Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

viernes, 29 de junio de 2012

21 días sin Facebook


-“…cuando en mi moneda salga cruz…”
(Dúo Dinámico)




Es un pájaro…? Es un avión…? Algunos no os habéis dado ni cuenta pero otros bien que sí. Porerror ya no escribe en Facebook!” –era el grito angustiado que imaginaba acurrucado en mi camita en posición fetal, tapado con unas sábanas “de Pirineo” y pasando más calor que Pingu en Écija (Almudena Power dixit). Era “el grito de guerra de una canción, cuando nadie se preocupa por gritar” –por citar a Duncan Dhu, que ya sabéis que citar y tergiversar frases hechas son las dos cosas que más me gusta hacer en este blog (bueno, y cantar mientras escribo, pero eso no lo veis…) Sí, sí, sí, sí: muy bien, Porerror, pero vayamos al tema que te quema… Cómo le gusta a usted meter el dedo en la llaga, señora…!

Porerror ya no escribe en Facebook y se ha llevado 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13,14,15,16,17,18,19,20 y 21 días íntegros sin publicar nada en su muro ni en el de los demás, y no ha sido casualidad, es que he estado siguiendo la dieta estricta de Samanta Villar, nuestra socióloga más reputada, ya que ella estableció como es sabido que 21 días es la cantidad de tiempo justo –“ni más ni menos”, por citar a Los Chichos- para cogerle el tranquillo o experimentar algo. “21 días sin Facebook”: resulta tan fuerte como suena, habida cuenta de mi supuesta adicción a dicha red social, supuesta por quienes desconocen la red social, mis hábitos y básicamente mi vida en general. No ha mucho una amiga me comentaba: “Tú es que utilizas Facebook como si fuera Twitter y dio la real clave de algo que mucha gente ha entendido pero que otros siguen sin apreciar.


Motivo? Porque en Twitter solo tengo 83 seguidores (y bajando) y no me echa cuenta nadie: pocas menciones, retuits y menos FAVs. Y no es que en Facebook sea alguien, pero es verdad que tengo una red de amigos, unos 200, que me aseguran el jolgorio y la tralla cuando suelo escribir algo, publicar un vídeo o expresar un estado cual si fuera un tuit, que es lo que últimamente hago. Si veis que os peto el murete, lo tenéis muy fácil: como me dijo en confianza un colega el pasado enero en una fiesta, “Macho, te he ocultado en Facebook porque estás todo el día escribiendo cosas.” ENHORABUENA A LOS PREMIADOS. Entonces pensé “Cómo sería la vida de la gente en Facebook sin mí?”, y me imaginé como en esa peli de Frank Capra, Qué bello es vivir (1946), cuando el protagonista desea no haber nacido nunca y le es dado contemplar cómo hubiera sido el mundo sin su huella: un lugar peor.

Hace exactamente 21 días una mañana de 8 de junio de 2012 leí varios comentarios en mi muro y se me cruzaron los cables, y pensé “Será verdad que soy un coñazo? Escribo un montón, lo sé… aburriré a la gente?” Tengo trabajo fijo, varias aficiones y “una gran vida social” –por citar a Alaska y los Pegamoides-, os aseguro que no paso en Facebook ni la mitad del tiempo que se me atribuye, pero sí es cierto que paso una considerable parte de mi ocio pensando ocurrencias ingeniosas para colgar en mi muro y que la gente se ría. A propósito de una noticia, un post, un tuit que leo, a propósito de cosas que me pasan en la vida real… siempre intento darles ese punto extra, ese toque que pienso que les puede hacer gracia a mis amigos de Facebook (a menudo cuelgo cosas con gente específica en mente, de ahí que usted no lo entienda, señora: limítese a ignorar esos posts).


Onda Samanta debería revelar cuál ha sido mi peor momento, el más duro, ese en el que estuve a punto de desfallecer y volver a la red social antes de tiempo. Porque esa es otra: qué tiempo? Hasta el 8º día no se me apareció Samanta Villar a predicarme que tenía que pasar 21 días de abstinencia como penitencia por ser tan pesao, y llegué a dudar si mi marcha de Facebook habría de ser definitiva e irreversible, como la de algunos de mis amigos en su día (esta última opción no me la creía ni yo, en verdad).

