleva a una especie de limbo/placenta en el que el mayor accidente nuclear de la historia se troca, como por ensalmo, en algo lírico.

Y terrible. “Notre Dame” es mi favorita del disco, aparte de que contenga las líneas “hacer canciones sobre el jorobado y las campanas de Notre Dame”, es un poco el himno extraoficial de este blog, por razones obvias de parentesco. Conste que El perro es mío cuenta con monumentos como “Inditex” o “Erasmus borrachas”, que dentro de unas décadas RTVE tendrá que incluir en sus antologías retrospectivas sobre el pop español. Pero lo siento, Fran, en este caso Richi te roba el show, como dicen los anglosajones.


Gloria y la belleza… también contenía junto a temazos de Fran otros joyones del filósofo metido a cantante llamado Ricardo Vicente: al loro con “A cielo raso” (en un universo paralelo sonaría en las discotecas) y “Banderas rojas, final feliz” (Reescribir la Historia?... Finally!) y aquel “San Fernando”, ¡por Dios! (a quién se le ocurrió la idea del vídeo en YouTube con Claudia Cardinale?)... Definitivamente, creo que Fran Fernández hizo bien en poner el nombre de los dos en los créditos del disco.

Leyendo el blog de Francisco Nixon hoy, ha comentado que con lo de Japón no se le quita de la cabeza la canción “Reactor nº 4”: es normal, la conexión era inevitable si conoces el tema. Pocas veces había sentido tan claramente la intromisión vertical de una canción en la horizontal de mi vida. Es como cuando esos profesores de inglés te contaban la colisión entre las líneas temporales del Past Simple y el Past Continuous, es como esas canciones que acaban e inmediatamente las tienes que volver a escuchar, es como ir en un coche escuchando El perro es mío.

domingo, 13 de marzo de 2011

Sentaos y leed


Llevo algunas semanas con un ritmo de vida vertiginoso, a lo mejor no es para tanto –sería peor si fuera campeón de pinball, controlador aéreo o alguna de esas ocupaciones que admiráis- pero claro, comparado con la rutina de Cosica, los últimos seis meses o así han resultado frenéticos. Así y y todo hay una disciplina en la que no me permito flaquear. Podré no ir tan bien afeitado o restarle horas al sueño pero en estos momentos necesito más que nunca leer, amigos: y leer bien.

¿Recordáis cuando estabais en la carrera y llegaban las semanas de exámenes? Apuesto a que no había época del año en que os entrara necesidad más imperiosa de leer, en que más novelas devorarais. Yo hubo un día de 2002 que me leí por la mañana El ojo más azul (1970) de Toni Morrison y por la tarde, en desagravio, Cuna de gato (1963) de Kurt Vonnegut. Hoy mi edad y posición me impiden hacer esas barbaridades, pero sí que os vengo a presentar tres libritos que me he leído recientemente y que podemos calificar –robando el término al buen Nacho Camino- como “lecturas de una sentada”. Aunque yo me los he leído en varias sesiones, claro.


La flaqueza del bolchevique (1995), de Lorenzo Silva. Ha sido la sorpresa de la temporada. Yo no había leído nada de este autor, y era reacio porque sé que sus novelas son más o menos best-sellers. Y además porque de esta hay una peli de 2003 con Luis Tosar (personaje semi-pupita), lo cual me echaba para atrás. Pero el librito es delicioso, todo lo delicioso que puede ser un libro que trata sobre un perturbado. Pensad Lolita (1955) de Nabokov, pensad la canción “Art Lover” de los Kinks, y acertaréis. Muy bien escrito, estupenda caracterización psicológica del protagonista narrador y nada de partes rollo (genial la exposición de la trama). 185 páginas con letra grande, y una auténtica alegría de leer.


Bancos de niebla (2010), de Juan Carlos Palma. Dejad de gritarme, sí, esta es aquella que os conté de la presentación de Dani Ruiz. Una novela corta, un cuento largo, 114 páginas de escritura delicada y llena de matices. Un librito -¡qué me gusta la palabra!- cargado de melancolía, reflexiones e intuiciones, para leer en voz baja. Distintos sentimientos y las distintas épocas de una vida se mezclan en la voz de un narrador del que no te puedes fiar, como el de El Gran Gatsby (1925), que en realidad te está contando la historia de otra persona. Un relato no apto para gente sin alma, aviso.