El pasado sábado 23 de junio a las 4 de la mañana leí por Facebook la muerte de Juan Luis Galiardo, y me faltó el canto de un duro para romper mi silencio y comentar. Otros momentos especialmente difíciles: cuando el buen Grillo colgó una canción de Pulp o cuando el buen Nacho Camino colgó el documental Inside Pop: The Rock Revolution, ese que Leonard Bernstein presentó en 1967 para dar a conocer al gran público USA cómo era la nueva música de esos jovenzuelos alocados… Y en general, cada vez que alguien ha tocado un tema de los que me llegan, que son casi todos, porque “mis dos nortes son la ilusión y la curiosidad” –por citar a Manolo García…


Pero no todo ha sido mierda ni barro, no! Durante estas tres interminables semanas (sería un adicto, después de todo?) ha habido mucha gente que me ha dado ánimo y me ha pedido y/o exigido que volviera a Facebook, bien vía mensajes privados, vía wasap o en conversaciones cara a cara. Especial agradecimiento a mis colegas el buen Migue y el buen Nievas, a las Vainas Locas (Rocío y Almudance), a los buenos Grillo y Malele, a la buena Ana Belén, a las buenas Corredoras (Piluca y Carmen)...

Y a mis compis de trabajo las buenas Cristina Dickens y Susana Eurovisiva, quienes me han petado el muro de indirectas musicales, directamente dedicadas a mi vuelta a los ruedos: temazos de Mocedades, El Dúo Dinámico, Chavela Vargas, Sergio y Estíbaliz o las innombrables carrachas de Muñequita Sally (solo aptas para gourmets de lo bizarro…). Mención aparte merece la buena Mariwave, quien me escribió un emocionante mensaje onda “sin ti no soy nada” –por citar a Amaral- en Facebook que me hizo ver que todavía puedo seguir repartiendo sonrisas con mis chorradas.


De modo que ya lo sabéis, juventud, hoy 29 de junio vuelvo al tema que te quema, vuelvo a Facebook –como Miguel Ríos volviera a Granada- y a seguir dando caña, a la brecha (ayer escribí un tuit sobre Enrique V y la buena Macky Chuca me lo ha FAVeado… tal vez sea el comienzo de una nueva racha). En cualquier caso, aquí estoy de nuevo, esta era la razón de que durante tres semanas no haya escrito y, again, enhorabuena a los premiados. O –por citar a Chavela Vargas- “me muero por volver”.

lunes, 25 de junio de 2012

Vuelvo a la Ladera


Sin duda que vosotros recordáis mejor que yo aquella afamada chirigota del Carnaval de Cádiz 1996 por nombre Los astronautas españoles. Tenían una presentación hilarante, basada en la versión rumbera que Albert Pla hizo del “Walk On the Walk Side” de Lou Reed, y antes de acabar cantaban (era la época de Apollo XIII también): “Houston, Houston… ya estoy yo cantando en Cádiz!” Desde aquel invierno dicha frase ha sido mi grito de guerra cuando me disponía a hacer algo de manera inminente, fuese o no cantar y desde luego sin tener nada que ver con la Tacita de Plata. Esto viene a que por fin estoy en disposición de gritar a los cuatro vientos que “Ya estoy yo cantando en Alburquerque!!!”

Traducción para los que seáis menos freaks que yo (pronúnciese como dos sílabas españolas “ea”), quiere decir que estos próximos 19 al 21 de julio acudo de nuevo al Festival de la Escena Indie de Alburquerque, vulgo: ContemPOPránea. Llevaba 3 años sin ir al Contempo, había ido las tres ediciones anteriores, y durante el año debo decir que mi mayor preocupación respecto a este festival es encontrar a gente con la que poder ir. Soy freak, pero aún no he llegado al nivel de plantarme solo en un festival con mi tiendita de campaña y una nevera llena de suministros del Mercadona. En 2010 me quedé sin Contempo pero a cambio tuve la oportunidad de acompañar a una pareja amiga al Sonorama Ribera, en Aranda de Duero: cartelazo, organización muy buena pero infraestructura lamentable. En 2011 fui con los mismos (benditos sean!) al Low Cost de Benidorm: cartelazo again, bien organizado y Benidorm, mezcla de un relato de Cortázar y una novela de Rafael Chirbes, hizo que se me cayeran los ojos al suelo (hasta un post tenía pensado dedicarle, pero no tuve huevos).