El señor Ibrahim y las flores del Corán (2001), de Éric-Emmanuel Schmitt. Ojo al dato: confieso que este me lo he leído para la clase de francés, pero también cuenta. Como bien dijo la profesora, “cualquier libro que lleve en su título la palabra ‘Corán’ da mal rollo”, pero en este caso el miedo es injustificado. La novelita apenas llega a las 85 páginas (con letra grande!), es la adaptación que el propio autor hizo de una obra de teatro homónima. También hay por ahí una peli de 2003 con Omar Shariff (este sí mola), que conviene mucho. Pero el libro es estupendo: la dosis justa de buenrrollismo para alegrarnos el día sin hacer saltar las alarmas de nuestro lado cínico. Leedlo aunque sea para tenerlo como reservorio de aforismos, no os arrepentiréis!

miércoles, 9 de marzo de 2011

Mili KK


En días como los de hoy conviene hacer memoria (histórica) y brindar por una efemérides. Vosotros os reís ahora, pero hasta hace más bien poco, todos los varones españoles tenían por güevos que pasar un año plus ou moins trabajando de soldados. Pensadlo y os caerán chorreones de sudor por la espalda.


Para un adolescente como yo, a los 14 años no había mayor terror (revisiones médicas del colegio exceptuadas) que la perspectiva de tener que hacer la mili. De nada servía que todo el mundo sobreviviera (bueno, casi todo: algunos morían), que fuera un mal de muchos. Menuda gilipollez! La ablación de clítoris también es una práctica muy extendida y muy antigua y a nadie en su sano juicio ilustrado y occidental le parece bien.



Antiguamente molaba que todos los hombres supieran hacer sus cositas militares por si acaso (las mujeres “no podían”, ha dicho hoy vuestra ministra de Defensa, Carmen Chacón: ¡qué gran discriminación para ellas, eh?). Por si acaso había que defender a la patria de los moros, de los rojos, de un general golpista o lo que fuera. O del turco. Pero en la actualidad, cuando en Europa nos burlamos de que los USA consagren el derecho a portar armas tildándoles de anacrónicos… ¿Qué sentido tenía un servicio militar obligatorio?


A mí mi padre me decía que todo el mundo la había hecho y no pasaba nada: G.R.A.C.I.A.S.! No cabe concebir argumento más absurdo para perpetuar una abusiva y obsoleta práctica. Otro argumento “maravilloso” era que la mili servía “para hacerse un hombre” -whatever that means! Gracias pero, no, gracias: que yo sepa ya nací hombre y no me ha hecho falta vestirme de caqui. Nadie debe pasar casi un año haciendo de profesor o de taxidermista, ¿por qué si de soldado? Yo se lo decía a todo el mundo: si invaden España no queréis que sea yo el que la defienda: no sirvo. Para librarse de la mili había que estar muy contrahecho: tener tres testículos, faltarle a uno miembros, no ver prácticamente nada… os lo digo yo, que navegué por Boletines Oficiales del Estado en bibliotecas de facultades de Derecho en busca de argumentos.



Yo me sentía identificado con el protagonista de la peli Soldadito español (1988) de Antonio Giménez-Rico, escuchaba electrizado la canción “Uno, dos, tres, cuatro” de Javier Álvarez y leía con fruición y terror la revista Puta Mili (a escondidas, porque salía tías en tetas y chistes de follar), basada en las famosas Historias de la puta mili de Ivà, anticipando mis periodos de instrucción y campamento. Tenía pesadillas. No visualizaba ninguna novatada en concreto, pero la idea de la mili era mi cruz. Con los años, el miedo a que me hicieran algo fue trocándose en simple y puro fastidio y rabia ante la perspectiva de tener que perder tiempo y someterme a una ridícula disciplina militar (yo, que había salido escopetado de un colegio de curas con 17 años).



Los que me conocéis sabéis que he aquí una gran paradoja: me encanta la historia militar, ya habéis visto los posts que escribo aquí sobre la guerra. Me encanta el tema, desde chico jugaba con muñequitos o en persona a los combates y a todo tipo de acciones militares, pero –mire usted por dónde- no me apetecía un carajo tener que vivir la fantasía, no quería hacer la mili. Ser objetor no molaba, mi familia me advertía de terribles represalias, la insumisión ni me la planteaba y como nunca me consideré con el gracejo de un Lytton Strachey, no podía pensar en respuestas ingeniosas que soltarle al chusquero de turno en el centro de reclutamiento (Él, que era pacifista y gay, preguntado que qué pensaba hacer si venía un soldado alemán a violar a su hermana, contestó que ponerse en medio).