Todos festivales muy meritorios y dignísimos, igual que el Eutopía de Córdoba (el cartelito de 2009 potente y muy cuco), el Territorios de Sevilla, al que acudo regularmente desde 2007, cuando mutó de orgía del buenrrollismo a sarao modernete: cartel bueno pero irregular y organización estupenda, o el South Pop, al que también he ido varias veces (otro potente y cuco). Pero a mí lo que me gusta es mi ContemPOPránea, coño, su viaje en coche y su entrada en Alburquerque cantando a voz en grito, su programa de Radio 3 en directo, su piscineo con su tinto y sus libros para culturetas, su tienda de campaña al solano a las 9 de la mañana, sus poperos y poperas disfrazados (madre mía, menudo concurso de camisetas modernas/irónicas), sus cacheos de la Guardia Civil, y cómo no… sus conciertazos en la Ladera del Castillo de Luna, y que no decaiga!!!!!! El Contempo ha coqueteado con la escena internacional (cómo olvidar a Teenage Fanclub, Camera Obscura, The Wedding Present…?) pero como se ha consagrado es como el gran festival de la escena indie española. Indie es lo que vosotros llamáis indistintamente “modernos” o “poperos”, para que nos entendamos.

El personal que solía acudir lo componían puristas del pop, gente muy escuchada y nada casual: sus camisetas, sus looks, lo que escuchaban y lo que tocaban en sus guitarras en la piscina municipal de Alburquerque así lo atestiguaba (en el hilo musical de dicha piscina sonaban no ya Los Planetas sino Hidrogenesse… ese es el nivel). Espero que nada de eso haya cambiado, porque yo cuando me pongo también soy muy purista y muy estúpidillo. En el Contempo todo el mundo lleva camisetas de risa o de grupos indies, allí no os vais a encontrar a nadie con camisetas de Mägo de Oz, para entendernos, ni de Guns N’ Roses (salvo la que lleva Porerror, claro). El cartelazo de este año es para meter miedo: Cooper, La Habitación Roja, Sidonie, La Casa Azul, Ellos, Maga, Dorian, Sr. Chinarro, Niños Mutantes, Rusos Blancos, Klaus & Kinski… ejem... Amaral... a casi todos los he visto ya en directo, a casi todos los he visto ya en directo en la Ladera del Castillo de Luna pero… who’s counting?


Este año: la gran polémica, tras un disputado debate acerca de la más conveniente forma de alojamiento para el festival, mis compañeros y yo habemos optado por la tradicional tienda de campaña Quechua, ahí a tope, porque aunque uno va teniendo ya una edad y es verdad que las incomodidades y los servicios limitados cada vez apetecen menos, nada se compara al espíritu romántico y festivalero de una acampada pop (o eso o es que el camping gratis viene incluido en el precio del abono), por no explicar que en el Contempo la zona de camping está paredaña con la piscina municipal del pueblo, con evidentes efectos beneficiosos para nuestra salud material y espiritual (siestas, neverita, lectura, tertulias, etc.)

Ya iré informando un poquito de la jugada, y seguro que habrá posts cuando llegue el momento, pero como en anteriores ocasiones, he querido hacer uno para calentar el partido. Creo que tengo que ir a comprarme una camiseta nueva de Guns N’ Roses, porque la que tengo (de 2004, por la que estuvieron a punto de pegarme en Bruselas) ya anda un poquito hecha polvo. Sin tener nada que ver con nada, aprovecho para felicitar a El Gallo Verde, Fanzine Digital de Música Independiente y blog oficial del festival, por su reciente 5º Aniversario (y no digáis que lo hago porque hace unos años el buen Tesorero me prometiera invitarme a margaritas con hielo…). Este año vuelvo a la Ladera, vuelvo a dar caña, ya venden Tanqueray en el Mercadona, los planetas se alinean, yo he vuelto al pop tras una época de mi vida un tanto oscura, el sol vuelve a brillar, vuelvo a sonreír… Viva! VIVA!! VIVA!!!!!

miércoles, 20 de junio de 2012

The Pasadena Beotch Project


-“Oh fuck it, I’m gonna have a party!”
(Nada Surf)




Es un hecho universalmente aceptado que las comedias instituteras me vuelven loco. Esto ya lo he explicado varias veces, pero como cualquier género, el disparate teen avanza, evoluciona y cambia con los tiempos, como cambian los tiempos. Por eso se esperaba con gran expectación Project X (2012), comedia de Nima Nourizadeh saludada como un gran revulsivo del género. “De los productores de Resacón en Las Vegas (me encanta esa forma de promoción tan casposa!), la peli viene avalada por unas críticas espantosas, de modo que a verla que fui. Confieso también que el buen Kike me la encareció hasta el ditirambo, y eso siempre lo considero una garantía (viniendo del hombre que tras ver Malditos bastardos, 2009, exclamó: “Por fin una peli de nazis fiel a la verdad histórica!”).

Project X, la historia es simple: un grupo de amigos pardos de una high school USA pretenden montar un fiestón legen… wait for it… dario, a fin de elevar su estatus de (im)popularidad. La excusa? El cumpleaños de uno de ellos, que se queda solo en casa, y entra en escena la figura del amigo canalla-hipersexuado-ansioso-por-ser-cool, quien organizará una fiesta que se les acabará yendo de las manos (por decirlo suavemente). Hasta quí todo estupendo, el problema es que hasta aquí es justo hasta donde llega la película, ni un paso más allá. La “F.I.E.S.T.A.” (igual que el baile de Graduación) es todo un tropo en la comedia juerguista, nunca faltó en Fuera de onda (1996), Alguién como tú (1999), las de John Hughes o la saga de American Pie… pero hacer girar toda una peli en torno a este evento es mucho más complicado. Se consiguió en El guateque (1968, y dicen mis amigos que esa es graciosa, no?), Despedida de soltero (1984) o Aquellas juergas universitarias (2003), pero Project X, con estar muy bien, no me ha parecido que alcance las cotas de la excelencia.


Un ejemplo: me reí más con la escena en que unos tíos mean desde un balcón en American Pie 2 (2001) que en todo Project X, y eso no es buena señal. Dicho esto, creo que sé dónde está el problema y voy a tratar aquí de descomponerlo para general ilustración. Cualquier peli de estas características descansa sobre varios pilares, a saber: personajes carismáticos (la pandilla protagonista sobre todo), trama bizarra (episódica, mientras más jevi mejor), diálogos graciosos (y a ser posible ingeniosos) y credibilidad cool (esto lo explico ahora).

-Personajes carismáticos: ellos llevan el peso de la película, si no te caen bien o no te interesa lo que les pasa, la peli te va a aburrir. Gloriosos ejemplos los tenemos en la saga de American Pie, o recientemente Resacón en Las Vegas (2009, 2011) y Supersalidos (2007). Project X presenta una pandilla y unos secundarios masculinos correctos, aunque el protagonista es tan pardo que tiene menos carisma que un bajista indie. No mola. Acuéstate ya, chaval, y deja de dar por culo. Por el contrario, el hallazgo de la peli: el personaje de Costa, ese amigo gañán y canalla que nos hace meternos en líos, como era Phil en Resacón. Él es el catalizador, el que consigue que todo se ponga en marcha. Estupendo Oliver Cooper, habrá que seguir su carrera.


-Trama bizarra: no faltan acontecimientos bizarros en Project X, admito que no me dejó de sorprender y eso es clave: cosas que no pasarían en TU fiesta. Lluvia de ideas: gnomo de jardín, perro volador, horno, lanzallamas… Imposible superar el valor de choque de Resacón en Las Vegas (2009), pero mucha imaginación es la que tienen los guionistas de esta peli, para estar ambientada casi exclusivamente en una casa durante una fiesta. Muy bien de anécdotas de gamberradas, sexo, drogas, bizarría… cuando veo una peli así busco que me enseñen lo que yo jamás podría encontrarme en una fiesta a la que fuera, y os aseguro que alguna que otra guaracha pisé cuando estuve viviendo en USA…

-Diálogos graciosos: para mi gusto, es donde la película hace aguas. Lo atribuyo en parte a haberla visto en su versión doblada, lo que la convierte en irritante (insoportable, por momentos). Tarantino a su lado sería Gloria Fuertes, tal es la acumulación de insultos y palabrotas que pueden soltarse por esas boquitas en Project X. “Puta, putita, chocho, chochete, zorra, zorrita…” –ese es el nivel, amigos. El hecho de que se trate de un supuesto documental casero rodado cámara al hombro (debería ser todo natural y espontáneo) vuelve aún más penoso el uso artificial del lenguaje, onda “¡Joder, tío, quieres coger el jodido teléfono de una jodida vez, mierda?” Quién habla así, por Dios!? Uffffffff!!! Supongo que en inglés todo sonará más natural, pero yo, que queréis que os diga, nunca me acostumbraré a escuchar cosas como “Esta noche vamos a follarnos a unos jodidos chochitos, tronc!”.