Sé que en Suiza todos los hombres sanos tienen que estar haciendo una especie de eterno retorno de la mili una vez al año entre los 18 y los 34, y que Suiza es un país avanzado, pero me da igual. También recuerdo con envidia cómo mi primera profesora de inglés me contaba que los chavales británicos no tenían que hacer el servicio militar obligatorio. Por todas estas razones, no puedo dejar pasar la fecha de hoy, la mili duró desde el siglo XVIII hasta hace exactamente diez años: el 9 de marzo de 2001. Los responsables de quitar la mili –esto no admite discusión- fueron los gobernantes de entonces, los denostados Aznar y Trillo, que serán todo lo diabólicos que queráis, pero a los varones españoles nos libraron de una cabronada buena.

viernes, 4 de marzo de 2011

Trabajo, caretas y descafeinados de máquina con leche


-“Y por fin me quité el antifaz, y me puedo mostrar como soy.”
(Pignoise)





He llegado a un punto en mi nuevo trabajo que me encanta. Ya conozco a todos mis compañeros, me relaciono con bastantes –incluso fuera del curro-, me he ido de cañas con algunos. Los que lo tienen que saber saben que tengo un blog, y más de una mañana me recriminan que no haya actualizado Estatuas Verdes. Ya puedo hablar como me gusta y más o menos mostrarme como soy (siempre desde la prudencia). Ya con varios la pregunta “¿Cómo estás?” ha dejado atrás el mero formulismo.

Con los clientes estoy más que contento, me han cogido confianza, ya sé hasta dónde pueden llegar y ellos saben lo que yo doy de mí (a veces aún hay sorpresas, mutuas). En cada sitio donde he trabajado ha sido igual. Mis jefes, bastante amables, me han hecho un par de favores y no puedo por menos que estar agradecido, aunque no comparta todas sus decisiones.



Ayer una compañera me decía que iba a ir a una afamada tienda de disfraces de Miciudad (especialista en trajes de Guardia Civil) a comprarse una careta para Carnavales, y yo le sugerí que se pillara solo la gomilla (menos mal que no cogió el chiste, si no se hubiera cajado en mí). Otros compis y clientes me prestan o piden discos, películas, libros… van desvelando sus talentos ocultos: este es músico, aquel es poeta, el otro es un experto en filosofía hermética…

Bien, desde luego que cuando llegué a este sitio hace meses no me esperaba que iba a tener conversaciones como la de anteayer, sobre Kubrick y la diatriba del Diletantismo vs. Arte Comprometido, o la de hoy sobre la portada del Freewheelin’. ¿No te lo esperabas o sí? Di la verdad, Porerror… ¿o es que lo estabas buscando? Deje de gritarme, señora: uno siempre desea lo mejor, y piensa que hay que pensar en positivo. Uno tiene la esperanza de encontrarse con coworkers cultos y competentes, pero no se puede ir por la vida como si una oficina fuera la Academia de Platón.



Así y todo, vuelvo a la anécdota de la gomilla y la careta: a este estado de cosas le llamo “quitarse la careta”. Yo me la he quitado ya ante varios compis, ellos han hecho lo propio, y he de decir que todo resulta bastante más cómodo. Quiero romper una lanza por la gente despierta, curiosa: la que no se conforma. Salgamos del armario de nuestros gustos y aficiones. Da igual que tu frikada sea el go o la música barroca. Ayer me contaba el buen Harvest que tenía una alumna muy interesada, que le preguntaba por la historia de Inglaterra, por Oliver Cromwell, Ricardo III, La Guerra de las Rosas…

Que le interesaban todas estas cosas, desde la pintura Prerrafaelista a Arthur Miller, lo cual vosotros y yo sabemos que es una bendición (¡con 17 añitos!) pero la gente hoy día no lo tiene tan claro. Me contaba Harvest cómo la madre de esta chavala estaba preocupada y había hablado con él. “La ven como un bicho raro… le tienen coraje…”. Y Harvest le dijo lo que le diría yo y estoy seguro que cualquiera de mis lectores: Que se quite la careta y que le den por culo a todo el mundo! (Desde el respeto).

miércoles, 2 de marzo de 2011

Nostradamus in Reverse, o: Subiendo el bread


Citando a uno de vuestros ídolos, Ismael Serrano, “últimamente ando algo nervioso”. Motivo? Porque de nuevo se acumulan las señales del Apocalipsis. No lo digo porque haya descubierto una versión de “Smells Like Teen Spirit” a cargo de Bebe, no. Es porque me doy cuenta, entre el escalofrío vespertino y la carcajada sardónica, de que Estatuas Verdes, siempre un paso por detrás de la actualidad, en ocasiones va tan atrasada que la actualidad la vuelve a adelantar, como ocurre cuando un piloto de Fórmula 1 dobla a otro.