-Credibilidad cool: hacer un chiste sobre rabos puede resultar un recurso patético o una genialidad, como demostró la peli Supersalidos, en la que pese a la acumulación de groserías que presentaba los personajes emergían investidos de una dignidad nunca antes vista. De ahí surgió la fama de Judd Apatow y una supuesta manera de hacer comedia 2.0 políticamente incorrecta. Project X recoge el testigo de un subgénero muy denostado pero sagrado para mí, que no conviene tomarse a la ligera. En ese sentido está puesta al día, los chavales se comunican por redes sociales, perpetúan la gran tradición de la Fiesta Americana, dan una vuelta de tuerca al problema de conseguir drogas, sacan mujeres besándose, etc… pero a mi juicio, esta peli, que apunta al Olimpo de la Comedia, se queda a medio camino y por tanto la califico como fallida. Podría argumentarlo más si espoileara el final pero no voy a hacerlo, claro.

Por último, la cosa que creo más me ha defraudado de Project X (y no vayáis a pensar ahora que no me reí mucho viéndola) es la simpleza del tratamiento de los personajes, purititos arquetipos. Costa el gañán, perfecto como arquetipo, pero poco más. Gordo Genérico #1, en su job description lleva todo lo que se puede decir del personaje y el abúlico protagonista (cuyo nombre ni recuerdo, pese a que en un momento de la peli es coreado por miles de personas) ni está ni se le espera. Los padres son siluetas recortables de cartón, tienen más carisma los de la serie Lizzie Maguire, por favor (dónde está ese padre de American Pie cuando se le necesita?).


Y las zorritas? El protagonista tiene dos love interests, Angelica y Kirby, una morena y otra rubia (como en la zarzuela) y poco más puedo contar de su contribución a la película salvo que una se quita el sujetador y la otra no. Dónde quedaron Michelle con su flauta, Nadia la extranjera o la madre de Stifler de American Pie? Dónde los papelazos femeninos que hacían Rebecca de Mornay o Molly Ringwald en los ochenta? El resto de mujeres de Project X es un desfile indistinguible de jamelgas con (o sin) biquini que, francamente, esconde una falta de historia. Y no me digáis que la peli iba de juerga de machotes porque también lo iban las de Resacón en Las Vegas y ahí las mujeres de ellos tienen personalidades perfectamente definidas.

Conclusión: id a verla si (como yo) sois fans impenitentes del género teen, pero bajad vuestras expectativas y así a lo mejor resulta que os hará más gracia. Si no sois personas de chupitos de tequila en el cuello, pardillos priápicos con los cristales de las gafas empañados o carcajadas fumando un petardo… mejor meteos en otra salita del cine, anda.

miércoles, 13 de junio de 2012

Haciéndole boquetes al cartón


En cierta ocasión alguien me dijo que yo nunca estaba triste, ni de bajón, y fue algo que me dolió muchísimo, porque era como decir “No te conozco”. Yo puedo ser el alma de la fiesta, el que choca esos cinco con sus clientes, el que enchufa un vídeo de reguetón en la sala de juntas, el que se marca un chiste a costa de una calamidad pero –muchas gracias- no soy el jodido Charlie Rivel. A lo mejor sí estoy triste pero no lo parece, aunque tampoco soy uno de esos personajes de las canciones de Smokey Robinson o Duncan Dhu ni como Mary Jane la novia de Spiderman. Solo un tipo normal –gracias, again- que sí admite que suele intentar verle el lado positivo a las cosas.

¡Basta de negatividad por la negatividad, señores! En otra ocasión un buen amigo habló de mi interés por “ese mundo fantástico que se entrelaza con el cotidiano a través de signos no visibles” y ahí sí que acertó de pleno porque desde siempre me he esforzado por que esa fuera una de las claves de mi vida. Ver y hacer ver ese otro mundo para hacer la vida más agradable a los demás, quitarles daño, conseguir que se rían: es el combustible de mis propias sonrisas. A cambio solo pido que me hagáis reír ustedes a mí el día que esté nublado. Esto no es tan difícil de entender, y qué gozada cuando se encuentra uno a personas en sintonía con esta manera de pensar y de sentir. Que te hacen la vida más fácil a base del bálsamo del bienestar, que descompongo en dos elementos: la risa y la belleza.


Poco a poco me doy cuenta de que en el mundo hay dos tipos de personas (según este criterio): las que levantan obstáculos y las que los retiran. Desde los 14 años, intento conscientemente pertenecer al segundo grupo. Un ejemplo: ¿Cuántas veces no habremos visto a peña ahogarse en un vaso de agua, sucumbir ante catástrofes inexistentes y elevar a proporciones gigantescas los asuntos más nimios? Se me ha roto una uña: el Apocalipsis. Ese tipo de gente, con todos los respetos, lo tiene muy difícil para ser feliz. Todo son dificultades, todo escollos, y si no hay ningún problema ellos los crean con su inflexibilidad, impaciencia, dogmatismo e intolerancia a la frustración. También os digo que tengo comprobado que mucha gente que piensa (vive) así es porque le va la caña.

Pensad ahora en en esas otras personas a las que ha visitado la desgracia en gordo: pérdida de familiares, minusvalías, enfermedades graves, reveses fuertes de la vida. Y ahí siguen. En lugar de revolcarse en el dolor de manera perpetua (porque el luto o una pena todos lo tenemos que pasar, y tiene su tiempo pero “Exceso de tragedia = comedia”), escogen poner al mal tiempo buena jeta y digo escogen porque en esto algo hay de voluntario. Otra parte no, se ve que hay gente que viene mejor equipada “de fábrica” para lidiar con la calamidad y otros lo tienen más difícil, pero hasta el que está en desventaja puede pedir ayuda y mejorar, algo de lo que precisamente me ha estado hablando un compi de trabajo que sabe algo sobre coaching. Llegar tarde cinco minutos a una peli y es el Fin del Mundo; quedarse sin trabajo y pensar que no pasa nada. Dos actitudes ante la vida.


Hay un truco para sobrellevarlo todo: la gran medicina frente a la desgracia es el humor. Los que lo practicamos a diario entendemos que es un arma poderosísima. En la carrera me inflé de hacer trabajos titulados: “El humor como manera de enfrentarse a los horrores en (LIBRO TAL)”, desde Kurt Vonnegut a Jaroslav Hašek. ¿Quién podría verle la gracia a las dos Guerras Mundiales? Ved Charlot soldado (1918) y El gran dictador (1940) y tendréis la respuesta. Otro truquito es estar alerta para capturar la belleza de las cosas. Solo hace falta graduarse la vista con las gafas adecuadas, estar en una sintonía del dial que te permita captar las ondas de bizarría, humor, absurdo, belleza y ternura que emite la realidad a nuestro alrededor. Si nos quedamos solamente en la superficie, chungo. ¿Habéis visto lo guarro que está todo por la calle? Por eso se hace imprescindible acudir más allá, al revés de la trama, a la trastienda.

En un momento dado, la realidad puede estar hecha de cartón pintado, útil, puede resultar hasta bonita… pero hay que trascenderla. Hace falta ejercitarse para ver los signos no visibles de “ese mundo fantástico que se entrelaza con el cotidiano” para poder perforar el cartoncito de la realidad y dejar que pase la luz a través de los boquetes. Solo así podremos vivir en la admiración. La risa y la búsqueda de la belleza son estupendos modos de hacer estos agujeros -nunca el fin último- son un medio para estar bien con uno mismo, paso imprescindible para llegar a estar bien con los demás. La gente que retira obstáculos es porque sabe que merece la pena, porque ha visto la luz a través de la cartulina. Para todo lo demás… el Fin del Mundo.

lunes, 4 de junio de 2012

Pop nutritivo con Ken Stringfellow


En ocasiones se alinean los planetas, y lo que parece que va a ser una mierda resulta ser una experiencia maravillosa, un diamante salido del carbón, como en aquella escena de Superman III (1983). Planetas? Diamantes? No irás a hablar de Ken Stringfellow, no, Porerror? Shshshshshsh! Usted limítese a atender, señora. Me entero por Twitter de que el domingo 3 de junio va a haber un concierto “privado” de Ken Stringfellow en el restorán cordobés El Astronauta. El evento incluye un gastro-menú de moderneo y el conciertito vespertino para un reducido grupo de personas. Quiero ir.