Cual Nostradamus a la inversa, asisto con terror a las caídas o meteduras de pata garrafales de una serie de personajes que este blog había –en cierto modo- encumbrado. Lejos de ser Personajes Oro, tampoco los había declarado nunca como Personajes Pupita, y aunque a todos les cabe el Titanic (de canto), a mí –qué queréis que os diga- me hacían bastante gracia. Pero una cosa es la chanza y el jolgorio y otra los asuntos pupita de verdad, y llevamos una rachita que vaya vaya!: están cayendo como moscas.


Creo que nunca llegué a dedicar ningún post a Sánchez-Dragó como figura cultural, sí a su ocurrencia de mostrar el rabo en los periódicos. En su momento me pareció gracioso, como tantas cosas que Sánchez-Dragó decía, a propósito de España, de otros escritores, de España, de España, etc. (Lo de su gato no me hacía gracia). El Dragó, un personaje que fue parodiado por Muchachada Nui, como muchos de los glosados aquí. Pero hace poquito saltó a la palestra con un afamado libro de memorias en el cual contaba sus sórdidos devaneos con unas putillas menores de edad, hablo de oídas –porque no lo he leído ni lo pienso leer- y ya dejó de caerme simpático, mira tú por dónde.

El siguiente fue Tito Berlusca: il cavaliere, el chulo de los libros de italiano, que hacía leyes a su medida y se pasaba por la piedra a todas las mozas que le iba apeteciendo (y ya lo dijo él: mejor ser un viejo rijoso que un maricón, apparently). Me hacía gracia, me parecía un personajazo de opereta, uno de esos líderes mundiales con sabor, de los que siempre hay que tener alguno, ahora que Fidel Castro está tan callado. Pero hijos míos, Berlusconi acumula canallada sobre canallada y sinvergonzonería sobre sinvergonzonería, burla las leyes, se burla de los italianos y en fin, parece que también ha caído en el pecado de ir con putas menores. A todos les da por lo mismo.


Berlusconi ya no me cae bien, ea! Menos mal que nos queda el Coronel Gaddafi... En estas estábamos cuando nos desayunamos, dentro de esta ola de revoluciones musulmanas que nos invade, con las masacres ordenadas por el líder libio. El culebrón de Libia, a medio camino “entre la revolución y el show mediático” –según una periodista de TV5 Monde- ha servido para que se nos caiga la venda de los ojos y se acaben las sonrisas cómplices de cuando hablábamos de Gaddafi y sus exploits. Todas sus excentricidades siguen ahí, sí: Gaddafi dando un discurso debajo de un paraguas, hablando con su “tesina” en la mano (Cuidadora dixit), su coche oficial es un carrito de golf… pero ya no hace gracia. Bombardear a su propio pueblo ha resultado demasiado indigesto para los estómagos occidentales, incluido el mío.

Al lado de estos sinvergüenzas lo que queda parece poca cosa, pero hay que andarse con ojo. También dediqué un post a Ruiz Mateos, mártir del “otro 23-F”, figura quijotesca que despierta admiración, rechazo y simpatía (a partes desiguales). La semana pasada nos informaban de que su Nueva Rumasa hace aguas, o al menos no tiene liquidez, por lo que al parecer mucha gente se va a quedar sin sus ahorros, y el empresario jerezano ha declarado que antes se pega un tiro que no pagar a sus acreedores… cositas de mucha pena, todas. La prensa: “Otra vez cae Rumasa”… ¿otra vez, cabrones? A excepción de que en 1983 lo que pasó fue que vuestro gobierno sacó un Decreto-Ley para expropiarla por la cara.


La simpatía de Ruiz-Mateos ha quedado tocada, pero ya para rematar la semana, anoche me llega un sms de ANÓNIMO en el que me informa de que la Maison Dior ha despedido a Galliano (uno de sus referentes morales él, que tiene tantos…). Afortunadamente, uno de ellos no es Adolf Hitler, como sí parece serlo del (hasta ayer) buen Galliano. Sucia su polémica sobre el racismo, la apología de Hitler, etc. Debe ser algo grave, porque hoy salía un editorial sobre el tema en El Mundo (y esa gente entiende de actualidad, no?) Galliano ya no me hace gracia, pues, y aunque puedo estar de acuerdo con Francisco Nixon en que los moralistas 2.0 son una tocada de cojones, ya no me es tan fácil sonreír cuando estos personajes bizarros hacen de las suyas. Y luego habla Ken Follett de “la caída de los gigantes”
 
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