Ken Stringfellow, ustedes lo conocéis mejor que yo: uno de los dos cerebros de los Posies (
junto a Jon Auer), afamado miembro de la reconstrucción de Big Star y ocasional militante de R.E.M., entre otros varios grupos en que ha colaborado. También tiene varias cosas en solitario, y este octubre saca nuevo álbum solo: Danzig In the Moonlight, que esperamos con ansia. En principio no iba a ir porque aunque juré que sería capaz de ir hasta solo, no sería capaz, pero afortunadamente tenía muy cerca a una bella y encantadora acompañante que al final se mojó, lo que posibilitó la excursión.


En la puerta del local se daba cita lo mejor del poperismo cordobés: gafas de pasta, vestiditos estampados, chapas, barbas, camisas de cuadros de H&M… todo muy acertado. Ayudaba al tono del evento la decoración de El Astronauta, mentiría si dijera que en Miciudad no hay locales así, pero no cuando digo que me da envidia que no haya este en concreto. La comida muy bien: su sorbete de gin & tonic con gelatinita, su sopa fría de melón y yogur, su pollito tailandés, su cuajado de chocolate con sopa de frutos rojos, todo riquísimo, divertido y muy bien presentado, lo cual se agradece en un acto que está diseñado exclusivamente para el deleite de los sentidos. Cuando el dueño nos dio la entrada (una llamativa cartulina amarilla con los datos del almuerzo-concierto) nos advirtió: “No sirve para nada, pero es bonita”.

Creo que a día de hoy no se me ocurre mejor definición del pop
indie: “No sirve para nada pero es precioso”. Tras la comida y los digestivos (“A las 5 de la tarde, una hora que en mi país es casi la de la cena pero aquí vosotros estáis terminando de almorzar”) venía el turrón de almendra: la música de Ken Stringfellow. El pavo (de 43 años) se presentaba solo, alternando guitarra eléctrica sin distorsión y órgano, sobre una tarima que abandonó en media docena de canciones para ponerse más cerca de su público, nosotros, que tuvimos ocasión de tocar el borde de su manto y de sanar así de todas las enfermedades del mal rollo. Curiosamente, Ken tenía a su disposición un par de micrófonos pero apenas hizo uso de ellos, prefirió cantar a pelo e incluso susurrar sus letras cargadas de imágenes sobre planetas y diamantes.


El sonido era bueno, estábamos muy cerca del artista y eso proporciona una calidez que yo no conocía salvo cuando he ido a ver actuar a mis colegas en bares. Allí Ken Stringfellow era el colega de todos, habló bastante, ponderó la historia de Córdoba y su riqueza arqueológica, reflexionó sobre el papel insignificante del ser humano en las grandes ciudades, habló de la crisis y lanzó mensajes de optimismo contra los agoreros que nos amargan la vida… Uno de los momentos más chulos fue tras una introducción acerca de las trampas de las historias y de cómo cada historia tiene siempre varias versiones. Pidió para la siguiente canción la colaboración de una joven del público, “con que no esté muerta me vale” y salió una chica que cantó con él un dueto muy simpático, aunque se trataba de una trágica canción de amor onda Pimpinela indie.

Para el resto del repertorio, Ken advirtió que iba a centrarse en su futuro álbum
Danzig In the Moonlight, y las piezas que allí desgranó desde luego que fueron absolutamente impresionantes. También tocó algo de The Disciplines (“Mi banda noruega”) y del último disco de los Posies, como el precioso tema “Licenses to Hide”. En un momento dado (cuando llevaba casi dos horas de una actuación que duró dos y media, con 5 minutos de descanso), el cantante anunció que estaba fácil y que tocaría las peticiones que se le hiciesen. Así tocó su mini hit “Down Like Me” (de Touched, 2001) y “Solar Sister” (de Frosting On the Beater, 1993). A mí se me ocurrió pedirle “Chainsmoking In the USA” de los Posies, y me dijo que NO. Dio la razón de que esa era de Jon Auer (“el otro”) y que solo tocaría las de su parte del repertorio. Uno, en su fraudulencia indie, no sabe distinguir cuál es de quién de entre las de los Posies y me llevé un planchazo del copino.


En conjunto, la experiencia, el concierto, el viajecito a Córdoba, -la compañía…- se aliaron para configurar un domingo inolvidable. La música era esto, amigos! Un señor al que admiras desde hace 16 años cantándote casi al oído. Un popero cuarentón reencarnado en cantautor americano, cóctel de Todd Rundgren, Jonathan Richman, Neil Young y James Taylor. Cóctel de ginebra con gelatina, etc.
 
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